Una postal de Caracas

Una pareja baila en un bar nocturno en San Agustín, Caracas, Venezuela, el 14 de julio de 2023. © Maxwell Briceño.

Entrevista • Raquel Gutiérrez Aguilar • 26 de septiembre, 2024 • Read in English

Desde las elecciones en Venezuela el 28 de julio, los medios de comunicación internacionales han estado inundados de noticias polarizadas con un enfoque en la política de estado. La vida cotidiana y el pulso de las calles del país sudamericano han quedado opacados. 

Por tanto, buscamos hablar con Ariadna Mogollón, cineasta e investigadora caraqueña que ha regresado a su ciudad hace casi un año después de seis años en México. Durante años Mogollón estuvo ligada al trabajo feminista en Caracas y a la Revolución Bolivariana, donde trabajó en algunas instituciones del gobierno, sobre todo en gestión cultural, canales de televisión, ministerios, alcaldías y gobernaciones de la ciudad. 

“Me considero muy caraqueña”, dijo, con su característica risa. Acordó hablar con Ojalá, dejando en claro que habla desde la ciudad capital. “Caracas es una cosa, otra cosa es la realidad del interior del país en cuanto a infraestructura , servicios básicos y movilidad, pero esa realidad yo no la conozco”, dijo. 

Mogollón mantiene que la crisis en Venezuela se tiene que entender desde un punto de vista que considere las crisis globales. “Creo que al nivel global hay dos realidades muy marcadas, la realidad cotidiana de la gente que está haciendo su vida y la realidad política”, dijo. Enfatiza que el genocidio perpetrado por Israel en Palestina es un acontecimiento que estructura y desmuestra el grado de la crisis que hay a nivel global.

La narrativa de crisis y dictadura en Venezuela contrasta, según la cineasta, con los intentos comunales de seguir sosteniendo formas de vida compartidas y con la vida cotidiana de la gente.

Hablé con Mogollón el 23 de septiembre por medio de videollamada, nuestra conversación ha sido recortada y editada ligeramente.

Raquel Gutiérrez Aguilar: ¿Cómo describirías la situación actual en Venezuela, qué está pasando ahora, a dos meses de las elecciones?

Ariadna Mogollón: Por supuesto que después de las elecciones hubo una tensión muy fuerte, la cotidianidad se trastocó, pero es algo habitual para los caraqueños, aunque no hayan sobresaltos políticos. Los caraqueños somos sobresaltados, como frénticos. 

En Caracas ya hay transporte público, hay gasolina, hay alimentos. Va a empezar el ciclo escolar, los niños van a ir a la escuela, las familias están comprando uniformes escolares. La gente va a la playa, al supermercado, a trotar, a caminar, a hacer deportes, van a los bares, a la fiesta, a bailar salsa.

Es una ciudad en movimiento y creo que los caraqueños estamos en un momento en donde queremos tener una vida normal. Queremos que los niños y las niñas vayan al colegio, que el transporte público funcione, que podamos echar gasolina sin problemas. Yo siento mucho ese espíritu ahorita en la ciudad.

Evidentemente esta cotidianidad y esta normalidad no implica que no haya problemas sociales y económicos, pero digamos que la recuperación económica que ha tenido el país es evidente. Venezuela no es el mismo país del 2017, o del 2018, en donde no había qué comer, en donde había una crisis económica fortísima, producto del bloqueo impuesto por Estados Unidos.

Ha habido una recuperación económica, pero es una recuperación económica que ha costado, que ha hecho que las brechas de clase se hayan profundizado.

Un chico muestra su dedo medio mientras viaja en el transporte público en Caracas, Venezuela el ‎7‎ de ‎septiembre‎ de ‎2023 © Maxwell Briceño.

Cuando tú tienes una economía restringida, pero hay un sistema de salud que funciona y hay un sistema de educación que funciona, por lo menos hay dos derechos garantizados, pero en este momento, en Caracas, ambas cosas se han mermado. En Venezuela con los gobiernos de Hugo Chávez se había logrado fortalecer el sistema de salud y el sistema educativo, pero con el bloqueo ambos sistemas se vinieron a pique y la recuperación de estos ha tardado y, desde mi punto de vista, esto es algo que profundiza, justamente, las brechas de clase. 

Luego está el tema salarial, el salario mínimo es de 3,5 dólares al mes, nadie puede sostenerse con este salario, esto claro está, ha impactado en la vida económica de las familias. Un maestro, por ejemplo, debe buscar otras fuentes de ingreso, aunque de la docencia nunca se haya podido vivir en este país, pero el salario actual es paupérrimo. 

Es cierto que el gobierno entrega bonificaciones mensuales que son un paliativo, pero estas bonificaciones no cuentan en las prestaciones sociales, vacaciones, etc. Esta pérdida del salario ha sido otra causa de la profundización de las brechas de clases sociales.

RGA: ¿Cómo caracterizarías tú las tensiones políticas que existen, cómo se está viviendo en términos de la vida cotidiana? 

AM: Creo que hay un hartazgo de una parte de la población que dice “No me importa, no voy a hablar de política” y creo que por otro lado hay una buena parte de la población que no se identifica ni con el gobierno ni con la oposición.

Hay una cifra importante de la cual no se habla y es el porcentaje de abstención [que alcanzó casi el 40 por ciento] en este último proceso electoral. Todo el mundo habla de los votos que obtuvo Edmundo González, de los votos que obtuvo Nicolás Maduro, pero nadie habla de la cifra de la abstención. Ahí hay una población que te está diciendo “No me representan, no estoy de acuerdo con lo que se está planteando y no voy a ir a votar”.

Peatones caminan entre burbujas de un vendedor ambulante en Sabana Grande, Caracas, Venezuela el ‎5‎ de ‎octubre‎ de ‎2023. © Maxwell Briceño.

Creo que hay un cansancio generalizado de la polarización y que hay un cansancio generalizado en no poder discutir sobre la política nacional, porque cuando se dan estas discusiones muchas veces no hay un proceso de argumentación, sino que se cae en la violencia. Esto ha hecho, desde mi punto de vista, que el debate político duro se haga cada vez más en lo interno, en espacios que se consideran seguros y no en lo público. Luego, en la vida cotidiana y práctica, creo que simple y llanamente estamos muy hartos de la tensión política y de que eso se vaya a trasladar a la mesa en la cena familiar navideña.

En mi experiencia personal, el proceso de violencia, cuando uno se posiciona políticamente, viene del lado de la oposición. Cuando alguien dice —o cuando yo he dicho— “Yo apoyo el gobierno de Hugo Chávez”, si hay alguien de la oposición, ahí viene un proceso de violencia en el contexto en el que uno esté: en un bar, en una reunión política, en una reunión feminista, en una reunión universitaria.

Ahora hay un momento muy interesante, se están abriendo espacios para la discusión y el análisis crítico de la política nacional. Son espacios más pequeños, centros de estudio en lugares chiquititos, pero son espacios que se están abriendo para el diálogo, para el análisis político, para la reflexión política desde un punto de vista de izquierda y eso es valiosísimo

RGA: ¿Y hay algún esfuerzo que tú puedas contarnos desde los feminismos?

AM: Justo por la cuestión política, a partir del gobierno de Chávez siempre hubo como una división del movimiento feminista, en donde estaban las feministas de derecha así claramente y el feminismo de izquierda.

Lo que sucede, desde mi punto de vista, es que acá el feminismo trabaja más en la práctica, en cuanto a cuestiones de reproducción, en cuanto a distribución de métodos anticonceptivos, en formación sobre salud sexual. Son cosas muy prácticas y tangibles y necesarias en las comunidades venezolanas.  Venezuela es uno de los países con la tasa más alta de embarazo adolescente en Suramérica y el aborto es penalizado (el aborto es legal, únicamente, si es para salvar la vida de la mujer), en esto podemos ahondar en otra conversación.

Durante el gobierno de Chávez se crea el Ministerio de la Mujer, hoy el Ministerio para la Mujer y la Igualdad de Género. En un momento este ministerio se centró en el movimiento de masas y el financiamiento, totalmente necesario, para emprendimientos de las mujeres en las zonas populares. Que las mujeres cuenten con microcréditos para el desarrollo de emprendimientos es algo fundamental, es indispensable que esto sea una política de estado, pero eso se queda ahí. No hay un trabajo de formación, no hay un trabajo de transformación, de pensamiento ni de reflexión desde un punto de vista feminista.

Una pareja se besa en medio del Boulevard de Catia en Caracas, Venezuelael 14 de febrero de 2023. © Maxwell Briceño.

RGA: ¿Qué entiendes de cómo las comunas están tratando de sostener la vida y sus sistemas en este momento? Y bueno, para los que no saben, ¿qué son las comunas, cómo funcionan?

AM: Las comunas tienen un eje político, no es la organización vecinal de la clase media, de que “vamos a acomodar el edificio, que tengamos agua, que el ascensor funcione y que esté bonito”. 

Las comunas son un proyecto de organización política de las comunidades; todo en la comuna está pensado desde la política, es decir, la salud, los procesos formativos, el arte, el deporte, la infraestructura, la movilidad, el esparcimiento, están ligados al hecho político, en la comuna existe la compresión de que esto es así. Cuando uno visita una comuna esta comprensión se hace evidente en la materialidad.

Una semana antes de las elecciones, estuvimos visitando una comuna en el 23 de Enero que se llama la Comuna El Panal. Tienen una fábrica que produce el alimento para las mascotas de los vecinos y vecinas de la comunidad y están iniciando un proyecto para la producción de cerdo y tilapias. 

En otra parte está el complejo deportivo con canchas de básquet y una piscina que van a activar para que los niños y las niñas reciban clases de natación. Luego tienen todo un plan para la remodelación de las casas de la comuna y un sistema de lavandería comunal que además produce, los productos de limpieza. 

Dentro de la comuna hay un proyecto de formación universitaria, en donde los muchachos y las muchachas se forman obteniendo el grado universitario y en la parte comunicacional está la radio comunal.

Todo esto responde a un proyecto político en donde se garantiza a la población históricamente excluida, ésa a la que siempre se le negó el acceso al deporte, a la educación, a la salud, al esparcimiento, el acceso a estas cosas que no son otras que el acceso a las necesidades básicas. 

Este proyecto comunal desaparecería por completo si gana la derecha. Lo primero que la derecha va a destruir son las comunas, que es además en donde está lo que llaman el voto duro del gobierno. Hay un proyecto político en la comuna, y eso es lo que está en disputa con la derecha. 

RGA: Desde tu perspectiva, ¿qué es lo que viene para Venezuela?

AM: Yo creo que vamos a seguir con estas tensiones en la real política, y para mí es muy claro que el gobierno [de Maduro] va a continuar y van a continuar las tensiones con Estados Unidos y con la Unión Europea, pero también creo que Estados Unidos no puede volver a la lógica del bloqueo absoluto. Si gana Trump va a haber otra lógica y es posible que vamos a volver al bloqueo absoluto, esperemos que no. 

Por otra parte, no creo que venga un estallido social en Venezuela. Creo que la gente quiere vivir una vida normal y para buena parte de la gente, la vida normal implica el desarrollo del proyecto comunal.

Raquel Gutiérrez Aguilar

Ha sido parte de variadas experiencias de lucha en este continente, impulsando la reflexión y alentando la producción de tramas antipatriarcales por lo común. En Ojalá, es editora de opinión. 

Anterior
Anterior

Sheinbaum y la pesada sombra del ejército

Siguiente
Siguiente

Fentanilo en la constitución mexicana, sobredosis de ignorancia