Esa violencia no es una

Ilustración de Vane Julián en el libro Esa violencia no es una, usado bajo una licencia de creative commons 4.0.

Fragmento de libro • La Laboratoria • 6 de marzo, 2025 • Read in English

Compartimos el prólogo de Esa violencia no es una, libro de reciente publicación que nace de un esfuerzo colectivo de La Laboratoria. El libro trama voces y experiencias de feministas y activistas que piensan desde cinco países y fue publicado por Traficantes de Sueños a finales del 2024. Lo hemos editado ligeramente para facilitar su lectura en línea. El libro completo está disponible en PDF aquí.—Eds.

Una imagen tramada puede dar lugar a equívocos. Al mirarla desde lejos, percibimos grandes masas de color que componen formas homogéneas y unificadas. Pero, cuando acercamos nuestra mirada y enfocamos bien, descubrimos que lo que parecía una imagen continua en realidad está formada por una infinidad de puntos y una gran heterogeneidad de colores. Desde la cercanía, la dimensión múltiple de la trama se hace evidente.

La Laboratoria es un dispositivo transnacional de apoyo a la investigación activista feminista que apuesta por la investigación situada en los territorios, en la cercanía del cotidiano, en contacto con los problemas que nos atraviesan y desde la experiencia de las mujeres y disidencias sexuales y de género en lucha. Creemos que solo así, pensando desde los conflictos, paradojas y desafíos a ras de suelo, podemos acertar a ver la trama de imágenes de otro modo compactas y comprender que esa violencia que nos atraviesa no es una. 

Las violencias se articulan en una guerra permanente que sucede simultáneamente en muchos planos: implosionando en los hogares; disciplinando los cuerpos en las calles y a través de las instituciones (sociales y punitivas); regulando global y letalmente la movilidad de las personas entre países; operando como principio de autoridad en los barrios populares; saqueando tierras y recursos comunes; explotando energías vitales; colonizando futuros a través de la financiarización de la vida social.

Con esta convicción de que existe un conjunto heterogéneo de violencias imbricadas, nos embarcamos en la escritura de Esa violencia no es una, libro coral que reúne seis propuestas desde las que pensar, situadamente, las violencias patriarcales y los horizontes de una justicia feminista. Quito, Buenos Aires, Porto Alegre, São Paulo, Nueva York y Madrid son los lugares donde se emplazan las investigaciones. 

Partiendo de la politización global de los feminicidios y de la violencia sexual impulsada por la marea feminista reciente, se reflexiona sobre las diferentes manifestaciones de la violencia patriarcal (sexual, física, económica, penal, psicológica) y su anudamiento con otras formas de violencia. Esa violencia no es una también despliega una crítica radical al Estado punitivo y a las dinámicas de criminalización creciente y se buscan nuevos horizontes de justicia, rastreando herramientas y estrategias que potencien nuestra capacidad de hacer y tejer juntas.

Antecedentes de auge feminista

El punto de partida, pues, es la marea feminista global que tuvo su momento de máxima efervescencia entre los años 2016 y 2020. Del Ni Una Menos argentino y mexicano al Yo Sí Te Creo del estado español o el Me Too estadounidense, se generó una dinámica global de politización de la violencia patriarcal. Supo evidenciar su carácter sistémico (“No es un caso aislado”), señalar a los responsables de su reproducción (como en la magistral performanceUn violador en tu camino”) y visualizar su imbricación con las dinámicas de desposesión (“La deuda es con nosotres”, gritaban las pintadas feministas en los muros de Buenos Aires).

Así, en la primera aportación, “¿Cómo salir de la trampa?”, Valentina Huelga, desde Madrid, sigue el hilo (los lemas, las convocatorias, el argumentario) de un feminismo callejero que, al mismo tiempo que construye las huelgas feministas de 2018 y 2019, politiza la violencia sexual, situando el sistema judicial como parte del problema y no como principal solución.

Lucía Cavallero, por su parte, narra desde Ni Una Menos (Argentina) cómo los feminismos construyen un léxico que permite visualizar la violencia económica como violencia patriarcal, conectando la desregulación del mercado de alquileres, por ejemplo, con el impago de las cuotas alimentarias por parte de los padres y la traducción concreta de ambas dinámicas en el desahucio de una madre sola con hijos.

No se trata de contraponer violencia y desposesión, sino de seguir el hilo de su imbricación concreta y entender, como nos recuerda Emanuela Borzachiello, que para violentar un cuerpo hay que desposeerlo de sí mismo, lo cual es cierto también a la inversa: para desposeer un cuerpo, hay que violentarlo, partirlo por fuera y por dentro. 

Como nos dice Cavallero, los feminismos han revitalizado el debate económico, redefiniendo, desde los así llamados “márgenes” del mundo del trabajo reconocido, lo que cuenta como trabajo y quiénes producen riqueza.

Impunidad e hiperpunitivismo

Vivimos en un momento de desarrollo del Estado penal y punitivo. Por eso es tan importante traer a la memoria, en toda su rotunda vivacidad, los lemas y argumentos de la marea feminista global en su impugnación radical del sistema penal.

Los grupos feministas que luchan contra las cárceles saben además que se trata de un sistema que administra “justicia” de manera visiblemente desigual: aunque enarbole el argumento “hay que proteger a las mujeres y a los niños”, en realidad abunda la desprotección, en particular en los sectores populares y, en general, lo que se ofrece es impunidad para algunos varones (blancos, propietarios), que pueden ejercer la violencia a sus anchas, mientras se castiga de forma desmedida a otros (empobrecidos y racializados), convirtiéndolos en epítome de la peligrosidad social. Así, la impunidad convive con un hiperdesarrollo punitivo, donde los varones de los sectores populares son usados a la vez para la reproducción de la violencia por abajo y para la legitimación por arriba del Estado policial y penal.

La vida de Tatiane da Silva es un claro ejemplo de estas dinámicas que combinan desprotección, criminalización e impunidad. De su mano, el Coletivo Território em Justiça Social reflexiona desde Porto Alegre sobre cómo las estrategias punitivas acaban reafirmando otras modalidades de violación de los cuerpos precarizados y determinan una jerarquía sobre aquello que puede ser llamado justicia. Desde ahí nos invitan a poner en cuestión la racionalidad punitiva y pensar la compleja relación entre justicia, castigo y violencia.

Por su parte, el grupo ecuatoriano Mujeres de Frente parte para su análisis de sus propias vivencias como mujeres de la economía popular, entre los trabajos informales y los microilegalismos. 

Tras más de una década combatiendo los efectos del desarrollo punitivo sobre ellas y sus familias, saben que la relación entre desposesión y criminalización no es nueva, como tampoco lo es el racismo que tiñe la cárcel y los barrios populares. 

En su aportación a Esa violencia no es una, tratan de pensar la nueva ola de violencia que vive Ecuador, con dinámicas letales que aún es difícil descifrar. Una nueva lógica de militarización social que excede lo punitivo se está extendiendo en diferentes regiones de América Latina, conectando masculinidad y belicismo e instaurando la excepcionalidad de la “guerra contra las drogas” como norma. 

Feminismos contra la muerte

Es importante reconocer que, aunque muchas mujeres recelen de la ley y de la institución, en muchas situaciones, a falta de algo mejor, siguen recurriendo a ellas. Es crucial también no desoír la sabiduría feminista que nos recuerda que las tramas comunitarias no solo están fracturadas, sino en muchas ocasiones atravesadas de lógicas patriarcales y coloniales, y que cualquier estrategia de justicia que se apoye en ellas debe tener en cuenta las relaciones de poder material y simbólico que las articulan.

En esta tarea, Susana Draper y Molly Porzig, desde Critical Resistance (EE.UU.) subrayan la importancia de sostener preguntas que nos permitan abordar los múltiples pliegues de los problemas, sin pretender saldarlos con una solución homogénea que englobe todo. Así, contra el corte individualizante de la filosofía del derecho clásica, proponen desplegar todo un hojaldre de intervenciones y acciones concretas desde donde tramar vínculos ahí donde el capitalismo neoliberal los destruye. 

Por su parte, Helena Silvestre, desde los territorios favelados de São Paulo, inicia una excavación, al mismo tiempo hacia atrás y hacia el futuro, para recuperar prácticas de regulación de los conflictos (de los pueblos originarios, de las ocupaciones de tierras urbanas para vivienda, de las favelas) donde la fuerza de lo común se amplifica y sofistica, en lugar de debilitarse delegando el poder en estructuras que no podemos controlar. 

Por la trama

Una trama es también una intriga o confabulación. Es el deseo de reconocer y reconocernos, de conchabarnos para disputar un relato propio que engarce las distintas formas de violencia y las respuestas que somos capaces de practicar, ensayar o imaginar. Es la aspiración de tejer un entramado de redes de colaboración de las que emerja una producción teórica situada que circule transnacionalmente, como lo están haciendo las luchas feministas.

Así, Esa violencia no es una aspira a aportar experiencias y narrativas que nos permitan mantener viva la llama de impugnación que la marea feminista global prendió. Busca sostener su impulso de politización de las violencias patriarcales, racistas y de despojo y de crítica del Estado punitivo, al mismo tiempo que imaginamos y ensayamos un feminismo antipunitivo tan concreto como el golpe que nos parte y la ley que nos maniata. Tejemos un feminismo capaz de autodefensa, para no dejarnos expropiar la energía y el tiempo; un feminismo que haga de la justicia una pregunta abierta, contenciosa y colectiva.

La Laboratoria

La Laboratoria is a transnational space created to support feminist research. It has nodes in Buenos Aires, Quito, New York City, Porto Alegre and Madrid.

La Laboratoria es un espacio transnacional creado para apoyar la investigación feminista. Tiene nodos en Buenos Aires, Quito, Nueva York, Porto Alegre y Madrid.

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