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El movimiento feminista en México y las escuelitas que lo nutren

Primer día de la decimoctava generación de la Escuela para la Libertad de las Mujeres en Oaxaca el 11 de mayo, 2024. Foto © Daliri Oropeza Alvarez.

Reportaje • Daliri Oropeza Alvarez • 31 de mayo, 2024 • Read in English

El círculo de mujeres es diverso. Adultas mayores, jóvenes, de la ciudad, de la montaña, de la costa, de los pueblos, de los estados. Psicólogas, maestras, abogadas, mamás, activistas, preguntonas. Se encuentran en la inauguración de la Escuela para la Libertad de las Mujeres, un proyecto autónomo que cumple nueve años en la ciudad de Oaxaca.

Los motivos por los cuales están presentes, en círculo, son diversos como ellas mismas. Treinta mujeres se presentan, visibilizan los problemas que provoca el patriarcado. Sus inquietudes versan sobre saber qué es la libertad, saber defenderse, forjar carácter, y tener una idea del movimiento feminista y como hablar de ello con los hijos.

Las violencias que estas mujeres enuncian evidencian su voluntad de luchar y de encontrar la libertad. Indefensión por el acoso sexual y laboral, de no querer que le pase eso a las hijas. Buscar redes de apoyo para contrarrestar las diferentes violencias machistas que vivimos. Encontrar un camino al sentirse perdida, conocer feministas en activo y sanación. Evitar la violencia sexual. Salir de la vulnerabilidad. Acompañar a más mujeres. 

Les da la bienvenida Naxhielli Arreola, una de las coordinadoras de la Escuela para la Libertad de las Mujeres (ELM). Es sábado 11 de mayo, la sala cuenta con 3 ventiladores al mismo tiempo por la temporada de calor.  Les explica los cinco módulos con los que cuenta la pedagogía que usa su colectiva: teorías feministas; autoconciencia para poner en práctica la teoría, autodefensa física y emocional; arte desobediencia con música y pintura; y taller técnico con fontanería, electricidad, carpintería. 

“Hay muchísimas mujeres, redes de mujeres, que hacen posible la escuelita”, dijo Arreola. “Ustedes al momento de inscribirse, de solicitar su entrevista, hacen posible la escuelita. Hay muchas mujeres que fueron fundadoras, pero en especial dos que decidieron que en la escuelita sería con una perspectiva lésbico-feminista”. 

Arreola relata que la escuela fue fundada en 2015, ella misma fue alumna antes de pasar a la coordinación. “Tranquilas, la intención no es que se conviertan en el cristianismo”, bromeó. “Yo como exalumna de la cuarta generación puedo decir que aún soy la guerrera más fuerte de las diosas. Y sí… Aún me gustan los hombres”. El círculo de mujeres ríe en coro. Esta perspectiva crea conciencia ante la discriminación y agresiones a las lesbianas. Pero no es la única tradición feminista que revisan.

Lo importante es abordar la historia de los feminismos y las luchas anti-patriarcales, dice Arreola, y entender que el feminismo no es una sola cosa, ni una sola lucha. “El feminismo tiene diferentes raíces, diferentes matices”, recalcó.

Eli es adulta mayor. Comparte su palabra durante la pausa antes de la clase de Teoría. Con gran sonrisa, cuenta que su hija le habló sobre el proyecto de la ELM. “Ustedes deben tener la edad de mi hija”, dijo, con un brillo desde sus ojos hasta sus canas. “Nunca es tarde para acercarse al feminismo”, dijo. “Yo quiero saber qué es la libertad de las mujeres”. Así empezó la décimo octava generación.

Cada año entran dos generaciones a la Escuela. Incluso en la pandemia, cuando la sostuvieron virtual. Aprovechan los viernes, sábado y domingo para impartir talleres teóricos y prácticos con seguimiento personalizado durante tres meses. La casa que alberga la escuela se llama Casa Libertad, en el centro de la ciudad. 

Arreola asegura a las ahí juntadas que se puede encaminar la libertad desde la autonomía. Es fotógrafa documental del movimiento feminista, quien ha procurado abrir espacios de aprendizaje en las periferias también. Su abuela es de la región mixteca y maestra de la sección 22 de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación. Dice que su abuela es su impulso para defender los derechos de las mujeres.

“La idea de la escuelita es que veamos que podemos ser autónomas sin ser individualistas, que tenemos las capacidades,” dijo Arreola en entrevista con Ojalá. “Es un trampolín hacia la libertad, la independencia como mujeres. Retomamos la capacidad de nuestro cuerpo, de saber que sí somos fuertes”.

Frutas de las libertades

Charlynne Curiel es la tallerista de Teorías de los feminismos y antropóloga social, profesora de la Universidad Autónoma de Oaxaca. Sonriente, acepta dar entrevista de lo que ella ha visto en estos años de impartir clases en la Escuela para la Libertad de las Mujeres. 

“El 2016 fue un parteaguas para el movimiento feminista, el momento en el que se levantó la ola, y la escuelita obedece también a esa ola”, dijo Curiel. “Pero también a todo un reflujo de violencias que hay contra las mujeres en Oaxaca, que las mujeres quisieron poner un alto”.

De acuerdo con el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, Oaxaca se encuentra en octavo lugar de femicidios, con 214 registros de de 2019 a 2023. Puebla se encuentra en el séptimo lugar con 229. Organizaciones de la Sociedad Civil denuncian que el número de feminicidios registrados por la Fiscalía de Oaxaca es bajo en comparación con los datos que contabilizan, por los criterios con los que clasifican muertes violentas como homicidio y no como feminicidio.

Durante la escuelita, dice Curiel, las mujeres se dan cuenta que desde sus propias vidas ya ejercían una lucha por sus derechos, aunque no lo llamaran feminismo. 

“La escuelita forma comunidades emocionales, un concepto que me gusta de Myriam Jimeno, antropóloga colombiana”, dijo Curiel. “Muchas son sobrevivientes o víctimas de algún tipo de violencia. Al compartir su dolor terminan sanando, pero además politizando el mismo dolor”.

Según las organizadoras de la ELM, ha sido evidente el fortalecimiento del movimiento feminista en Oaxaca. Este año la marcha del 8M en la ciudad fue muy nutrida, y derivó en protestas con pintas y acción directa. En el módulo de arte desobediencia de la ELM, las estudiantes se desahogan contra lo que las oprime de forma creativa. Muchas de las expresiones han derivado en pintas o en canciones que las manifestantes gritan en las marchas. 

Pedagogías que nutren el movimiento

La Escuela para la Libertad de las Mujeres no es el único proyecto autogestionado que busca juntar mujeres e impartir pedagogías feministas en México. Más hacia el centro del país, en la Ciudad de Puebla, está El Taller, un centro de sensibilización y educación humana que nació hace 17 años. 

Para concientizar sobre la diversidad sexual y los feminismos, las integrantes del El Taller crearon la Escuelita Feminista en 2012. Gabriela Cortés es fundadora y coordinadora de la Escuelita Feminista en la ciudad. Coincide en que el movimiento feminista ha creado una sinergia de la mano de la labor pedagógica que han llevado a cabo. En abril inició su décimo segunda generación.

“Es una Escuelita donde aprendemos todas de todas”, dijo Cortés. Cuenta que la primera escuelita fue primero un círculo de lectura de reflexión feminista. Ellas esperaban cinco. Llegaron más de 30 mujeres de diferentes edades donde leyeron sobre feminismos y violencias de autoras en su mayoría mujeres.

Desde la Escuelita realizan la Marcha de Las Putas en Puebla, en solidaridad con un caso de agresión a mujeres en Toronto, Canadá. Un policía agredió a una mujer diciendo que si no quería ser amenazada sexualmente, no se vistiera como puta. Así se llamó el movimiento, SlutWalk. Después de esa primera Marcha de las Putas en 2011, El Taller organiza la marcha desde la Escuelita de 2012 en adelante. El evento adquiere una personalidad distinta cada año, dependiendo de la generación que estudie. Al principio marcharon 50, ahora son miles las que salen a la calle a protestar en la ciudad conservadora cada octubre.

En la Escuelita imparten clases de teoría, artes escénicas o musicales y autodefensa; el tema laboral y de salud. Pero también se acerca a las mujeres a las distintas luchas y realidades de lucha feminista: desde las obreras, las madres de víctimas de feminicidio, desaparición forzada, hasta las defensoras de la tierra. 

Las mismas escuelitas han servido para reflexionar sobre cómo fortalecer los procesos colectivos. En Puebla y Oaxaca, las organizadoras han desarrollado un protocolo de atención interno, porque muchas veces lo compartido en las escuelitas toca fibras muy sensibles.

“Hay veces que durante la generación, algo se movió, se desacomodó y ya está muy difícil acomodarlo”, dice Arreola. “Y no todas tienen el acompañamiento psicoterapéutico, no todas tienen una red”.

Inspiración y aprendizajes

También han brotado experiencias de escuelas feministas en el norte del país, como es la experiencia en Ciudad Obregón, Sonora.

Leona es integrante de la colectiva Sawa de Ciudad Obregón, Sonora. Prefiere ser nombrada así para resguardar su identidad. El año pasado realizaron ahí una escuelita feminista por primera vez y ahora buscan realizarla de nuevo, debido a los procesos positivos que detonó en la primera generación, entre ellos la unión de las mujeres en el contexto machista del norte del país.  

“La escuelita nació como una inquietud de nuestro colectivo de apoyar y ayudar a mujeres con diferentes temas diversos porque pues todas estamos en esto del feminismo”, cuenta Leona. Dieron para la escuelita, junto con integrantes su colectiva Sewa, clases de diversos temas cada mes, como de defensa personal, acompañamiento en temas legales, psicológicos, aborto y salud menstrual.

“Hemos aprendido que es totalmente necesario trabajar en comunidad y unirnos entre mujeres,” dijo Leona. “Me parece muy hermoso poder contar que en Ciudad Obregón las colectivas feministas, somos muy unidas a pesar de nuestras diferencias ideológicas”.

En México han germinado varios esfuerzos de escuelitas feministas, las cuales han nutrido el flujo del pensamiento feminista que permea en las generaciones más jóvenes que también se animan a marchar. En la Ciudad de México está el Espacio de formación política de la colectiva Comuna Lencha Trans, o en Guanajuato la Colectiva Tierra Violeta, realiza formación con charlas y talleres aunque sean más esporádicos. 

Lo que dicen estas experiencias es que mientras más personas piensen en el feminismo de forma colectiva, hay una relación fértil entre la reflexión y la acción.