La cartografía del libro orgánico
A principios de mayo, tuvimos la oportunidad de asistir a la presentación de la edición mexicana de El libro en movimiento de Magalí Rabasa en La Volcana, un espacio social en la Ciudad de México fundado en 2021 por tres editoriales independientes (Bajo Tierra Ediciones, Tinta Limón y Traficantes de Sueños). Bajo Tierra Ediciones es la pequeña editorial que Rabasa menciona más adelante; hoy, el proyecto florece gracias a la persistencia y la lucidez política de todas las involucradas. El libro en movimiento se ha integrado en los mismos flujos que describe, lo cual es una hazaña destacable. Compartimos con ustedes un extracto a continuación. —Eds.
Fragmento de libro • Magalí Rabasa, traducido por Ezequiel Gatto • 25 de Mayo, 2023 • Read in English
Después de una serie de viajes a Bolivia, Perú, Colombia, y Brasil donde empecé a rastrear una red de pequeñas editoriales, en 2008 volví a la Ciudad de México para conocer a les editores de un libro que me había dejado con muchas preguntas. En una de las fiestas que solían organizar para recaudar fondos en su local en Portales, me encontré con un colectivo anticapitalista de jóvenes que habían armado una pequeña editorial poco tiempo antes.
Me intrigaba el evidente anacronismo de la producción de libros impresos, no sólo para el entorno orientado a lo digital del hip hop sino también para la escena de activistas jóvenes de la que forman parte los editores. El colectivo se compone de jóvenes que, como yo, se politizaron a comienzos del siglo XXI y citan el levantamiento zapatista y el movimiento alterglobalización como influencias formativas.
En efecto, tal como escribió la teórica militante argentina Verónica Gago, “la insurgencia zapatista... marca a toda una generación militante a escala planetaria”. Los zapatistas, como otros movimientos autónomos, hacen un uso estratégico de Internet y de otras tecnologías digitales, no sólo como herramientas de propaganda sino como ejes fundamentales de sus praxis anticapitalistas.
Utilizo el término “autónomos” para referirme a movimientos que, a diferencia de sus antecedentes de izquierda, no se definen por ninguna categoría ostensiva, como clase, partido o identidad. En lugar de eso, estos movimientos populares y experimentos con la autonomía son definidos por sus prácticas, que incluyen la autoorganización, el horizontalismo, el cooperativismo y la ayuda mutua.
De esta manera, los movimientos del siglo XXI, que, como dicen muchos, “están por todas partes”, se caracterizan por su alejamiento de las formas programáticas y verticalistas de la organización política y por privilegiar el diálogo y la comunicación como sus modos fundamentales, mientras trabajan en lo cotidiano para construir políticas prefigurativas.
Aun existiendo un significativo cuerpo de investigación académica dedicado a analizar los nuevos movimientos latinoamericanos, esta atención Norte-Sur ha replicado el tipo de imperialismo intelectual que los académicos de la región han denunciado con agudeza.
En el mismo ensayo citado más arriba, Gago escribe:
Y justo cuando América Latina devenía una suerte de escena de vanguardia de la insurgencia, parecía quedar minorizada su producción conceptual, que no se podía ver sino como siempre tutelada. Como si no pudiese pensarse lo que aquí sucede más que como un aderezo experiencial para una adecuación bibliográfica que sigue el ritmo de ‘modas’ o teorías dominantes…
Lo que ella señala aquí es la falla o, peor aún, el rechazo de los académicos a reconocer y valorizar la riqueza de la producción intelectual generada desde Latinoamérica. Esto no sólo perpetúa la dinámica del imperialismo intelectual y lo que Dipesh Chakrabarty llama la “ignorancia asimétrica” que los estudios poscoloniales, subalternos y decoloniales han criticado tan convincentemente, sino también el problemático binarismo entre pensamiento y acción.
Los movimientos que han atraído la atención global hacia Latinoamérica lo han hecho, en gran medida, gracias a su uso tremendamente innovador y creativo de los medios a la hora de autorrepresentarse. Medios libres es el nombre dado a las diversas redes descentralizadas de productores de medios que participan y acompañan a los movimientos autónomos.
Este fenómeno se volvió más visible a partir de finales de los noventa, con la plataforma online abierta conocida como Indymedia, que se multiplicó en innumerables páginas web gestionadas localmente a las que cualquiera podía acceder libremente y contribuir con textos, videos, fotografías o audios: Indymedia Chiapas, Indymedia Seattle, IndyBay, Indymedia Atenas, etc.
La abundancia de medios online ha sido crucial para los movimientos autónomos, incluido el zapatismo, en la medida en que ha permitido la creación de canales directos de comunicación con el mundo. De ese modo, los movimientos también enfrentaron el silencio y la desinformación impuesta y perpetuada por los medios mainstream o “comerciales”, a los que suele denominarse como cerco informativo/ mediático.
La tecnología digital y cibernética es lo que permite a las comunicaciones y noticias esparcirse rápidamente alrededor del planeta, como sucedió con la “Declaración de la Selva Lacandona” del EZLN el 1º de enero de 1994.
Pero, a pesar del lugar vital de los medios libres en el zapatismo y los movimientos alterglobalización, ha existido una prolongada tensión entre la eficacia y el alcance de los medios online y la importancia de las relaciones cara a cara para la construcción de redes políticas desde abajo. En el libro editado en 2013, Toma los medios, sé los medios, haz los medios, el Centro de Medios Libres en México afirmó:
Para romper un cerco informativo el problema no son las máquinas sino las personas que las echan a andar. La comunicación la hacen personas de carne y hueso, pero vivimos en una época de amor a las máquinas que nos impide comunicarnos. Hemos olvidado el sabor de las conversaciones a pie de parque, de escalera o de caminata, y creemos que tal o cual máquina logrará que tengamos comunicaciones eficientes. Lo importante es la parte humana, las nuevas relaciones sociales y las redes de comunicación de calle, pero ya no miramos ahí.
La “seducción de las máquinas”, advierten, ha creado un énfasis muy grande en las herramientas de comunicación eclipsando la vitalidad de las relaciones sociales que las direccionan y les dan forma. El alejamiento de las personas entre sí y el acercamiento a las máquinas, tal como dicen, es una tensión que debe ser reconocida e interrogada críticamente. Lo que exploro en El libro en movimiento representa un intento de trabajar constructivamente desde esa tensión.
Se trata de cómo un objeto —el libro impreso— produce y es producido por relaciones.
Magalí Rabasa. El libro en movimiento: Apuntes sobre la vida de un medio autónomo. Changing Suns Press, 2016 Canadá/EEUU).
—. El libro en movimiento: La política autónoma y la ciudad letrada subterránea (Trad. Ezequiel Gatto).
Tinta Limón/Tren en Movimiento Ediciones, 2021 (Argentina).
Bajo Tierra Ediciones, 2022 (México).
Kikuyo Editorial, 2023 (Ecuador/Chile).