8M en un México de luto
Una vigilia organizada por el colectivo Las Luciérnagas en la madrugada del 8 de marzo, 2025, en la Ciudad de México. Foto © Erika Lozano / @erika.kuru.
Opinión • Dawn Marie Paley • 19 de marzo, 2025 • Read in English
El 8 de marzo, en la oscuridad de la madrugada, madres, hermanas y amigas de mujeres asesinadas y desaparecidas comenzaron a reunirse en el Zócalo de la Ciudad de México. Juntas encendieron velas blancas y colocaron fotografías de sus seres queridos sobre el pavimento. Conforme la noche se hizo día, emergieron Las Luciérnagas, un nuevo colectivo de mujeres que nace de las cenizas de la violencia y la injusticia que tanto definen al México de hoy en día.
Su protesta fue la primera de una serie de actividades que dieron inicio al Día Internacional de la Mujer. También marcó el inicio de una intensa semana en la plaza más grande del país. El 9 de marzo, allí mismo se dieron cita simpatizantes de la presidenta Claudia Sheinbaum, formados en hileras ordenadas por afiliación y ondeando banderas blancas y guindas. El sábado siguiente, 15 de marzo, decenas de miles de personas más volvieron a tomar la plaza, colocando zapatos y encendiendo velas para mostrar su indignación y tristeza tras el descubrimiento por parte de las madres de los desaparecidos de un campo de exterminio en el estado de Jalisco.
México es un país en guerra y su población está de luto, cosa que, como se sabe, es muy difícil de hacer tras una desaparición. Desde que asumió el cargo en octubre, el gobierno de Sheinbaum se ha centrado en transmitir mensajes positivos, impulsar políticas favorables a las empresas, aumentar las operaciones militares e insistir en que la violencia está disminuyendo. Las solemnes y furiosas multitudes que con poca anticipación se reunieron en la Ciudad de México y en todo el país el sábado pasado dejaron claro que la ola de desapariciones —que ahora asciende a más de 124,000, la mayoría de las cuales tuvieron lugar desde 2006— no ha disminuido, ni se ha hecho justicia.
Los cientos de miles de mujeres, personas trans y disidencias que marcharon por todo el país el 8 de marzo demostraron que es el movimiento feminista —profundamente entrelazado con la organización de madres de desaparecidxs y víctimas de feminicidio— el que está ampliando la lucha por la justicia y la transformación social.
Mujeres queman réplicas de cartón de oficinas gubernamentales en la avenida Reforma de la Ciudad de México la mañana del 8 de marzo, 2025. Foto © Erika Lozano / @erika.kuru.
Una masiva movilización por el 8M en la Ciudad de México
En los días previos al 8 de marzo, trabajadores del Gobierno de la Ciudad instalaron vallas metálicas alrededor de la catedral, Palacio Nacional y otros edificios públicos del Zócalo, así como de los monumentos que se encuentran a lo largo del recorrido de la marcha anual. La manifestación de Las Luciérnagas a primera hora de la mañana dio inicio a un día lleno de protestas en la ciudad más grande del hemisferio, durante el cual cientos de miles de feministas recorrieron la Ciudad de México. Antes del mediodía, grupos de madres y activistas realizaron teatro callejero y colocaron tendederos de denuncia frente a la Antimonumenta a las Mujeres que Luchan en la glorieta de la avenida Reforma.
Los primeros contingentes de madres de víctimas y coordinadoras de la marcha partieron de la avenida Reforma hacia el Zócalo alrededor del mediodía. El grueso de la marcha estaba formado por cientos de miles de feministas autónomas, muchas organizadas en bloques por escuela o por causa, que llenaron las calles y desbordaron el centro de la ciudad. Coreaban sus conocidas consignas, grafiteaban todo lo que encontraban a su paso, prendían bengalas moradas y llevaban carteles pintados a mano a favor de Palestina y en contra del patriarcado, la violencia y la complicidad con el abuso. El flujo de manifestantes continuó entrando en el Zócalo hasta bien entrada la noche. A diferencia de años anteriores, casi no hubo presencia policial a lo largo de la ruta de la marcha. El ambiente era festivo, militante y desafiante.
Esa tarde, las coordinadoras de la marcha montaron una tarima en el Zócalo donde se pronunciaron discursos, pero para cuando llegué, alrededor de las 4:30 p.m., no había ninguna actividad centralizada. La plaza amurallada estaba llena de feministas; el ambiente estaba cargado de energía. Las jóvenes encendían bengalas de color púrpura y posaban para sacarse fotos con sus amigas. Otras confeccionaron arte de protesta con ropa. El bloque negro, con el rostro cubierto, golpeaba con fuerza sus martillos contra las paredes metálicas. Algunas colocaron sus carteles de protesta a lo largo de una calle que salía de la plaza, otras los amontonaron y los vieron arder.
Una mujer marcha en la Ciudad de México con un cartel que dice “Presidenta: No llegamos todas, diario asesinan a muchas con A” el 8 de marzo, 2025. Foto © Dawn Marie Paley.
Una constelación de protesta
La marcha de la Ciudad de México fue tan masiva que es imposible que una sola persona pueda entender el evento en su totalidad. Lo que es crucial recordar es que, así como las feministas se apoderaron del centro de la Ciudad de México, también lo hicieron sus compañeras en ciudades de todo el país. Y aunque cada contexto local es diferente, los mensajes fueron similares en los otros 31 estados de la República.
Las mujeres denunciaron a los políticos maltratadores o a los que bloquean la justicia. Otras hicieron escraches, pegando el nombre y las fotografías de los victimarios a lo largo de la ruta de la marcha. Llevaban carteles en los que hablaban de la violencia que habían sufrido y sobre la que habían guardado silencio. Hablaron en nombre de aquellas que no pueden hacerlo.
Una mujer sentada en silla de ruedas sostiene un cartel que dice “Soy mujer, claro que soy feminista” durante la marcha del 8 de marzo, 2025. Foto © Dawn Marie Paley.
En varias marchas a lo largo del país, las manifestantes prendieron fuego a edificios gubernamentales. La rabia que impulsa a las feministas presentes en las calles es tal que, cuando se produce un acto de iconoclasia, la respuesta más común entre las personas cercanas es corear “fuimos todas” o “esa morra sí me representa”. Marcha tras marcha, las mujeres portaron carteles en los que criticaban el moralismo en torno a estos actos, señalando que no se produce tanta indignación por la desaparición o el asesinato de mujeres. De esta manera, las feministas han superado los desacuerdos sobre la acción directa que han dividido durante mucho tiempo a los movimientos de izquierda tradicionales.
En la ciudad de Oaxaca y en Pachuca, Hidalgo, la policía derribó las barreras erigidas por los gobiernos municipales y atacó a las manifestantes con gases. En Oaxaca, agentes dispararon balas de goma. En la ciudad de Chihuahua, se impidió que la marcha avanzara hasta la Cruz de Clavos, un monumento creado por activistas locales para recordar a las víctimas de feminicidio. Un grupo de 10 mujeres fueron golpeadas por policías vestidos de civil y tres fueron detenidas. “No dijeron absolutamente nada, solo te agarran y te detienen”, dijo una de las manifestantes en una conferencia de prensa al día siguiente.
La presencia de feministas transexcluyentes (TERF) fue sumamente reducida el 8 de marzo en Ciudad de México. El 15 de marzo, se celebró una pequeña contramarcha de feministas transexcluyentes que gritaron consignas contra el “borrado de las mujeres” y métodos anticonceptivos. En otras ciudades del país hubo contingentes TERF más grandes, algunos de las cuales marcharon al lado de mujeres cristianas de derecha a favor de políticas antiaborto. El feminismo antitrans ha sido vinculado a los partidos políticos de derecha de México que intentan capitalizar y cooptar el movimiento feminista, mientras que grandes sectores del movimiento feminista se han distanciado explícitamente de la violencia del terfismo.
Feministas cotorreando en el Zócalo de la Ciudad de México casi seis horas después del inicio de la marcha del 8 de marzo, 2025. Foto © Dawn Marie Paley.
Las mujeres en el poder y la máquina de muerte en México
La marcha del Día Internacional de la Mujer de este año en México fue la primera bajo la presidencia de Claudia Sheinbaum de Morena. La Ciudad de México está gobernada por Clara Brugada, también de Morena, y otros 12 estados tienen gobernadoras, la mayoría de ellas del mismo partido. El eslogan de la presidenta, “llegamos todas”, fue confrontado directamente por activistas, que señalaron que once mujeres son asesinadas cada día en México. Esa misma mañana, el cuerpo de Gilda Guadalupe Pérez Rivera fue encontrado en un parque de Tlatelolco, a menos de cinco kilómetros del Zócalo de la ciudad capitalina.
Aunque ha sido más diplomática con las protestas que su predecesor y mentor político Andrés Manuel López Obrador, como presidenta, Sheinbaum ha minimizado la escala de la violencia en México, profundizando la militarización y apoyando a un ejército cada vez más agresivo. Cuando a principios de marzo Donald Trump aplicó aranceles del 25 por ciento a los productos mexicanos que entran en Estados Unidos, Sheinbaum pidió a sus seguidores que se reunieran en un acto público y político el domingo 9 de marzo en el que, dijo, anunciaría contramedidas. Pero los aranceles se levantaron el 6 de marzo y el acto del domingo se convirtió en un festival de nacionalismo y en pro del libre comercio.
Para el momento en que los partidarios de Sheinbaum entraron en el Zócalo el 9 de marzo, las barreras metálicas negras alrededor de los edificios gubernamentales habían sido retiradas, y los grafitis feministas del día anterior ya habían sido borrados.
Mientras entre los presentes sí había auténticos partidarios de Sheinbaum, que sigue disfrutando de altos índices de aprobación, otros fueron trasladados en autobús al centro de la ciudad desde lugares tan lejanos como Ciudad Juárez, un viaje de 30 horas. Lamentablemente, 18 personas que habían asistido al evento murieron al volcar su autobús cuando regresaban a Oaxaca. A otros se les pagó hasta 900 pesos (45 dólares) por participar o lo hicieron por miedo a perder sus trabajos en sectores estatales. A diferencia de las manifestaciones disruptivas y autoorganizadas en todo el país el día anterior, la demostración de fuerza de Sheinbaum fue un acto escenificado y centralmente organizado.
Sheinbaum se dirigió a la multitud flanqueada por su gabinete. La primera mujer presidenta de México no mencionó la movilización histórica del día anterior, sino que recurrió a consignas nacionalistas y favorables al libre comercio. De hecho, lo único que quedó del día anterior fue una pancarta colgada por la Secretaría de la Mujer que decía: “El poder judicial tiene una deuda histórica con nosotras. ¡Que la pague con justicia, no más impunidad!”. La misma hace referencia a una controvertida reforma judicial que nació durante el mandato de López Obrador y que fue aprobada por ambas cámaras del Congreso durante el primer mes de mandato de Sheinbaum. Dicha reforma supuestamente remediará la impunidad y la corrupción desbocadas en el sistema judicial.
Zapatos en representación de algunos de los más de 200 pares encontrados en un campo de exterminio en Teuchitlán, Jalisco, a principios de marzo, colocados en el Zócalo de la Ciudad de México el 15 de marzo, 2025. Foto © Erika Lozano / @erika.kuru.
Días después comenzó a explotar en los medios de comunicación el descubrimiento de restos humanos y cientos de pares de zapatos usados que indicaban exterminios masivos en un rancho de Teuchitlán, a las afueras de Guadalajara, en el estado de Jalisco. La respuesta de Sheinbaum a la creciente indignación fue dura y austera, sugiriendo que era necesario llevar a cabo una investigación antes de sacar conclusiones precipitadas. Pronto se supo que la Guardia Nacional y las autoridades estatales habían asegurado la misma zona previamente, algo que demuestra la complicidad e inacción del Estado en el contexto de los crímenes contra la humanidad.
La indignación creció y se convocaron decenas de vigilias en todo el país para el 15 de marzo. “Presidenta: ¿ahora sí nos ve? +124,000”, decía un mensaje pintado en el Zócalo de la Ciudad de México durante la protesta de esa noche.