Una masacre en Argentina genera ira y miedo en la comunidad LGBTQIA+
Reportaje • Valen Iricibar • 24 de mayo, 2024 • Read in English
Pamela. Roxana. Andrea.
Tres nombres que desde el domingo seis de mayo están en boca de toda la comunidad LGBTQIA+ argentina, tres lesbianas víctimas mortales de un ataque brutal cuyos detalles recorren el mundo. La noche anterior, un vecino arrojó un explosivo en el cuarto de dos parejas lesbianas mientras dormían en una pensión en el barrio de Barracas, Buenos Aires.
Pamela Cobbas falleció horas después. Roxana Figueroa el miércoles. Andrea Amarante el domingo.
La cuarta víctima, Sofía, cuyo apellido no estamos publicando por razones de privacidad, sigue hospitalizada. Se espera que le den la alta en un par de semanas. Su red de contención fue totalmente destruída y no tiene a dónde ir.
“Cómo se creen que llegamos a los femicidios, si no es por toda esa historia de la degradación de las diversidades, las mujeres y las lesbianas”, dijo Lili Torales de la comisión de género en la Asamblea Barrial de Flores, hablando en una protesta frente del Congreso el viernes 10 de mayo.
“Tenemos que pensar en eso, porque si nos quedamos solamente con el crimen y no entendemos cómo estamos llegando a esta situación, todo vuelve".
Aproximadamente trescientas personas rodeaban a Torales mientras hablaba. Sostenían carteles que reclamaban “Fue lesbicidio” y “No es libertad, es odio” mientras mosquitos insistían entre los abrazos y canticos.
Desde la campaña electoral de Javier Milei, quien asumió como presidente de Argentina el 10 de diciembre 2023, los discursos de odio y acciones anti-feministas y anti-LGBTQIA+ se han vuelto más fuertes y habituales. Actitudes de odio permean su coalición política, La Libertad Avanza (LLA), desde redes sociales a dichos peligrosos por integrantes claves.
“Este engendro lo dijo en Davos, que el enemigo es el movimiento feminista en todo el mundo y nos puso una bala en la cabeza a la todas mujeres, a las diversidades y a todos los colectivos”, continuó Torales, refiriéndose al presidente.
Organizadores advertían cada rato que la policía amenazaba con el protocolo anti-piquete de la ministra de Seguridad Patricia Bullrich si manifestantes no se mantenían en la vereda.
“Tenemos que seguir en las calles. Si no nos cuidamos entre todas y todes, nos van a seguir matando”, dijo Torales.
Saña histórica y actual
La masacre de Barracas delata cómo la comunidad se encuentra cada vez más precaria en un contexto de ajuste económico que la golpea particularmente fuerte y una nueva dirigencia política que avala la violencia anti-LGBTQIA+.
De ahí el eje central de las protestas que se organizaron desde el ataque: “No es libertad, es odio”, un duro cuestionamiento a qué pregonan desde el gobierno con su frase característica y constante de “Viva la libertad carajo”.
El desmantelamiento del estado inclusivo empezó inmediatamente bajo la administración de Milei. El Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad pasó de inmediato a ser una subsecretaría dentro del nuevo Ministerio de Capital Humano.
El vocero presidencial Manuel Adorni calificó el Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI) entre “diferentes institutos que no sirven absolutamente para nada”. En febrero el gobierno anunció que cerraría.
Cientos de trabajadores han sido despedidos de ambos espacios claves como instituciones que promovían y protegían los derechos LGBTQIA+. El martes 21 de mayo hubo más de 100 despidos del INADI, incluyendo personas LGBTQIA+.
“El atentado se enmarca una desigualdad histórica y también en un momento en donde estamos con un posible eliminación del INADI y el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad que ya no está", dijo Jesi Hernández, activista LGBTQIA+.
“Y que también que haya políticos que están y forman parte de este gobierno teniendo argumentos de odio hacia la comunidad incrementa que sucedan cosas como estas. Los discursos de odio no son gratuitos”.
A raíz de la masacre, Hernández se unió a Autoconvocades Lesbianes por Barracas, una nueva red que impulsa las acciones en torno al ataque y las víctimas. La asamblea barrial de Barracas, un barrio de clase trabajadora en el sur de la ciudad de Buenos Aires, se sumó a las iniciativas.
“Se dice que hay un estado ausente pero en realidad hay un estado muy presente con estas políticas”, dijo Julieta Lopinto a Ojalá. “Políticas de vaciamiento, vaciamiento de todo lo que es el area de derechos humanos, todo lo que es la comunidad LGBT, vaciamiento de espacios de mujeres, de personas con discapacidad, todo a favor de las grandes empresas que se siguen llenando los bolsillos”.
Lopinto pertenece a Sueño de Mariposas, un espacio intergeneracional que busca visibilizar la vejez lésbica y la creación eventual de un “lesbiátrico”: un geriátrico para personas que se perciben como lesbianes, un lugar seguro para envejecer en comunidad.
Para Lopinto, las condiciones en las cuales vivían las cuatro mujeres— compartiendo un cuarto en una pensión en situaciones de precariedad laboral y las amenazas de un vecino—son justamente las que ponen bajo la lupa con Sueño de Mariposas.
“Es una realidad que viven muches compas y muchas personas fuera de la comunidad [LGBTQIA+] que están en esa realidad donde hay precariedad afectiva, precariedad económica y precariedad hospitalaria, porque después de vivir una vida de violencias y de abusos muchas no elegimos ir a un hospital a hacer un seguimiento de salud”, dice Lopinto.
En su intervención afuera del Congreso, invoca la memoria de Alicia Caf, la lesbiana que fundó Sueño de Mariposas en 2017 por estar en situación de calle. Después cuenta a Ojalá cómo Caf muere en las mismas condiciones en las que ella venía denunciando, trazando similitudes con la masacre de Barracas.
A Sofia, la sobreviviente de la masacre, “le prendieron fuego a su red afectiva, se quedó sin cama, se quedó sin ropa, sin zapatillas, se quedó sin nada, no tiene ni medias ni bombacha”, dijo Hernández. “Es momento de reparar también hacia nuestra comunidad de tantas muertes, es un momento de aportar, en este caso economicamente. Las chicas no tienen familia y todo lo que es el funeral va a salir de nuestros bolsillos”.
Fue lesbicidio
El 13 de mayo, con el primer frío otoñal que aún no lograba sacudir los mosquitos voraces, cientos de personas congregaron en Plaza Colombia a unas cuadras de la pensión de Barracas para marcar una semana del ataque.
Hernández con buzo rojo y campera negra de abrigo lee un documento escrito por Autoconvocades Lesbianes por Barracas, reclamando justicia y recalcando que las cuatro mujeres fueron quemadas por ser lesbianas pobres.
Con carteles y banderas, la plaza se llenó y la multitud cortó la Avenida Montes de Oca al grito de “Señor, señora, no sea indiferente, se matan a lesbianas en la cara de la gente”. El protocolo que empujaba la gente a no tomar la calle quedó olvidado, aún cuando un par de oficiales atravesaron la columna arriba de una moto.
Llegan a la dirección Olavarría 1621, donde ocurrió el ataque. La comunidad arma un altar con flores, banderas y carteles. El edificio conoce nuevamente el humo, esta vez perfumado.
“El avance del discurso del odio no solamente es algo que viene históricamente, si no que está profundizado en este contexto político y de hecho está invisibilizado por los propios gobernantes”, dijo Lopinto, quien tiene una bandera sobre los hombros que dice “Vejez lésbica en resistencia”.
Milei y su entorno han apuntando discursivamente contra la comunidad LGBTQIA+ desde la campaña electoral, cuando calificaba la Educación Sexual Integral como un plan de exterminar a los seres humanos como parte de la agenda post-marxista.
Cuando le preguntaron por su postura en cuanto a la homosexualidad dos días antes de asumir, Milei contestó: “¿Qué me importa a mí cuál es tu elección sexual? Suponete que vos querés estar con un elefante, si tenés el consentimiento del elefante problema tuyo y del elefante”.
Nicolás Márquez —biógrafo, amigo de Milei y referente de LLA— dijo en un programa de radio popular que la homosexualidad es una “conducta autodestructiva insana” días antes del ataque. En redes sociales Márquez contestó a un artículo con el título “Las quemaron por lesbianas” con “Entonces no te hagas lesbiana así no te matan. Buen motivo para reivindicar la heterosexualidad”.
Luego borró el comentario.
En la conmemoración convocada el 13 de mayo, la noticia del fallecimiento de Andrea Amarante la mañana anterior era un dolor fresco y hubo alaridos de ¡Lesbiana! entre los canticos tradicionales afuera de la pensión. Así se cumplía de forma feroz el poema de Macky Corbalán, poeta lesbiana de la provincia argentina de Neuquén: “Lesbiana lesbiana lesbiana lesbiana, decirlo tantas veces como las que se lo calló”.
El agresor está hospitalizado, imputado con homicidio. La Defensoría LGBT de la Ciudad de Buenos Aires busca cambiar la carátula a lesbicidio. Presentaron al juzgado su informe del 2023, que advertía sobre las declaraciones agraviantes de LLA hacia la comunidad LGBTQIA+ durante la campaña.
Hasta hoy no hubo respuesta oficial del gobierno salvo el vocero presidencial negando que el ataque haya sido por lesbo-odio específicamente. María Rachid, titular de la Defensoría LGBT de la Ciudad de Buenos Aires, cuenta a Ojalá que es de los crímenes de odio más crueles que ha vivido la Argentina en los últimos años y abundan las preocupaciones por el futuro.
“Porque estos discursos de odio no han disminuido, ni siquiera a partir de este crimen. Todo lo contrario, el vocero del presidente salió a decir que no tenía que nada que expresar sobre la masacre de Barracas porque fue un asesinato igual que muchos otros”, dijo Rachid. “O sea expresamente se negó a manifestar cualquier tipo de repudio o dolor por lo que pasó.”
Rachid señaló que la legislatura de la Ciudad de Buenos Aires aprobó un proyecto de declaración repudiando el ataque y que legisladores de LLA se abstuvieron. “Esos son mensajes que avalan, que legitiman, que empoderan a los sectores que se manifiestan con violencia”, concluye.
“Está más difícil, lo pensamos dos veces antes de ponerte un pin del orgullo, entendés, porque ahora tenés a cualquier gil que viene y te pega", dijo Hernández en entrevista con Ojalá. “Siempre existió: antes se decía pero quizás no se hacía nada. Ahora con los discursos de odio desde arriba está habilitado que las personas digan y ejecuten".
Queda la calle Olavarría pintada y empapelada con sus nombres. Pamela. Roxana. Andrea. Sofía. Las velas prendidas, las banderas arcoiris en las rejas, una guirnalda callejera de duelo y memoria.