En defensa de los tejidos en Guatemala
Tejiendo y aprendiendo juntas. Dos mujeres mayas q’eqchi trabajan en un telar, ambas son tejedoras en una comunidad de Chisec, Alta Verapaz. Foto © Cristina Chiquin.
Reportaje • Teresa Gonón y María Guarchaj • 16 de enero, 2025 • Read in English
María Elena Curruchiche está hincada sobre un petate en el patio de su casa en San Juan Comalapa, Guatemala. Tiene un mecapal fruncido a su cintura que cuelga de la urdimbre de la tela amarrado en lo alto de la viga de su casa. Lanza la bobina con hilo corinto de izquierda a derecha. Remata con un golpe ayudándose de una espada de madera para que el hilo cruzado quede apretado dentro de la urdimbre. Curruchiche realiza la misma acción varias veces con rapidez, intercambiando colores hasta que el matiz deseado se complete.
“Nuestros tejidos y principalmente los huipiles complementan nuestro ser, las mujeres como mi edad, de 65 años en adelante, solo usamos huipil no usamos blusas, porque no nos sentimos bien”, comparte Curruchiche, tejedora kaqchikel.
Los tejidos en Guatemala son sobre todo un arte que condensa la historia, cultura, economía y espiritualidad de los pueblos originarios. Hay 22 comunidades lingüísticas que conforman el país, más el xinka, garífuna y el mestizo. Cada región y pueblo tiene su propia forma de elaborar su indumentaria, técnica que los pueblos han realizado por siglos desde la civilización maya antigua.
“Los tejidos alrededor del mundo son tecnología primaria, que marca el antes y después de los pueblos: inventan la urdidora para volver una tela, en la historia, es la acción que indica un proceso civilizatorio y Guatemala no es la excepción”, dice María Jacinta Xón, antropóloga maya k’iche’, a través de una videollamada.
“Los tejidos son la forma propia de la humanidad para agenciarse y a la vez plasmar su historia", asegura Xón. En las comunidades de Guatemala realizan tejidos, entre los que destacan los cortes (parecidos a faldas), los huipiles (que se relaciona con las blusas), los perrajes, las servilletas, las chamarras (ponchos) y una diversidad de telas que luego son transformados. También hay departamentos donde viven personas mestizas que han dejado de utilizar la indumentaria, pero que siguen tejiendo, como en algunas zonas de Quetzaltenango y Escuintla.
Una iniciativa para proteger a las tejedoras
El movimiento de tejedoras en Guatemala está conformado por 25 consejos de tejedoras de 25 distintos municipios entre los que destacan en los departamentos de Sacatepéquez, Chimaltenango, Guatemala, Alta Verapaz, Huehuetenango y Quiché. Uno de los municipios con mayor interés y participación ha sido San Juan Atitán, que se ubica a las alturas de la Sierra de los Cuchumatanes, en el departamento fronterizo de Huehuetenango.
Su labor en defensa de los tejidos ancestrales empezó a tomar forma a partir del 2014. Primero les unió la necesidad de acompañar y respaldarse entre tejedoras por las diversas situaciones que padecen, entre ellas la baja paga que reciben. “La utilidad que los intermediarios hacen de las tejedoras, al vender los tejidos al doble precio que pagan a las tejedoras, es una explotación moderna”, dice Milvia Aspuac, representante de la Asociación Femenina para el Desarrollo de Sacatepéquez (Afedes) que trabaja con el movimiento de tejedoras.
“Al darnos cuenta de la necesidad de llevar al Congreso nuestra petición, nos organizamos, realizamos asambleas de 600 o hasta 1,200 tejedoras”, dijo Aspuac en entrevista con Ojalá.
En 2022, el Movimiento Nacional de Tejedoras Ru chajixik ri qana’ojbäl, que significa “resguardo de nuestro conocimiento” en idioma kaqchikel, presentó la Iniciativa de ley 6136. La iniciativa propone la protección de la propiedad intelectual colectiva sobre los textiles e indumentaria de los pueblos y comunidades indígenas de Guatemala.
Fueron varias asambleas a nivel nacional, proceso que llevó a mucha reflexión. Surge de la necesidad: son las tejedoras organizadas quienes acuden al movimiento de Tejedoras para que las acompañen y les den orientación porque quieren unirse a la defensa de la propiedad intelectual de los tejidos.
La propuesta de avanzar una iniciativa legal surgió del diálogo entre tejedoras por la necesidad de proteger y resguardar los diseños de los tejidos, a la vez que se reconozca el conocimiento que los tejidos constituyen y esto de manera colectiva.
La tejedora Curruchiche, quien es miembro del Movimiento de tejedoras, explica que la importancia de la ley yace en la protección del oficio y los conocimientos para futuras generaciones. “Nos daría la oportunidad de frenar la usurpación de derechos de parte de los diseñadores y empresarios”, dice.
Propuesta en pausa
La iniciativa de ley fue presentada por diputados miembros de la Comisión de Pueblos Indigenas, Afedes y el Movimiento de tejedores Ru chajixik ri qana’ojbäl en septiembre del 2022, y el 29 de febrero de 2024 fue remitida a la comisión de desarrollo social del Congreso de la República. Desde entonces no ha tenido mayor avance.
La iniciativa contempla la creación del Consejo Nacional de la Propiedad Intelectual sobre textiles e indumentaria, lo que requiere de fondos para su funcionamiento. “Buscamos dialogar con el Ministerio de Finanzas para analizar de dónde pueden provenir los fondos”, comenta Aspuac. Confirma que han intentado reunirse con la Comisión de Desarrollo Social pero a la fecha no lo han logrado.
Aspuac asegura que empujar esta propuesta les desafía porque “somos mujeres y luego tejedoras”, al referirse a la falta de recursos y tiempo para dar seguimiento a la propuesta. Mientras presiona para que avance la iniciativa de ley, Afedes sigue acompañando los distintos consejos de tejedoras, fortaleciendo sus estrategia de incidencia.
Desde el punto de vista de Xón, antes de continuar con el proceso de la iniciativa “es imprescindible seguir evaluando el mecanismo de protección de los tejidos”.