Cuba y las izquierdas internacionales
Opinión · Lisbeth Moya González · 1 de mayo, 2024 · Originalmente publicada en la revista New Politics en la edición de verano 2023 · Read in English
Este es el quinto en una serie de seis textos de diferentes autores con perspectivas críticas a la izquierda cubana. Lee la introducción aquí, y el cuarto texto aquí.
Desde el punto de vista de las izquierdas internacionales, Cuba es un territorio de conflicto. Es indudable la influencia de la revolución cubana en el ascenso del progresismo en América Latina. Es indudable también la solidaridad de la izquierda mundial para la supervivencia de la revolución cubana hasta nuestros días.
Una de las mayores dicotomías para las personas de izquierda que disentimos dentro de Cuba es: ¿cómo hacerlo desde un sistema político históricamente atacado por los imperialismos?
No obstante, la mayoría de los que disentimos en Cuba desde la izquierda hemos entendido que la revolución cubana no responde al lema de continuidad del que tanta propaganda política hace el actual gobierno. Lo que la revolución cubana planteó en sus inicios ha ido degradándose al punto de ser Cuba, ahora mismo, un país sumido en la pobreza, con escasas libertades democráticas y un gobierno que ha demostrado que va a llegar hasta las últimas consecuencias para mantenerse en el poder.
El espejismo cubano
Dialogar con las izquierdas internacionales es siempre un reto para quienes desde Cuba pretendemos hacer política y cambiar las cosas. Es un reto porque en muchas ocasiones, desde una visión paternalista, las izquierdas foráneas intentan proteger el mito y asocian todo tipo de disenso respecto a Cuba con las históricas intenciones de las derechas y los imperialismos, o con ecos de la Guerra Fría y la campaña mediática que se cierne sobre "la Revolución". Digo Revolución en mayúsculas y entre comillas porque ese ente abstracto, mitad líderes carismáticos y mártires, mitad proeza social y política, es el fantasma venerado por buena parte de la izquierda internacional.
Considero un error táctico grave entender a Cuba desde la particularidad de su sistema político y no como una nación inserta en el sistema-mundo. La experiencia de aplicación de modelos similares ha demostrado que el socialismo en un solo país va a ser asfixiado por sus contrarios o derrocado desde dentro por sus "líderes" y burócratas. Cuba está sola en muchos aspectos y ha sido la izquierda internacional, consolidada en poder o no, su principal aliada. Pero imaginar a Cuba como el bastión de la democracia y la justicia social, convertirla en souvenir e idealización de la utopía, le hace tanto favor como quienes la satanizan y pintan como un cuartel.
En los últimos tiempos, muchas de esas izquierdas han despertado y me atrevo a decir que buena parte de los sectores trotskistas mundiales, con sus particularidades y el espíritu de disenso que les caracteriza, han sido pioneros en la comprensión de la realidad de las izquierdas cubanas y han intentado acercarse con ímpetu conciliador.
Siempre he esperado un pronunciamiento realista respecto a Cuba de grandes intelectuales de izquierda en situaciones críticas y, si bien, en momentos como el 11J algunos se han preocupado y apoyado desde las sombras, muchos otros han hecho silencio o sencillamente adoptado una postura de defensa al gobierno cubano ante actos indefendibles desde cualquier ideología, como es el caso de la represión y las altas condenas a presos políticos. Ante eso, me pregunto cuántos años hubieran estado presos en Cuba cualquiera de esos activistas o intelectuales que en sus países sí pueden manifestarse y sí pueden ser libres de escribir en sus redes sociales, por ejemplo.
Más allá de los mares
Emprender un diálogo entre las izquierdas, dentro y fuera de Cuba, es fundamental. La izquierda no va a sobrevivir aislada, porque tiene demasiados enemigos. En el caso de Cuba, quienes disentimos desde la izquierda tenemos en nuestra sien el revólver del gobierno, el de la derecha y el de las izquierdas utópicas internacionales. Es meridiano ese diálogo como base para organizar estrategias de mayor alcance. Cuba puede ser realmente esa "isla de la utopía". Dejar de idealizarla y realmente trabajar para que lo sea es el primer paso.
El diálogo de las izquierdas internacionales con la sociedad civil cubana hace mucho comenzó y ha sido posible, aun con la mirada expectante y las amenazas del gobierno cubano. El evento sobre Trotski y trotskismos realizado en La Habana en 2019 abrió las puertas a muchos partidos, intelectuales y tendencias políticas, sobre todo trotskistas que han mantenido contacto y apoyo constante a la izquierda crítica cubana. Algunos de ellos, afiliados a sectores de la izquierda más gubernamental, como es el caso de la Corriente Marxista Internacional; otros como Marx 21 y Erick Toussaint, mucho más cerca de la izquierda crítica, que es sistemáticamente reprimida por el gobierno.
Para la sociedad civil cubana en toda su extensión ideológica, la llegada del internet a Cuba fue crucial. Tener un espacio virtual, independiente y accesible de expresión favoreció el surgimiento de plataformas políticas visibles de toda índole. Actualmente existe un entramado de revistas digitales, páginas o medios de prensa de izquierda crítica cubana que años atrás era impensable. Entre ellos están Comunistas blog, La Tizza, Tremenda Nota, La Cosa, Cuidadanías, Yo sí te Creo, Ágora, Socialistas en Lucha y Reclamo Universitario, entre otros muchos espacios que contribuyen a la pluralidad y el debate político desde las izquierdas.
Es crucial el debate con la izquierda norteamericana porque es en ese país donde se gesta la mayor hostilidad contra lo que pudo haber sido el proyecto cubano desde los inicios. Las sanciones norteamericanas son un freno al desarrollo de Cuba como nación, desde el modelo económico y social que sea. Ese debate y apoyo entre las izquierdas cubana y norteamericana es vital para ambas partes, porque el día que los Estados Unidos tengan una relación política de normalidad con Cuba, un paso sustancial hacia la verdadera democracia y justicia se habrá dado.
Cuba es ya parte de los Estados Unidos, porque Cuba no es solo el archipiélago, es también la diáspora, y mucha Cuba habita los Estados Unidos. El problema de esta isla pasa por conciliar también su sociedad civil, por calmar el odio de buena parte de esa diáspora que aborrece toda forma de izquierda porque en los inicios fue expropiada de sus riquezas, o porque después sufrió las consecuencias del autoritarismo. Cabe preguntarnos a ciencia cierta si ese autoritarismo, si este sistema deforme, no lo parió la presión política y económica norteamericana. Yo me atrevo a afirmar que la política exterior norteamericana es la madre de esta dictadura. El caso de Cuba es una serpiente que se muerde la cola.