Comunidades totonacas desafían a Pemex en defensa de su territorio
Ilustración digital creada para Ojalá © Elisa María M.V.
Reportaje • Ana Alicia Osorio González • 4 de abril, 2025 • Read in English
“Tienen que acostumbrarse, en otros lados se acostumbraron”, sentenció un representante de Petróleos Mexicanos (Pemex) a quienes se manifestaban en Papantla, Veracruz. Con esa frase, Pemex pretendía dejar sin atención la fuga de hidrocarburo de uno de sus ductos, que llevaba ya un mes contaminando el pueblo.
Las personas de Ojital Viejo, municipio de Papantla, recuerdan que buscaron detener la contaminación del agua, tierras y arroyo que desemboca al río Cazones desde que ocurrió la fuga en agosto del 2024.
En la siguiente protesta salió todo el pueblo. Además de bloquear la carretera Papantla-Poza Rica, cerraron los más de 2,000 pozos petroleros de su municipio. Sacaron comunicados y publicaciones en redes sociales. Presentaron demandas ante un gran número de dependencias gubernamentales hasta conseguir atención y, tras tres meses de fuga, por primera vez en la región se ordenó una limpieza integral de los sitios contaminados.
El ejemplo de Ojital Viejo, donde viven alrededor de 500 personas, ha inspirado a otras comunidades totonacas que viven en Papantla a organizarse contra Pemex, la empresa productiva del estado mexicano para la explotación y transformación de hidrocarburos.
Desde entonces 12 comunidades han interpuesto denuncias por sus derrames, que habían sido ignorados por la Agencia de Seguridad, Energía y Ambiente (ASEA), el organismo federal desconcentrado encargado de regular y supervisar el sector de hidrocarburos.
Su lucha va más allá y no tiene precedente en la región: demandan el cambio de las tuberías envejecidas para evitar derrames y buscan obtener estudios científicos de las afectaciones que han tenido por los químicos.
Proteger la vida contra Pemex
Romualdo García de Luna es integrante del Consejo de Abuelos, una organización comunitaria que guía al pueblo de Ojital Viejo. Afirmó en entrevista con Ojalá que, para la comunidad totonaca que se asentó en la región hace más de 1,500 años, el bienestar es el equilibrio del ambiente entre animales, plantas, microorganismos, tierra, y agua. Todo lo intentan proteger de Pemex.
El pueblo totonaca, que habita en Papantla, es conocido por los Voladores de Papantla, hombres que danzan de cabeza desde un palo alto en un ritual de fertilidad y buenas cosechas, así como por la vainilla y zonas arqueológicas como Tajín.
En Papantla casi la mitad de la población es totonaca y bajo su tierra hay una importante riqueza económica. Sus campos petroleros produjeron en 2024 más de 11 mil barriles diarios de crudo y casi 13 mil millones de pies cúbicos de gas, lo que representa el tres por ciento de la producción terrestre de petróleo en México. Los ingresos de Pemex representan el 8.4 por ciento del Producto Interno Bruto de México, de acuerdo con el Centro de Investigación Económica y Presupuestaria, A.C.
Eso ha traído derrames y contaminación. Ahora, los pueblos se unieron, pero hay personas que llevan muchos años luchando. Fermina Pérez, defensora ambiental, ha trabajado en El Remolino, Papantla, para organizar a su comunidad contra Pemex. Ha encontrado dificultades para presentarlo ante la asamblea comunitaria.
“La mayoría son hombres y pues ellos lo ven como algo superficial”, contó Pérez a Ojalá.
Como muchas mujeres, lidera la defensa del territorio pese a obstáculos como la falta de tiempo por el cuidado familiar, que pocas son dueñas de sus tierras y su relegación en cargos comunitarios.
La contaminación les deja más tareas, como conseguir y gestionar el agua potable. En Ojital Viejo, por ejemplo, el agua potable solo llega una vez al mes. Los pozos están inservibles porque se contaminaron por Pemex.
Territorio sacrificado
El arroyo contaminado que atraviesa Ojital Viejo antes tenía plantas medicinales en sus laderas. Los ductos de Pemex también atraviesan el pueblo: tres en las parcelas y uno debajo de las casas.
El Centro Mexicano de Derecho Ambiental reportó en 2022 que había más de 2,055 pozos petroleros en Papantla. En más de la mitad se ha usado fracking, técnica de extracción que fractura la tierra con miles de litros de agua y de alto costo ambiental.
Los pozos se conectan por ductos hacia las instalaciones de Pemex en Poza Rica, el municipio vecino a donde llega la red nacional de ductos. Pemex no dice cuántos ductos hay, argumentando “seguridad”.
Los ductos, se introdujeron en las décadas de los 1960 y 1970. No han tenido mantenimiento, lo que genera fugas. La respuesta de Pemex ha sido ofrecer obras para evitar limpiezas. En Ojital Viejo se hizo la primera limpieza real en la zona. Tras una fuga que duró tres meses, por la presión comunitaria, la ASEA ordenó que una empresa externa a Pemex la realizara.
“Querían firmar una minuta donde se comprometían a que nos podían dar un salón de educación o una casa de salud”, contó Fabiola Cabrera Hernández, integrante del comité ante las autoridades en Ojital Viejo. Eso, dijo, era para evitar la limpieza.
A 12 minutos en auto de Ojital, un derrame contaminó el arroyo y los pozos en El Tajín, lugar que lleva este nombre por la zona arqueológica que tiene enfrente. La comunidad hizo una limpieza superficial. En lugar de limpieza, Pemex prometió pavimento que nunca llegó, contó Ariadna Jarumi Pérez, quien es representante comunitaria en El Tajín.
En El Remolino, a 40 minutos de Ojital Viejo, un derrame mató peces y animales domésticos, contaminó el arroyo y el sistema de agua potable que la comunidad había construido, dijo Fermina Pérez. Allí sí llegó la obra del salón que les prometieron.
El abogado Luis Antonio Pérez Pérez señaló que Pemex calla las quejas con oferta de obras y dinero del Programa de Apoyo a la Comunidad y Medio Ambiente (PACMA), un fondo de retribución de la riqueza a las comunidades con hidrocarburos. PACMA ha sido señalado de malos manejos y desvíos de recursos en varias investigaciones periodísticas.
Daños, riqueza y violencia
En México cada dependencia tiene números distintos sobre los derrames y fugas de hidrocarburos. Pero todas concuerdan en que el estado de Veracruz es el más afectado.
La Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) reporta 38 sitios contaminados en el estado, cinco de ellos en Papantla, entre 2015 y 2024. De ellos, 12 no tienen aprobado un programa de remediación del daño.
Por su parte, la ASEA, encargada de permisos y limpiezas, reporta 237 sitios contaminados por hidrocarburos en Veracruz —ninguno en Papantla— en el mismo lapso de tiempo. El portal oficial de Datos Abiertos difiere: registra 42 sitios contaminados en Veracruz, cuatro en Papantla.
Las diferencias de cifras hace que no se pueda tener certeza. García de Luna, el abuelo de Ojital Viejo, señaló que también hay fugas que no se reportan oficialmente. Las comunidades deben saber derecho ambiental para hacerlo, mientras Pemex busca silenciarlas con promesas.
Pemex llegó a tierras totonacas hace más de 60 años prometiendo riqueza, pero esta no se refleja en sus habitantes. En Papantla casi la mitad de la población vive en pobreza y la quinta parte en pobreza extrema.
Pero, con la riqueza para algunos, sí llegó el crimen organizado. Alejandra Jiménez, integrante de la Coordinadora Regional de Acción Solidaria en Defensa del Territorio Huasteca-Totonacapan (Corason) señaló que se insertó la violencia en la región debido a los recursos económicos que fluyen en las zonas petroleras.
En la región compuesta por Papantla, Poza Rica y otros municipios conurbados donde hay una alta movilidad económica, a inicios de los 2000 se asentaron Los Zetas, una organización criminal que se caracterizó por su alta violencia. Aunque actualmente ese cartel ya no existe, quedaron otros grupos criminales que se disputan el control de la región según el Gobierno del Estado.
En cada comunidad se murmura, en voz baja y con miedo, de algún nuevo secuestro, desaparición o balacera. Del año 2000 hasta el mes en curso, Poza Rica tiene registro de 247 personas desaparecidas. En Papantla son 55 y en Tihuatlán, 48, según la Secretaría de Gobernación.
Los colectivos de búsqueda han encontrado fosas y sitios de cremación en la zona, como La Gallera, en Tihuatlán, a tan solo 30 minutos de Ojital Viejo. En cinco ocasiones el Colectivo María Herrera halló allí restos calcinados.
El Ejército, la Marina y la Policía Estatal, que llegan en cada reforzamiento de seguridad por la violencia, han sido acusados de desapariciones y torturas.
Muchos de los que resisten contra Pemex prefieren no hablar del tema. Murmuran los casos y toman precauciones de seguridad, como evitar que sus familiares se involucren en la lucha.
A los riesgos por la violencia se suma que Pemex amenaza con denunciar a quienes se manifiesten. Hace 10 años detuvieron a una manifestante que pedía obras. Salió con pago de fianzas.
Atención integral, demanda urgente
Los derrames son solo una parte del problema que enfrentan las comunidades totonacas en zonas hoy denominadas petroleras.
Los pozos, edificios y complejos que ya no funcionan fueron dejados sin limpieza, sin importar las consecuencias de los desechos mal manejados. En Emiliano Zapata, Pemex dejó un complejo lleno de aguas contaminadas en piletas sin tapar y costales con químicos.
Los quemadores de gas emiten sustancias al aire y provocan fuertes olores y, al igual que los pozos, generan emanaciones de gases que pueden resultar nocivos, según la Alianza Mexicana contra el Fracking.
Los olores provocan dolores de cabeza y los habitantes sospechan que los contaminantes han incrementado enfermedades como el cáncer. La comunidad exige estudios científicos sobre los efectos de los químicos desprendidos por los quemadores, pozos, instalaciones abandonadas y derrames.
Según el abuelo García de Luna, hoy buscan conformar un grupo multidisciplinar con personal médico, científico y legal para investigar las afectaciones y dar seguimiento a los litigios.
A pesar de la violencia, la militarización y el poder de la empresa petrolera, las comunidades siguen en resistencia por una vida digna. No se acostumbraron al saqueo, ni a los derrames, ni a la contaminación. Hoy su organización está motivando a otras comunidades a accionar en defensa de su territorio.
“Estamos haciendo camino donde nunca hemos caminado”, dijo el abuelo García de Luna.
Esta es la primera entrega de una serie de artículos que fueron posibles gracias al apoyo del Resilience Fund.