Claves feministas para pensar la militarización

Manifestantes en la Ciudad de México el 2 de octubre del 2023. Foto: Aurea Itandehui @ita_navajas.

Opinión • 7 de diciembre, 2023 • Dawn Marie Paley • Read in English

Desde hace varios años ya, la militarización se ha vuelto uno de los temas más relevantes en México. Eso no ocurre únicamente a raíz de los nuevos poderes y privilegios que están siendo extendidos a las fuerzas castrenses. Tiene que ver con grandes esfuerzos judiciales y pedagógicos en las cortes y las aulas, y también con las luchas por la vida, que han logrado poner en relieve los graves problemas con la militarización en el país.

Muchas de esas luchas, desde la búsqueda de personas desaparecidas por fuerzas de seguridad hasta protestas contra la presencia de la Guardia Nacional en el Metro o los contingentes anti-militaristas en las marchas del 8 de marzo, son protagonizadas por mujeres.

Hoy día hay iniciativas de investigación feminista que cuestionan y critican el gasto estatal en militarización en lugar de gastar en servicios de salud, en educación o en prevenir las violencias. También, en toda la región hay un contingente fuerte de abogadas mujeres que buscan justicia para las víctimas de conflictos armados y un fin a la impunidad militar, y otras que buscan frenar el avance militar vía las cortes nacionales y internacionales.

Obviamente la militarización no es un tema exclusivo del feminismo, o de las mujeres. Pero las mujeres históricamente han tenido un papel relevante en resistir a la guerra, y hoy las feministas están logrando integrar posturas anti-punitivistas y anti-militaristas en sus luchas y formas de pensar.

Quisiera hacer aquí un pequeño aporte para su reflexión, con la esperanza de que sirva para algunas personas que andan pensando cómo potenciar y profundizar las luchas contra todas las violencias.

Hay varias nociones de lo que se quiere decir con militarización, pero quedarnos discutiendo o desarmando el significado de la palabra sería caer en una trampa. Hoy por hoy podemos hablar de un avance fuerte en procesos de militarización, aún entendido en su forma más vulgar en México, y es importante desde una perspectiva feminista debatir una postura frente a ello.

El linaje de mujeres pensando el militarismo

La forma más básica de entender la militarización es como un incremento en la presencia de grupos armados formalmente ligados con el estado. Pero la militarización es mucho más que eso. “La militarización es el proceso, un paso a la vez, por el cual una persona o un algo es controlado gradualmente por el ejército, o empieza a depender de ideas militaristas para su bienestar”, escribe la profesora Cynthia Enloe.

En Estados Unidos se habla mucho de la militarización de la policía para referirse al proceso a través del cual grupos policiacos incrementan su uso de armas de guerra. En muchos países de América Latina, aparte de la policía y la policía militarizada, hay soldados realizando detenciones, es decir, en el rol de policías. En México, se hace referencia a eso como la militarización de la seguridad pública.

Hay muchas mujeres que han pensado la militarización y la violencia de estado desde perspectivas feministas, algunas más conocidas que otras. 

Entre las académicas más conocidas que trabajan el tema hoy en América Latina están Rita Segato, Pilar Calveiro, Alicia Hernández Chávez, Catalina Pérez Correa, Beatríz Magaloni y otras más. Además, hay una tradición del pensamiento crítico de mujeres negras en Estados Unidos y Canadá sobre la abolición de la cárcel y la policía que hace aportes muy valiosos a la hora de pensar los efectos de la militarización. Destacan las voces de Angela Davis, Ruth Wilson Gilmore, Robyn Maynard y Mariame Kaba.

Existen otras teorizaciones sobre la militarización que surgen desde procesos de resistencia y a partir del apoyo a víctimas de la violencia estatal. Hay cada vez más informes producidos por grupos de la sociedad civil, como Intersecta o Data Cívica, y notas escritas por periodistas como Daniela Rea y Marcela Turati. También hay arte, música y otras expresiones anti-militaristas que surgen a raíz de luchas colectivas.

Manifestantes en la Ciudad de México el 2 de octubre del 2023. Foto: Aurea Itandehui @ita_navajas.

Tres claves para nutrir el debate

A raíz de revisar, al menos parcialmente, el trabajo de las pensadores y activistas ya nombradas, me atrevo proponer tres claves para entender los abordajes feministas a la militarización en esta era de renovación de lucha feminista que estamos viviendo.

Primero, me parece clave entender que las perspectivas feministas más relevantes sobre la militarización se gestan en las casas, en las calles, en las cárceles y en las aulas. Es decir, no son puramente académicas, no son producto de la torre de marfil. Más bien, se realizan en conversación entre investigadoras, periodistas y personas participando en una gama de luchas desplegadas.

Segundo, los abordajes feministas a la militarización deben tomar como punto de partida las experiencias vividas y, en particular, los impactos de la guerra en las personas no-combatientes. Escuchamos sus experiencias, pues son las y los expertas sobre cómo se ejerce el poder militar. Sí, tomamos nota del discurso oficial, pero es de suma importancia informarnos directamente con las personas y grupos que han vivido violencias, y de ser posible, entablar procesos de aprendizaje mutuo con ellas.

Tercero, son interseccionales. Toman en cuenta el capitalismo, el racismo y la xenofobia. Es decir, las perspectivas feministas sobre la militarización no se enfocan en la representación, o en agregar una “perspectiva de género” o buscar paridad en las estructuras existentes. La interseccionalidad es importante para poder imaginar la paz verdadera y evitar las trampas de lo que la escritora R. Elizabeth Velásquez Estrada llama la “paz negativa”.

En su trabajo sobre El Salvador, Velásquez Estrada argumenta que los acuerdos de paz promovieron “una visión masculina de la paz negativa, o la ausencia de violencia entre el estado y el ejército guerrillero FMLN, que dejó fuera la desigualdad económica y la violencia contra las mujeres, a la vez que continuó con el legado de violencia racializada contra las personas definidas como ‘fuera’ de la nación salvadoreña imaginaria”.

México, cada vez más militar

En el sexenio de Andrés Manuel López Obrador (AMLO), a pesar de las promesas de campaña de romper con la guerra contra las drogas, ha habido mucha continuidad con las políticas de seguridad de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto. 

Con AMLO hay más soldados y marinos desplegados que en cualquier momento en las últimas décadas. A principios del sexenio de AMLO, en 2019, se formó la Guardia Nacional. Es una fuerza que reemplaza la extinta Policía Federal; hoy es controlada por la Secretaría de Defensa Nacional (Sedena). La mayoría de los elementos de la Guardia Nacional son soldados. 

La Guardia Nacional ha generado muchos nuevos recursos para la Sedena, no solamente en términos de plazas, sino también en la construcción de nuevos cuarteles e infraestructura a lo largo del país. También es importante destacar la participación del Ejército y la Guardía Nacional en tareas de fuerza anti-migrantes.

Hoy día la Secretaria de la Defensa también controla varias empresas que son propiedad del estado mexicano y han pedido presupuesto récord para poder financiar sus actividades. Eso ocurre a pesar de su involucramiento en el Caso Ayotzinapa y su negativa a compartir información con investigadores, entre muchas otras graves violaciones de derechos humanos.

Hoy día la Sedena está construyendo, renovando y operando más de una docena de aeropuertos, incluyendo en la Ciudad de México (el AIFA) y en muchas otras ciudades del país. Este mes, la Sedena va a lanzar su propia aerolínea comercial bajo el nombre Mexicana.

Sabemos que la Sedena está construyendo el “Tren Maya”, el cual va a quedar en manos del ejército más adelante. También está construyendo una vía férrea en Sonora. Es posible que tengan otros proyectos de logística e infraestructura a su cargo, pero no hay información pública sobre ellos. Por si fuera poco, el ejército ya está a cargo de la administración y gestión de todas las aduanas fronterizas en el país.

El año pasado la Secretaría de la Marina (Semar) tomó control de los 14 puertos más importantes de México. Hace meses, se confirmó que la Marina, notoria por violaciones serias de derechos humanos (incluyendo decenas de desapariciones forzadas) está encargada de administrar y gestionar el corredor transístmico, otro megaproyecto que es un corredor maquilero y logístico propuesto para conectar el Atlántico y el Pacífico en la zona más estrecha del país. 

AMLO ha ido mucho más allá que los presidentes anteriores y ha dado a los militares más poderes de lo que han tenido desde el primer presidente civil pos-revolucionario en 1946. Es importante destacar que todo esto ha ocurrido sin reformar ni democratizar el ejército. Siguen con el fuero militar intacto, con su autonomía política, sus secretarios de defensa y marina uniformados, y su control presupuestario intacto. 

Tener un horizonte de deseo puesto en desmilitarizar, y en quitar fondos y abolir a los policias y los militares es algo importante para la lucha feminista que pone en el centro la lucha contra todas las violencias. Mientras tanto, por lo menos en el caso mexicano, alcanzar reformas democráticas hacia el ejército mexicano y abogar por la desmilitarización de la vida cívica y de la seguridad pública son puntos que podrían ser parte del horizonte práctico, e inmediato, de lucha. 

Esta nota fue escrita a base de mi intervención en el Diplomado en Feminismos y luchas de mujeres en América Latina organizada por el Centro de Estudios Superiores Universitarios de la Universidad Mayor de San Simón (CESU-UMSS), la Plataforma de Constelaciones Feministas del Centro de Estudios Latinoamericanos y del Caribe (CLACS) de la Universidad de Nueva York y la Fundación Andrómeda en noviembre del 2023.

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