Capacidades colectivas, violencia y elecciones en Ecuador
Entrevista • Dawn Marie Paley • 8 de septiembre, 2023 • Read in English
Ecuador hoy está experimentando un auge de violencia que se nos quiere vender cómo resultado de pugnas entre narcotraficantes. Hablan, incluso, de la participación de carteles mexicanos, conjurando imágenes de capos bien consolidados al estilo de una serie de Netflix.
Desde las experiencias en Colombia y México podemos reconocer similitudes con lo que pasa en Ecuador: en los procesos de militarización de territorios fronterizos y estratégicos, en el discurso oficial que criminaliza a víctimas, así como en la profundización de la austeridad, el despojo y la marginalización social.
Dentro de Ecuador todo sigue siendo muy confuso. “Es muy difícil nombrar y entender lo que sucede en el país”, me contó la antropóloga Ana María Morales en una entrevista por videollamada la semana pasada. Ella es parte de la Revista Amazonas, del equipo de investigación feminista transfronterizo Laboratoria, y ha colaborado con la colectiva Mujeres de Frente en Ecuador.
Morales, nacida en la ciudad de Quito, capital de Ecuador, es parte del movimiento feminista.
Para profundizar en diversos temas que tenemos abiertos con compañeras en y de Ecuador, decidimos entrevistar a Ana María Morales para aportar otra perspectiva sobre los resultados electorales, la militarización, el creciente clima de terror y para destacar, también, las formas de organización social que perduran aún en estas difíciles condiciones. Nuestra entrevista ha sido editada por claridad y extensión.
Dawn Marie Paley: Hemos escuchado mucho sobre la conexión entre la violencia en las cárceles y la violencia más generalizada en Ecuador. ¿Nos podrías comentar sobre esto?
Ana María Morales: Hemos tenido gran dificultad para poder sostener posturas antipunitivistas y nombrar, simultáneamente, todo lo que sucede en las cárceles. Es muy complejo, o sea, es algo que se ha intentado poner en agenda como merece y, a pesar de ello, siguen asesinando gente en las cárceles, los operativos cada vez son más fuertes, las cárceles están más militarizadas. El valor de la vida se desvanece.
Sabemos que cuando sucede algo en la cárcel, algo sucede también en los barrios periféricos, la relación y el rebote es inmediato. Eso ocurre en los barrios periféricos de Guayaquil: cuando hay una masacre en la cárcel inmediatamente la militarización, el control policial y la violencia se despliegan también por fuera. A la par también hay balaceras, explosiones… El terror se expande.
DMP: ¿Puedes contarme un poco más de la situación en Quito?
AMM: Tú ves los operativos que salen en la televisión, es como una ficción, no sé si esa es la palabra adecuada… Salen en la televisión y dicen ‘el operativo militar en la estación de buses encontró’ y sacan una pipa, una tijera, una navaja, un cuchillo como el de la señora que estaba vendiendo fruta en la esquina. Nada concuerda, es todo muy confuso.
Pero hay un avance real de la militarización en la ciudad. La fuerza militar está más presente en el sistema de transporte público, en las mismas calles, en las mismas carreteras, en los mismos controles que se hacen.
De hecho en los últimos dos meses han habido dos denuncias importantes de jóvenes afrodescendientes que han sido golpeados y violentamente requisados por militares y policías. Debe haber muchísimos casos más que no conocemos.
DMP: Quizá algunos han escuchado de los últimos grandes paros en Ecuador—contra la austeridad, los paquetazos, y la alza del precio de combustible—en el 2019 y el 2021. Pero para la gente que no conoce Ecuador, ¿me podrías platicar un poco de los movimientos, de las capacidades colectivas que hay?
AMM: Las organizaciones sociales son una potencialidad importante del país. La CONAIE -Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador- es una organización a nivel nacional que ha liderado movilizaciones históricas en el país y está constituida de una manera que logra una política organizativa interna autónoma.
También es una fuerza política que dialoga con el estado. Lo hace con fuerza, apoyándose en su propia potencia, en representación de los pueblos indígenas, y en ese protagonismo político que ha tenido históricamente en el país.
En las movilizaciones que han ocurrido en los últimos años, la CONAIE tiene un rol importante, aunque estas acciones también han sido sostenidas por otras organizaciones y más amplios sectores populares. Yo creo que justo ahorita, pensando en el paro de 2021 también, es muy importante ver cómo en Quito se ha visto la organización social y el fortalecimiento de organizaciones barriales populares para sostener el paro de tantos días. Se mencionan mucho las alianzas entre el campo y la ciudad. Esto se reflejó durante los paros en una gestión y organización local importantísima, para gestionar la comida, gestionar el día a día, los cuidados, la medicina, los albergues…
También se ve y ahora se sabe que se están fortaleciendo mucho esos espacios. Sin embargo, los barrios están siendo también cada día más afectados por otras violencias; por ejemplo, se habla en Quito de comités liderados por mujeres para poder gestionar la seguridad comunitaria.
Hay organizaciones que han surgido en Guayaquil, como el Comité de Familiares por Justicia en Cárceles. Van surgiendo actores nuevos.
Y bueno, ahora se ve también el trabajo que han hecho los movimientos ecologistas. Cuando logran llevar a consulta [dos preguntas sobre el extractivismo, que se votaron el 20 de agosto pasado] es ya un proceso importante, lograr una coalición y un consentimiento o un consenso social tan grande para poder proteger el Yasuní y el Chocó Andino.
DMP: Y, ¿cómo estuvo el 8 de marzo en este año? ¿Estuviste en Quito, no?
AMM: Sí. Había muchísima gente, fue sorprendentemente hermoso porque hubo muchísima, muchísima presencia de mujeres de diferentes sectores.
Llovió e hizo un montón de frío, pero se mantuvo la movilización y además pasó algo que no había pasado otros años. Hubo una convocatoria importante de mujeres de diferentes pueblos y nacionalidades liderada por la CONAIE para el 8 de marzo. Esto fue muy bueno, antes no había habido una presencia, una delegación de nacionalidades indígenas tan grande presente durante el 8 de marzo en Quito. Habían marchas en sus territorios, pero ahora sí vinieron compañeras de la Amazonía y de la Sierra.
No sé si te acuerdas que asesinaron a un líder indígena a finales de febrero, Eduardo Mendúa, quien era dirigente de Relaciones Internacionales de CONAIE. Para ese encuentro vino su esposa, estaba su familia, eso fue importante.
DMP: Cuéntanos un poco qué ha sucedido después del último paro nacional, en el 2021.
AMM: Después de sostener los paros nacionales en 2019 y 2021, hubo una agudización de la crisis económica. No es solo el miedo, los duelos, no es solo la militarización y la inmovilización que eso genera en la población, pues por el hambre, empieza la migración.
El Ecuador se desmiembra. La migración es masiva. Son éxodos y cada año son más personas migrando. La visa a México volvió a ser un requisito para Ecuador y hace más de un año la ruta migratoria es por el Darién. La población migrante atraviesa siete países para poder salir del Ecuador y llegar a Estados Unidos, entonces es tremendamente riesgosa y peligrosa.
DMP: Y pues en este contexto vienen unas elecciones no previstas…
AMM: No sabría bien medir el impacto que tiene toda la violencia que se ha desplegado hacia los candidatos en el proceso electoral y en la sociedad en sí. Creo que el objetivo de la violencia no radica únicamente en la dimensión política de los asesinatos que se han dado, sino que también cumplen un rol pedagógico para la sociedad en general. Esto no sucede recién sino que en las elecciones [seccionales], que fueron en febrero de este año, ya hubo algunos atentados y de hecho asesinaron al candidato a alcalde de Portoviejo un día antes de las elecciones. Ahora en julio también asesinaron al alcalde de Portoviejo, una ciudad costera, tres semanas antes de las elecciones.
Entonces, antes de que suceda también lo del candidato presidencial [Fernando Villavicencio], ya había habido algunos atentados en actos previos. Ahora los candidatos presidenciales de la segunda vuelta andan con chaleco antibalas. Eso genera como un shock, nos hace preguntar ¿quién está controlando a quién?
La seguridad es el tema que está en agenda y todos, claro, lo que todos dicen en general es mano dura, seguridad, eliminar la delincuencia, eliminar a las mafias, pero también hay perfiles muy específicos. Fernando Villavicencio, que es el candidato que fue asesinado, ha tenido un discurso muy anti-correista, anticorrupción y securitista, de fortalecer también el sistema penitenciario.
De ahí había otro candidato que no pasó a segunda vuelta que era Jean Topic, que es directamente accionista de empresas de seguridad privada. Comenzamos a ver otro nivel en las propuesta de securistismo, era otra propuesta de seguridad peor que [Nayib] Bukele.
Entonces, en las pasadas elecciones quedó en primer lugar la candidata del correísmo: una candidata del ala más de derecha de la Revolución Ciudadana y también anti derechos. Ella se llama Luisa González.
En segundo lugar —que es la sorpresa de las elecciones— queda Daniel Noboa, un tipo muy joven. Es hijo de Álvaro Noboa, un empresario que ha tratado de ser candidato un montón de veces y nunca ha ganado. Son empresarios bananeros millonarios que parte de su enriquecimiento viene de la explotación a sus trabajadores y la evasión fiscal. De ganar Noboa, se intuye una continuación a las políticas y gobernanza de Lasso.
En el debate presidencial y en toda su campaña, Gónzalez fue muy autorreferencial, hablando de lo que la Revolución Ciudadana ha hecho los años anteriores. Entonces, tampoco hay claridad o una expectativa de que algo pueda cambiar radicalmente, aunque mantienen en sus discursos una referencia al Estado y la necesidad de recuperar políticas públicas desabastecidas por los últimos gobiernos. Y claro, el discurso de Noboa sí es más privatizador, él representa claramente a los intereses empresariales de su familia y de las élites económicas. Algo que siento es que paralelamente hay una especie de nuevo orden social que se está instalando.
DMP: Por lo que estás diciendo, este aumento indiscriminado de la violencia y esta necesidad de "seguridad" es similar a ciertas estrategias de contrainsurgencia ampliada que ya se han documentado en Colombia, o en México. ¿Te parece que algo así está ocurriendo?
AMM: Definitivamente sí, los umbrales de violencia se profundizan y no dejan de avanzar desde el paro nacional de 2019, pensando en el operativo represivo que se desplegó en ese momento que cruza un umbral de violencia estatal donde no hubo retorno sino todo lo contrario. Lo digo a partir de una entrevista que hice a Raquel Gutiérrez, justo para que nos ayudara a entender lo que sucedía en Ecuador, ella me preguntó dónde veía el inicio de esta avanzada y mi mente automáticamente se desplazaba al paro nacional de 2019.
Cabe nombrar que otros investigadores encuentran otros hechos referenciales como la firma de los Acuerdo de Paz en Colombia y, el secuestro y asesinato de dos periodistas en la frontera norte con Colombia en el 2018.
Hay términos comunes como el de “guerra contra el narcotráfico” que se implantaron en Colombia y en México que nos remiten a avanzadas violentas y a preguntarnos de estrategias, técnicas y tecnologías que se van implementando en la producción de estas múltiples violencias.
En Ecuador, los territorios más afectados han sido los racializados: Esmeraldas, una provincia afrodescendiente, los barrios populares de Guayaquil y otros puntos, sobre todo en la costa, y, claro, la población encarcelada. Los índices de homicidios no dejan de escalar.
Así, se va expandiendo el terror y con ello el control de los territorios. La semana pasada, por primera vez, en la ciudad de Quito explotaron dos coches bomba en un barrio de clase media. Ya se han encontrado fosas clandestinas, no ha habido masacres únicamente en las cárceles sino también afuera, como sucedió en un pequeño puerto pesquero de Esmeraldas.
No sabemos de dónde vienen las armas, como llegan a los barrios y a las cárceles y, esa creo que es una pregunta clave para poder ponerle cara a los responsables. No sabemos claramente quiénes se están enriqueciendo de este violento despojo. Quienes están siendo armados son principalmente jóvenes, adolescentes racializados, están siendo reclutados y ese reclutamiento forzado y la violencia en sí, están provocando que muchas familias se desplacen involuntariamente dentro y fuera del país. Históricamente, mucha población colombiana se desplazó y se refugió en el Ecuador, ahora vemos familias ecuatorianas refugiándose en Colombia.
Y como tú planteas Dawn, decir que el estado es cómplice no es suficiente, no explica en su totalidad lo que estamos viviendo. El Estado es responsable y es un actor clave. A la par, no tenemos claridad sobre cómo se asientan estas estrategias geopolíticamente, es decir, qué actores están detrás de las políticas que se narran como estrategias contra el crimen organizado.
Sabemos, por ejemplo, de alianzas con Israel, de la donación de tanques por parte de Turquía que describieron en la TV como antiterroristas, pero es difícil hilar todo esto. Son muchos frentes. Entonces, es importante pensar cómo se confabulan las políticas neoliberales, el extractivismo, estas estrategias de contrainsurgencia ampliada en contraposición a la narrativa que implanta el Estado, que reduce todo lo que estamos viviendo a un conflicto del crimen organizado y del narcotráfico.