Una canción en defensa del agua
Entrevista · María José López · 31 de agosto, 2023 · Read in English
La comunidad de Santa María Zacatepec en el estado de Puebla es un epicentro de la lucha por el territorio en México. Ahí, entre capulines, calabazas y cempasúchil, se gestó una canción a múltiples voces, en colectivo, un mosaico de géneros musicales que sublima los sentires de las mujeres que defienden el territorio.
La canción se llama “Rebeldía sana”, y las autoras son las guardianas del río Metlapanapa, académicas y universitarias de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP) y defensoras de la vida y el territorio de Jalisco, Estado de México, Puebla, Querétaro y Tlaxcala. Crearon esta canción y este video para registrar la memoria de su encuentro y para que las personas que luchan desde sus geografías puedan utilizarla de forma libre para sus propios procesos.
El proyecto fue resultado de las jornadas "Alto a la Guerra contra las mujeres, el agua y su territorio", que sucedieron a principios de octubre del año pasado. A través de una videollamada, el pasado 17 de agosto conversé con tres de las mujeres que participaron en el proceso colaborativo y creativo.
Mariana Pérez es guardiana del río Metlapanapa, nacida en una familia de defensores, y acaba de entrar a estudiar Ciencias de la Comunicación. Sarai Soto está haciendo su doctorado en sociología y es jaranera. Denisse Quiroz es investigadora, docente y doctora de economía política, desde donde trabaja el tema de la crisis hídrica; también es rapera, con el nombre artístico Deni Valo.
La entrevista ha sido ligeramente editada por extensión y claridad.
María José López (MJL): ¿Cómo definen la rebeldía? ¿Cómo las ha sanado?
Mariana Pérez (MP): Tiene dos significados. Uno que dicen "ay, es que eres bien rebelde” y lo toman a mal, que la rebeldía es mala. Pero ya cuando dices que es rebeldía sana o rebeldía digna, es rebeldía para algo, para estar levantando la voz, diciendo "alto a las empresas".
En las jornadas sí hubo una sanación porque iniciamos con un ritual de aquí de Zacatepec. Nos pusieron cadenas y teníamos que romper con esas cadenas que nos atan, ya sea de la escuela, del trabajo, las que vives a diario. Las rompimos y las quemamos. Ése era nuestro momento, de estar entre mujeres, de dialogar entre mujeres, de sentirnos libres y no estarnos preocupando.
También vimos que íbamos a cuidar a los niños, pero no iba a ser como guardería, porque los niños son parte del encuentro. No son sólo niños para que no molesten a sus mamás, sino que ellos también vienen al encuentro. Les preguntábamos qué estaban haciendo sus mamás, por qué lo hacían, y les explicamos sobre los encuentros, tratando de encaminarlos también porque son las generaciones que van a seguir la lucha.
Sarai Soto (SS): La rebeldía es el esfuerzo vital de decirle que no a este mundo que te mata. Lo que a mí me ha sostenido han sido las redes, colectivizar este mundo roto, saber que mis problemas son estructurales. Saber que si algo se presenta estamos para sostenernos, que si llegan los granaderos, pues ahí vamos con los granaderos, que no tenemos que enfrentar solas esta dureza del mundo.
Deni Valo (DV): También pensaría la rebeldía como la rebeldía colectiva, la alegre rebeldía. Cuando nos rebelamos, sobre todo de manera organizada y colectiva, empezamos a hacer eclosionar mundos. Estamos pariendo otras formas y otros modos.
MJL: La canción habla de la magia que sucede en los encuentros de mujeres, con la naturaleza y los seres vivos. Platíquenme de esa magia.
SS: El primer día fue de mucha tensión porque estaba resultando complicado dialogar entre luchas tan diversas. Pero luego sucedió la magia del entre mujeres, de reconocernos en nuestras heridas distintas, pero comunes. En Zacatepec, al final del día, junto al sembradío de cempasúchil de la mamá de Marianita, en la radio comunitaria, pudimos decir "neta nuestras luchas van juntas, neta cada una desde su camino está haciendo lo que puede, como puede, para rebelarse, para sostener la vida digna”.
Fue muy importante recuperar que las mujeres tenemos siglos juntándonos a bordar, pintar, cocinar, hacer algo con las manos. Y mientras platicamos, vamos sanando y expresando lo que nos duele y nos mueve y necesitamos. Formamos una especie de hogueras en donde a partir del arte pudiéramos expresar lo que traíamos cada una.
MJL: Desde las luchas de los pueblos originarios y por la defensa del territorio, hay un malestar y una crítica muy dura y clara hacia la academia. Denuncian cómo llegan académicos a hacer sus tesis, se titulan y se van, sin divulgar sus hallazgos con los pueblos, ni con el público en general. Agarran los conocimientos de los pueblos y se cuelgan la medalla. Desde su trabajo académico, Sarai y Deni, ¿cómo piensan esta responsabilidad que hay hacia las luchas?
DV: Por supuesto que hay un descontento por parte de los pueblos, las comunidades y los movimientos hacia la academia, una figura que a veces no devuelve. Las compañeras de Zacatepec y de otros movimientos lo dijeron muy fuerte en nuestro encuentro. Sí hay una especie de extractivismo académico, de saberes, y es importante posicionarnos ante eso.
Las investigaciones deben partir de una co-investigación, Nosotras aprendemos, pero también compartimos lo que sabemos; debe haber una devolución siempre.
Considero que en la academia no se hace la revolución. Sí puede ser un espacio importante. Pero si se hace investigación y pensamiento crítico, hay que estar también en la acción, en la práctica continua. Si no, estaríamos cometiendo incluso un error epistemológico, metodológico, del pensamiento crítico. Y bueno, la organización, la revolución se hace en las calles, en los barrios, en las comunidades.
SS: Hacia el interior de la academia, es una responsabilidad sostener el compromiso de crear una academia no extractivista. Ése es un esfuerzo que, por lo menos acá en el espacio en Puebla, desde donde surgió la iniciativa de las jornadas, estamos impulsando mucho, escuchándonos todas y generando la mayor horizontalidad posible, reconociendo las distinciones entre ciudad y campo.
En las jornadas fue muy relevante la experiencia de las compañeras de El Salto, en Jalisco, porque ellas tienen un historial amplio de lucha y han recibido a muchísima gente de la academia.
Ellas se sientan y lo dialogan con los estudiantes desde un principio. Fue una manera muy fértil que encontraron de seguir trabajando y nutrirse de algunas investigaciones académicas, y al mismo tiempo abrir la puerta para que los estudiantes puedan entrar a estos procesos.
MP: Sí hemos visto el apoyo de las compañeras de la BUAP. Cuando pasó lo del compañero Miguel [López Vega, defensor del agua encarcelado], ahí llegaron, y nos dimos cuenta que no solamente quedó en las jornadas. Sí se vio esa solidaridad y apoyo de las compañeras universitarias.
Nos sirve que las universitarias hagan sus tesis, porque eso ayuda a que nosotros seamos visibilizados. La mayoría de las compañeras guardianas, su modo de comunicarse es a través de mi celular, porque no tienen un teléfono. No podemos visibilizar así nuestra lucha, y a través de las universitarias que vienen nos vamos dando a conocer, entonces sí es un dar y recibir.
MJL: ¿Cómo surgió la canción?¿Cómo ensamblaron las diferentes partes?
SS: En las jornadas tuvimos una actividad en la que hicimos conjuros, sobre qué queríamos conjurar para la guerra en nuestros cuerpos y territorios, que plasmamos en un lienzo colectivo. A partir de los conjuros, surgieron los versos que Andre Ortega después tradujo a la métrica del son jarocho tradicional “La Bamba”.
DV: Fue un proceso totalmente colectivo. Nos juntamos con esta loquera y todo fue fluyendo, armando lo que teníamos, escuchándonos. Fuimos diciendo: “¿Por qué no empezamos con esta parte que es más cruda, con voz más grave?” Y de ahí empieza un grito, que es del son, con los conjuros. Y finalmente Vidaes, que hace reggae y dub, mete su conclusión más dulce, con esperanza y posibilidad y urgencia.
SS: Natse Rojas, música tradicional del estado de Puebla, nos fue guiando para que cada una pudiéramos ofrecer lo que nuestros corazones querían poner sobre la mesa. Si musicalmente Natse ayudó a que todo pudiera armarse como un rompecabezas, el colorido bello fue la escucha y construcción colectiva.
MJL: ¿Qué les gustaría que esta canción inspirara en otras personas?
DV: Me gustaría mostrar nuestra mirada del mundo y quizá a alguien le resuene y decida analizar, organizarse, resistir. A veces hay miedo, cosas terribles que están pasando, pero ya organizadas y juntas vamos siendo más y el miedo se va haciendo chiquito. Y nosotras nos vamos creciendo, sanando.
MP: Cuando escuchas la canción, sí sientes ese poder, dices, "¡ay, estás acompañada!" La cantas y te sientes empoderada e identificada, demostrando lo que tú quieres y sientes. Mis hermanas y yo ya hasta nos la estamos aprendiendo. Me gustaría que las demás personas que la escuchen sientan ese poder de la canción.
SS: Es durísimo, pero también viene lleno de fuerza, de alegría, de compañía, de música, de rebeldía sabrosa. Sería muy bello que pudiera comunicar eso, porque así fue como vivimos el proceso de las jornadas donde germinó la semilla de esta canción. Así tratamos de vivir las luchas, no nada más con un constante ir con la espada por delante, sino tratando en serio de vivir una vida alegre, digna y colectiva.