Demandas, deseos y agendas: apuntes del EFLAC

Miles de mujeres salvadoreñas agrupadas en organizaciones y colectividades marcharon este 25N en San Salvador bajo el lema: «Unidas, unides, resistiendo y avanzando». Se les sumaron delegaciones de distintos países de América Latina que participaron en el XV Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe, que tuvo como anfitrionas a las feministas salvadoreñas. Foto: Lizbeth Hernández

Reportaje • Melissa Amezcua • 1 de diciembre, 2023 • Leer en inglés

Dos encuentros internacionales pero con bastantes disimilitudes se celebraron en El Salvador, de Nayib Bukele, en menos de una semana: el Miss Universo y el Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe.

Fue un cálculo político que coincidió perfectamente, dijo Morena Herrera, una de las líderes del movimiento feminista salvadoreño, para que no corrieran el riesgo ya ocurrido de que no dejaran entrar a las feministas y activistas de otros países al país. Si entraban las participantes internacionales para el certamen de belleza, entraban todas las mujeres.

Dentro de un resort todo incluido, cerca de dos mil feministas de todo el mundo llegaron a la costa salvadoreña para celebrar la edición 15 del EFLAC, tras una inusual pausa de seis años debido a la pandemia por el COVID que paralizó al mundo.

Se trató de la segunda vez que El Salvador fue la sede de uno de los encuentros más emblemáticos de la historia reciente del feminismo latinoamericano e institucional. La primera ocasión fue hace treinta años. Esta vez fueron las mujeres que sobrevivían a una guerra y las feministas más jóvenes que siguieron por ese camino trazado, y organizaron el evento que en 2023 cumplió 42 años de haberse realizado por primera vez en Colombia. Surgió en 1981 como respuesta al asesinato de las hermanas Mirabal en República Dominicana.

El EFLAC 2023 transcurrió ante una San Salvador llena de luminarias recién colocadas con los colores de la bandera nacional para el certamen de belleza, y un aeropuerto remodelado, invadido de souvenirs del Presidente Nayib Bukele como la figura renovada del héroe masculino. Bukele se autoproclama “cool” a la vez se proclama como un líder político en contra de derechos progresistas como los que se exigen desde el movimiento feminista: las diversidades sexuales, derechos humanos como la libertad de expresión, y con una imagen mundialmente aceptada a favor de la limpieza social con tintes racistas.

El EFLAC, se dijo por medidas de seguridad, se llevó a cabo en el Hotel Decameron, a dos horas de la capital, luego de afirmar que en este momento político, en el país no existen espacios públicos para realizar este tipo de encuentros, considerados de oposición política. Se intentó realizarlo, por ejemplo, en la Universidad Pública de El Salvador, pero coincidentemente el régimen tomó las instalaciones como la sede de prensa del Miss Universo.

De hecho, uno de los ejes que más convocatoria tuvo durante los tres días del evento fue el que abordaba los retrocesos democráticos y el avance de los fundamentalismos en América Latina y El Caribe. Ahí se dieron las reflexiones más enriquecedoras del encuentro con mujeres que plantearon preocupaciones que, si bien afectan a toda la población, advirtieron de los retrocesos aún más graves para los derechos de las mujeres, como el aborto, cuya despenalización es un triunfo para el movimiento feminista relativamente reciente en algunos países de la región. El Salvador, sin embargo, no lo ha podido conseguir.

Los países con retrocesos democráticos, se aseguró en la asamblea, se caracterizan por incrementar el machismo, la misoginia, el populismo, la homofobia, la lesbofobia, la transfobia y el poder militar.

Sonia Correa, feminista investigadora de Brasil, aseguró que los efectos del avance de los nuevos fundamentalismos en la región se deben a que siguen siendo uno de los efectos de la colonialidad y del extractivismo y, citando a Rita Segato, del “dueñismo” neoliberal.

Se reflexionó que los movimientos actuales de la ultraderecha en Latinoamérica no son los mismos que eran hace medio siglo, sino que se han renovado desde una década atrás para incidir desde abajo, se han vuelto la derecha callejera. “Han leído a Gramsci, y han logrado lo que Pablo Stefanoni llamaría como un ‘giro gramsciano a la derecha’”, dijo Correa, en relación al concepto de acción política y hegemonía.

Se planteó sobre esta mesa y en muchas otras asambleas, la situación de Argentina, con la reciente elección de Javier Milei como presidente, y su actuar como libertario de derecha. El requisito de este tipo de personajes para gobernar, dijeron, es poseer una cacofonía política funcional, mover afectos y captar al electorado mediante discursos cambiantes y adaptables al contexto de la época. Así podemos entender las alianzas entre políticos de derechas, que usan el antifeminismo como bandera electoral, y las diversas iglesias existentes en Latinoamérica y el Caribe.

Al hablar del contexto salvadoreño, la feminista Morena Herrera explicó la metodología que hay detrás de este tipo de regímenes en auge en todo el mundo. Recordó cómo en una protesta fueron ellas las primeras en gritar por las calles: “¡Bukele Dictador!”. Obtuvieron una respuesta cínica del presidente, al decir que sí lo era, pero era el “dictador más cool”; una anécdota que provocó la indignación de las presentes en uno de los centros de convenciones del hotel. 

Herrera advirtió a las feministas presentes a dejar de analizar la política como una división entre ideologías de izquierda y de derecha, e instó a reflexionar que quienes están ganando elecciones, independientemente de su postura ideológica per se, lo hicieron porque lograron cambiar el discurso para que la ciudadanía elija entre las fuerzas del pasado como “los mismos de siempre” —los de izquierda o derecha— o votar por el futuro con la promesa de la tecnotopia, la ilusión de que la tecnología (los bitcoins en el caso salvadoreño) salvarán al país de la pobreza, aunque no funcionen. Todo esto, sostuvo Herrera, apoyado por un show mediático que la prensa ha elegido replicar.

Line Bareiro, de Paraguay y especialista en derechos humanos hizo una de las propuestas más radicales del EFLAC al nombrar una autocrítica al feminismo de los últimos años por nunca cuestionarse la estructuración del Estado. A estas alturas, con las cuotas de género obligadas y la alta representación social de mujeres y disidencias en puestos de poder, persiste la desigualdad social.

Otro momento de tensión ocurrió cuando una representante de ONU Mujeres pidió el micrófono para intentar dar algún discurso que no pudo concretar, pues fue abucheada con gritos de: “¡Palestina Libre!” y una irrupción al estrado de la plenaria final de un par de mujeres de Brasil con una bandera de Palestina.   

Como propuestas, las participantes en el EFLAC se propusieron la memoria histórica, específicamente de compartir saberes respecto al fracaso de los modelos militaristas en otros países de la región, la solidaridad intercontinental y una vuelta a la colectividad.

Actividades autoconvocadas durante el XV EFLAC, que tuvo como anfitrionas a las feministas salvadoreñas. Las actividades abordaron un gran abanico de temas: el aborto, la diversidad sexual, la ultra derecha, la espiritualidad, el trabajo sexual, el deporte, el arte y más. Foto: Lizbeth Hernández.

Organización y autocrítica

En el programa estipulado había alrededor de 120 actividades autoconvocadas por las distintas organizaciones y asociaciones civiles presentes. También había más de 12 asambleas. Por el ritmo de las actividades simultáneas resultó atropellado para la logística del hotel, como para las asistentes poder acudir a más de tres actividades, sumado a las actividades lúdicas y a trasladarse dentro de un establecimiento de enormes dimensiones. Una similitud con la prisa de los tiempos por querer abarcar todas las causas justas posibles, aunque sea de forma fugaz y sin mucha profundidad.

Sin embargo, a pesar de que en los ejes temáticos programados había desde cuidados feministas, antirracismo, interseccionalidad, lesbofeminismo, resistencia urbana, educación de mujeres y demás temas de interés actual, fue el tema del avance de la derecha lo que pareció ocupar la agenda con mayor preocupación. Se reiteró en varias charlas la situación de las presas políticas en Nicaragua y el caso de Beatriz García, quien murió tras un aborto clandestino en El Salvador, un país donde el aborto está prohibido en todas sus circunstancias. También se abordó la ocupación minera en Panamá, el riesgo latente del caso argentino tras el ascenso de Milei, la intervención militar en Haití y el genocidio en Palestina.

Este, por cierto, fue el primer EFLAC donde se dio la participación de un grupo cuya lucha es la integración del fútbol feminista como una manera de ocupar y defender el territorio y desafiar al mandato de género en uno de los grandes terrenos que las mujeres aun distan de la equidad: el deporte.

En la asamblea final se dio a conocer que el siguiente encuentro del EFLAC será en Haití en 2026, y se pusieron a consideración puntos como que las mujeres periodistas y comunicadoras sean priorizadas en la agenda del siguiente encuentro, que las feministas se apropien de las protestas del 1 de mayo en cada país como parte de la lucha económica de poner al centro la vida y no el dinero, el reconocimiento de las diversidades, la inclusión de infancias trans, de las feministas adultas mayores, y también de las jóvenes.

Dentro del mar de todos los posicionamientos y protestas, se informó que este encuentro costó poco más de un millón de dólares, que fue financiado por 24 organizaciones. A pesar de estar debatiendo una amplia agenda de temas sociales, el tema del financiamiento del movimiento feminista por parte de naciones del norte global o de organizaciones políticas quedó un tanto fuera del debate, al menos en las asambleas generales. Como dando por sentado que la única forma de lograr incidencia feminista en el ámbito político es mediante a las grandes financiadoras.

Una afirmación que ya había realizado la intelectual feminista Francesca Gargallo tras el EFLAC de México en 1987, cuando observó un mayor interés de las feministas por dialogar con las instituciones que con las propias mujeres. Ahí es cuando inició la ONGeización del feminismo, como lo afirmó Gargallo, pues salvo excepciones, en la edición 2023, una vez más, cada organización acudió a las asambleas que abordaban sus temas y sus recursos.

Quizás los momentos de mayor cohesión se dieron fuera de los espacios protocolarios, en los encuentros entre mujeres en los interminables bufetes de los restaurantes, alrededor de las albercas del resort, en la cancha de fútbol o en los conciertos. En estos momentos se pudieron crear grupos de mujeres facilitadas por la hiperconectividad global, con la promesa de hacer redes de apoyo latinoamericano.

La última actividad que se llevó a cabo como parte del encuentro fue un viaje a San Salvador para acuerpar la protesta por el 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, que precisamente surgió del primer EFLAC. 

Decenas de autobuses partieron hacia la capital para participar en la marcha, cuya consigna general fue la despenalización del aborto, el reconocimiento a las diversidades sexuales y la libertad de las presas políticas de Nicaragua. 

La marcha fue programado desde la organización como un “Acto Cultural por la No Violencia” y no como una protesta como tal, lo que resulta en una evidencia más de lo que significa ser feminista en Centroamérica.

Melissa Amezcua

Melissa Amezcua es reportera independiente radicada en la Ciudad de México, ha cubierto temas sobre la violencia contra las mujeres, derechos reproductivos, derechos humanos y política para diversos medios nacionales. Es, además, maestrante del Posgrado en Estudios de Género por la UNAM.  // Melissa Amezcua is an independent journalist based in Mexico City who has covered violence against women, reproductive rights, human rights and politics for various national outlets. She is also a Master’s student in Gender Studies at the UNAM.

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