10 años de 8M en Montevideo

Manifestantes sostienen un cartel que dice “Nos (re)encuentra el deseo” el 8 de marzo, 2025, en Montevideo, Uruguay. Foto: © Victoria Velazco.

Opinión • Siboney Moreira Selva y Noel Sosa Gonzalez • 28 de marzo, 2025 • Read in English

Son 10 años de la convocatoria al 8 de marzo como día de lucha, que supuso en Uruguay una vuelta a las calles del movimientos feminista. Este año, además de reafirmarse el acuerdo ya alcanzado en años anteriores del paro de mujeres a nivel sindical, hubo tres espacios de articulación convocantes a la marcha, cada uno con su consigna. 

Desde Tejido Feminista 8M Montevideo, organización que nuclea colectivos, mujeres y disidencias autoconvocadas, la consigna fue “Nos (re)encuentra el deseo. Resistimos, soñamos, luchamos”, y desde Vía al 8M y Coordinadora de Feminismos la consigna fue “¡Frente al avance fascista, lucha feminista!”. Vía al 8M es una plataforma en la que se nuclean colectivos feministas variados, organizaciones no gubernamentales feministas y comisiones de género de organizaciones sociales sindicales. La Coordinadora de Feminismos es un colectivo de mujeres y disidencias localizadas en la ciudad de Montevideo. 

Para quienes quisieron movilizarse en el centro de Montevideo la cita fue a las 18:00 en diferentes puntos de la avenida 18 de Julio, para marchar todas hacia la explanada de la Universidad de la República. Se estima que se movilizaron cientos de miles de personas en una convocatoria multitudinaria de características similares a años anteriores. 

En Uruguay, el 8M sigue siendo más resonancia que unidad. Es una marcha a contrapelo, con un sentido contrario al que suelen tener las movilizaciones de las organizaciones clásicas.

Es una marcha sin estrados ni oradoras, con lecturas colectivas de proclamas, con abrazos caracol, intervenciones artísticas, muchos carteles, mucho goce, muchas complicidades y alegría. Una marcha de reencuentro intergeneracional, con infancias y vejeces bailando, portando carteles y sonrisas.

Resistimos, soñamos, jugamos, creamos

Este es el tercer año que incluye como parte de las actividades previas al 8M un fútbol callejero, en el que se manifiestan las jugadoras profesionales contra la precarización y el destrato, y todes quienes buscan un fútbol sin violencia contra mujeres y disidencias. 

Lésbica Futurista, un colectivo disidente, invitó a un “pikadito”, que fue también punto de encuentro para otras futbolistas o comunicadoras que visibilizan y luchan un futbol con perspectiva feminista. En una cancha improvisada en la Plaza Fabini (llamada comúnmente Plaza el Entrevero) jugaron mujeres de todas las edades, y provocaron conversaciones sobre el juego que tanto se nos niega, la forma de percibir nuestros cuerpos tan mediada por las restricciones del patriarcado capitalista y colonial. 

Personas reunidas pintando un cartel para la marcha del 8M en Montevideo, Uruguay. Foto: © Victoria Velazco.

A lo largo de la marcha hubo intervenciones artísticas diversas. Una de ellas fue de mujeres migrantes, que mostraron las raíces de varias plantas para insistir en lo profundo de las raíces que cada quien lleva consigo. Un colectivo efervescente de mujeres de diversos barrios populares reclamó en la Plaza Libertad por la renta básica. 

Mujeres artistas, escritoras, músicas, educadoras y científicas fueron en grupos diversos con colectivos en agrupamientos para denunciar violencias y revalorizar nuevamente las tramas que las sostienen. Como en años anteriores hubo un torrente de mujeres y disidencias del candombe que, tal como se acordó previamente, se sumó con sus tambores y danzas.

“Resistimos a los discursos y prácticas de odio del heteropatriarcado”, señaló la proclama de Tejido Feminista. La huelga es transfeminista, pero nuevamente el 8 de marzo supone una tensión y alerta con grupos separatistas transexcluyentes (TERF), que hacen que muchas personas trans duden en marchar. 

Por Palestina y contra la cárcel

Desde Tejido Feminista se planteó también este año el apoyo a la lucha del pueblo palestino y su rechazo a toda forma de violencia y odio. “Resistimos ante las políticas de crueldad y muerte, ante el avance conservador y fascista, ante los extractivismos y despojos sobre nuestras cuerpas y nuestros territorios”, dice su proclama

Vía al 8M emitió un comunicado al dia siguiente de la movilización donde reafirmaron su rechazo hacia aquellos discursos que defienden el genocidio. “En este movimiento no hay lugar para discursos de odio, racistas ni supremacistas; mucho menos para quienes niegan, justifican o incluso defienden un genocidio que ya ha asesinado con bombas, tanques, balas y el hambre como arma de guerra a más de 70.000 gazatíes”, expresa el documento que hicieron público.

Este año colectivas afrodescendientes y autoconvocadas antirracistas convocaron a un 8M anticarcelario. Es el segundo año que se convoca a una concentración frente a la cárcel de Colón, en la Unidad 5 de mujeres, llevando carteles y, este año, tocando candombe. La consigna “No estamos todxs, faltan lxs presxs”, que se canta en las marchas y que fue parte de los ejes de años anteriores, aparece en nuevas acciones y con fuerte énfasis antirracista. 

La actividad convocada desde redes sociales —con referencias anarquistas y antipunitivistas y desde espacios del feminismo antirracista— señalaba en sus textos la cárcel como máxima expresión de violencias patriarcales, coloniales y clasistas, que castiga a toda una trama. 

No es menor una convocatoria así, en un país que con la Ley de Urgente Consideración —aprobada en 2020— incrementó exponencialmente la cantidad de mujeres de barrios periféricos encarceladas por microtráfico. 

Feministas forman un círculo al finalizar la marcha por el Día Internacional de la Mujer, el 8 de marzo, 2025, en Montevideo, Uruguay. Foto: © Victoria Velazco.

Desde los territorios

Los territorios de las periferias de Montevideo se vieron nuevamente movilizados este 8M por las mujeres que allí habitan y trabajan. 

Realizaron encuentros donde pusieron en común los temas que preocupan pero también donde se reafirmó la capacidad colectiva de sostener la vida en medio de condiciones de vida cada vez más precarizadas: costos de vida cada vez más elevados en relación a los salarios, dificultades en el acceso a viviendas de calidad y acceso a servicios (agua potable y tendido eléctrico), tierras inundables, zonas sobreintervenidas, militarizadas y expuestas a problemáticas ambientales; infancias y adolescencias rehenes de un incremento de la violencia ligada al narcotráfico y a las redes de trata y explotación. 

Limpiar cañadas, sostener la olla, cuidar la huerta comunitaria, generar espacios de cuidado y afecto para las infancias es solo una parte de todo lo que cotidianamente se sostiene y se defiende en estos espacios de la ciudad. Ese trabajo entre mujeres diversas da cuenta de una potencia colectiva desplegada que permite generar condiciones de vida más dignas y vivibles. Produce modificaciones materiales y simbólicas sobre qué es y cómo se quiere vivir en esos barrios y que genera alteraciones en los tiempos y espacios de la vida cotidiana de quienes allí habitan. 

Las mujeres de Casavalle, barrio popular de la periferia de Montevideo, marcharon por el barrio en la mañana del 8M con su pancarta “Qué más queremos: queremos un barrio donde prime la ternura, donde haya paz y no balas, donde se escuchen nuestras voces”. 

Encontramos registro de convocatorias en Sarandi Del Yi, en el departamento de Durazno, que se había movilizado el 27 de febrero por uno de los feminicidios recientes. En este caso, una mujer de 55 años fue asesinada por su padre, un hombre de 88 años de edad, quien también intentó asesinar a su esposa de 81 años. 

Tras ese hecho siniestro, un colectivo recientemente creado en dicha localidad se movilizó. En Uruguay van cinco feminicidios en el año 2025, según el registro de colectivos feministas. De acuerdo con datos oficiales, hubo 19 femicidios entre enero y octubre de 2024. 

También hubo convocatorias en diversas capitales departamentales como Artigas, Durazno, Florida, Lavalleja, San José, Tacuarembó y Treinta y Tres. Hubo marchas en diversos puntos de la costa desde Canelones hasta Rocha y en ciudades más pequeñas de todo el país, como Cardona, Las Piedras, Pando y Young, incluyendo una nueva marcha binacional en Rivera-Livramento, en la frontera con Brasil. 

A diferencia de momentos anteriores de la lucha feminista, no hubo un auge de eventos formales e institucionales patrocinados por el gobierno en detrimento de actividades callejeras. Más bien hubo un 8 de marzo de convocatoria masiva, que sigue teniendo novedad y radicalidad.

La pregunta por la institucionalización de los feminismos, tan presente en la década del 90 en toda América Latina vuelve una vez más, de nuevos modos, ahora que están presentes referencias femeninas fuertes en la política partidaria, que se ha visto incrementado con la ascensión del Frente Amplio al gobierno el 1 de marzo.

Habitar juntas la calle cada 8M es un ejercicio de transformación, no solo de esa porción del espacio para hacerlo nuestro, sino también de nosotras mismas. Disponemos nuestros cuerpos para hacer común desde nuestros deseos y nuestros miedos, donde bailamos, gritamos, reímos y lloramos juntes nuestros sueños.

Noel Sosa González & Siboney Moreira

Noel Sosa Gonzalez

Escribe desde Montevideo. Militante feminista y lesbiana. Psicóloga. En la universidad investiga sobre genealogías y luchas feministas. Integrante de www.zur.uy

Writes from Montevideo, Uruguay. Feminist and lesbian activist. Psychologist. At university, she researches the genealogy and history of feminism’s fight for justice. Member of www.zur.uy

Siboney Moreira

Montevideana. Militante feminista. Docente universitaria que investiga sobre feminismo, territorios urbanos y procesos de comunicación en organizaciones sociales. Integrante de Zur.

Montevidean. Feminist activist. University professor who researches feminism, urban areas and communication processes in social organizations. Member of Zur.

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