Trabajo doméstico y poder en las tierras bajas bolivianas

Acuarela original reflexionando el trabajo en colaboración, las manos como el hacer y los colores como la diversidad que enriquece la creación, por María José Vera.

Entrevista • Claudia Cuellar • 25 de agosto, 2023 • Leer en inglés

El Beni es un territorio atravesado por ríos y lagunas que conectan los surcos andinos con los ríos amazónicos. Es el nombre de un departamento al norte de Bolivia—el segundo más amplio del país—conformado por el encuentro entre la Amazonía y las planicies de la sábana de bosque subtropical húmedo.

La ganadería es la actividad económica más importante, por lo cual organiza la economía “productiva” del departamento. Este territorio posee la mayor parte de cabezas de ganado vacuno del país. Según los datos del censo realizado el año 2012 y proyecciones al año 2021, el departamento cuenta con una población de poco más de medio millón de habitantes. Por cada habitante, hay aproximadamente unas seis cabezas de ganado.

Además de ser centro de las haciendas ganaderas, el Beni es un territorio indigena donde habitan más de 18 pueblos indígenas, y donde también las transformaciones económicas y sociales están atravesadas por diversos ensambles extractivistas. 

Aunque Bolivia es un país ampliamente conformado por tierras bajas, el enfoque sobre lo social se ha concentrado en la historia de los Andes y sus formas diversas de organización social. Las realidades e historias de departamentos como el Beni son temas opacos y normalmente estudiados sólo cuando se agitan problemáticas urgentes en estas regiones. 

Esta entrevista es una conversación con Ilze Monasterio Zabala y Zoren Álvarez Salazar, dos investigadoras jóvenes del Beni quienes, en sus propias búsquedas, reconocen los ensambles entre las violencias contra las mujeres, las precariedades y el poder de los dueños de las haciendas ganaderas.

Ellas trabajan para visibilizar un tema del que poco se habla y se escribe: el trabajo doméstico y de reproducción de la vida en las haciendas. La idea de esta conversación es mirar un territorio a través de las inquietudes de dos investigadoras feministas y jóvenes, que están  problematizando y aportando a la forma en la que clásicamente se ha estudiado lo que suscita en el Beni.

Monasterio Zabala es feminista y socióloga del Beni. Ella investiga sobre violencias de género y situación de las mujeres en las Tierras Bajas de Bolivia. Por su parte, Álvarez Salazar es socióloga beniana y trabaja con mujeres de comunidades en situaciones de vulnerabilidad. Ambas son del Beni y viven en Trinidad e intermitentemente según sus trabajos en otras ciudades de Bolivia. 

Aunque el problema de la tierra en el Beni se ha transformado y complejizado por la llegada de nuevos actores, es necesario mirar el poder patronal desde experiencias de sujeción del trabajo doméstico. 

Esto nos muestra la violencia necesaria para el control de los cuerpos feminizados y la posibilidad de construir miradas amplias sobre los conflictos sociales en relación a la posesión y distribución de la tierra en Bolivia. 

Hablamos con Ilze y Zoren en dos oportunidades, una presencial y otra virtualmente en junio de este año. Nuestra entrevista ha sido ligeramente editada en conjunto con ellas durante el mes de julio.

Claudia Cuéllar: ¿Por qué ustedes deciden investigar en el territorio donde nacieron y donde viven, por qué conocer e investigar la situación de lxs trabajos domésticos en las haciendas ganaderas?

Ilze Monasterio Zabala y Zoren Álvarez Salazar: Zoren y yo somos sociólogas, somos del Beni, nos hemos criado aquí, nuestra historia está plenamente ligada a la historia de este territorio. 

La historia del Beni siempre se ha basado en la ganadería. La ganadería es el sustento económico de este territorio y es un eje central de la jerarquización social. La ganadería es también un sistema de costumbres y creencias que no se conoce ni se ha estudiado en profundidad.

Nosotras sentíamos ese vacío de conocimiento y de información desde que estábamos en la escuela, como también, en nuestros estudios universitarios. Nunca pudimos tener una idea clara de cómo ha sido la ganadería, menos aún para las mujeres, por eso nosotras queríamos —y queremos— saber: ¿cuál ha sido el impacto de la ganadería para la vida de las mujeres?

Sabemos que en Beni la ganadería se ha basado en gran parte en una explotación sistemática del trabajo de las mujeres y también la vulneración a sus derechos.  

El sistema ganadero, que sigue siendo un resabio de un sistema feudal, se ha basado en la explotación laboral sobre las mujeres desde niñas y adolescentes hasta la adultez.

CC: Como ustedes ya nos fueron narrando, parten de una inquietud, el conjunto de explotaciones contra las mujeres. ¿Cuáles podrían nombrar ustedes?

IMZ: Para empezar, hay una explotación fuerte en el tema racial, los indígenas han sido y siguen siendo la mano de obra barata para que el sistema ganadero siga funcionando, que en este territorio se ensambla con la opresión de clase. Dentro de estos feudos [las haciendas] se van creando castas, a través de los patrones que se aprovechan tanto del trabajo de los capataces como de los peones. Ahí está el usufructo constante de la mano de obra barata, mal pagada y a veces sin salario.                                                                 

Pero esta explotación es exponencialmente contra las mujeres, porque, en su mayoría quienes trabajan en las haciendas, hacen el trabajo doméstico y no perciben ningún tipo de salario. Ni hablar de beneficios laborales.                                                                                                                                                   

IMZ y ZAS: Sobre las violencias que se sufren ellas, eso ya es un tema totalmente fuerte, es una situación devastadora, porque aparte de toda la explotación laboral, la cultura patriarcal en los hogares es muy fuerte. Y los abusos son cometidos desde el sistema patronal hasta al interior de los hogares. Existe violencia económica hasta violencia física extrema como feminicidios.                                                             

Este tipo de violencia muchas veces es encubierta por este sistema de la hacienda. 

Con el objetivo de tener mayor fuerza de trabajo se busca que en promedio tengan hijos desde los 14 años y en grandes cantidades. 

ZAS: En cuanto a la explotación laboral—si es que les pagan—los sueldos son aproximadamente de 600 bolivianos (90 dólares) mensuales en el mejor de los casos. Dicho sueldo es por cocinar a 12 hombres de la estancia, por lavar ropa, incluso a veces lavan hasta la ropa del administrador. 

En algunos casos solo se paga por el plato de la comida preparado, le pagan por la ración que cocinan. Es por eso que siempre los anuncios de empleo dicen “se busca trabajador para estancia con su mujer”.

Por eso también se ve que cuando una mujer va sola a trabajar a una estancia se las intenta obligar a que se casen con otro varón de la misma estancia y mejor si tienen hijos porque también se convierten en mano de obra. Si bien en algunas instancias hay escuelas, la educación es pésima porque los profesores ni siquiera van. 

Obviamente, el dueño de la hacienda es rico, una persona de clase alta de aquí de la elite beniana. Si quieres denunciar la violencia o los abusos laborales, te cuesta 110 bolivianos como mínimo, porque las oficinas están en Trinidad y lamentablemente es un riesgo y un costo denunciar. 

CC: Más allá de lo que ya conocen de la hacienda, ¿Cómo están pensando la figura del patrón en el Beni? ¿Qué es lo patronal para ustedes? 

IMZ: El patrón desde mi punto de vista es como el jefe y a la vez tiene el lugar del padre donde genera que las demás personas dependan de él. 

Por ejemplo, todo el mundo en Trinidad quiere su motocicleta y, aunque las personas estén más en las estancias ganaderas, igual quieren tener su motocicleta. ¿Qué hacen? Van y le piden al jefe, al patrón o al padre como él tiene la plata les presta entonces, se generan relaciones de dependencia con una deuda que va más allá de lo que pasa en las estancias ganaderas. 

Hay que extrapolar la figura del patrón, como la de un capitalista que va alienando a sus trabajadores desde el capataz, las mujeres, los hijos, así se van generando estas relaciones de alienación constante. El patrón va expropiando su plusvalor del trabajo desde el administrador hasta el último eslabón, que son las hijas de las mujeres de las haciendas.

Esta estructura repercute en la ciudad de Trinidad y otras porque como te decía se van generando castas en esta jerarquización social. Están enraizadas de generación en generación, es histórica, profunda y ha sido muy difícil que cambie. 

Estos patrones reproducen su capital social en la política, en la vida social, en todo el ordenamiento de Trinidad. Por ejemplo, quienes tienen el poder económico, quienes tienen el poder de la propiedad privada, son quienes tienen el poder de la producción ganadera.  Ellos tienen también el poder político de este territorio y eso atraviesa cualquier partido político. Los dueños de las grandes haciendas también han sido grandes políticos en el Beni.

Los políticos respondían a poderíos económicos de estas élites. Así pasa en este territorio y son temas que casi no se conocen ni se hablan. 

CC: ¿Cuáles son los eslabones que ustedes identifican en la jerarquía de los trabajos en las haciendas? 

ZAS: Está el dueño de la estancia, que tiene un administrador que es alguien profesional, sea un veterinario o zootecnista. Luego viene lo que son ya los trabajadores, los vaqueros que les dicen. En algunas estancias o las que yo conozco que le pagan a la mujer es un salario que ni siquiera llega al mínimo nacional. 

El trabajo de las mujeres es el trabajo de la cocina y alimentación de la fuerza de trabajo, que al igual que los vaqueros, peones y administradores se levantan a las 5:00 de la mañana para hacer el desayuno, barrer, limpiar y hacer todo el trabajo además el de sus casas. 

El patrón—la élite beniana—se sostiene sobre la servidumbre de las mujeres. Arriba está el patrón de la elite ganadera y en el último eslabón las trabajadores que más necesitan para reproducir su fuerza de trabajo, esas son las mujeres que trabajan gratuitamente (en su mayoría)  y  obviamente en su casas por afuera de la hacienda. 

Esto solo se sostiene con la violencia y el control del cuerpo de las mujeres, pues en estos lugares no se permite ni se brinda información o acceso a métodos anticonceptivos y se reciben severos castigos también cuando se aborda la temática. 

Ante esto también existen rebeldías cotidianas como sacar a tus hijos de las haciendas, las conversaciones y cuidados colectivos contra la violencia, la comadrería. Dinámicas que hacen pensar sobre el poder y la lucha en estos territorios. 

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Problematizar lo patronal desde la mirada del trabajo doméstico permite ver cuál es el trabajo y la energía que subordina el poder, en gran parte del Beni. Es una realidad que no es homogénea a todas las haciendas y a todo el territorio.

Ilze y Zoren nos invitan a pensar un problema y un territorio desde lugares constantemente invisibilizados. Esta mirada se conecta con las luchas cotidianas para reproducir la vida que se dan constantemente en el Beni y han quedado opacadas entre imaginarios de que lo patronal engloba a todo y de pensar dicho lugar únicamente como “territorio de conquista”.   

Claudia Cuellar Suarez

Claudia Cuellar Suarez. Nacida en Santa Cruz Bolivia, Feminista. Trabaja e investiga sobre la coyuntura de violencia y el despojo en las tierras bajas de Bolivia. 

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