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Caritina Piña y el legado de las mujeres anarquistas en México

Collage con la imagen de Caritina Piña realizado por Hannah Matthews para Ojalá.

Libros • Dawn Marie Paley • 27 de octubre, 2023 • Read in English

México tiene una fuerte tradición de pensamiento y organización política anarquista y, también, de represión estatal y supresión de esa historia. A principios del siglo XX, las y los anarquistas mexicanos, en diálogo con sus camaradas en los Estados Unidos y más allá, promovieron ideas radicales y progresistas sobre los derechos sociales. Antes, durante y después de la Revolución Mexicana, los anarquistas publicaron periódicos, crearon sus propias organizaciones, lucharon contra el ejército federal y fueron exiliados y encarcelados.

Una lectura higienizada de esta historia visibiliza una sola vertiente del anarquismo en México que erige a Ricardo Flores Magón como "precursor" de la revolución. Pero más allá de su prominente (y a veces problemática) figura, queda mucho por aprender sobre el pensamiento y la praxis anarquista y anarcosindicalista en la historia mexicana.

Un nuevo y emocionante libro sobre Caritina Piña, una mujer anarcosindicalista de Tampico, Tamaulipas, pretende romper este silencio. Piña fue activista en el estado de Tamaulipas en las décadas de 1920 y 1930. Fue uno de los nodos en un notable movimiento de mujeres anarquistas que impulsaron la organización de la clase obrera y la libertad de los presos políticos, trabajando activamente en la difusión de ideas sobre la transformación social.

La historiadora Sonia Hernández se topó por primera vez con el nombre de Piña en los archivos estatales de Ciudad Victoria, Tamaulipas, mientras trabajaba en su primer libro Mujeres, trabajo y región fronteriza, que explora la participación de las mujeres en la historia obrera a ambos lados de la frontera entre México y Estados Unidos. Archivó el nombre de Piña, esperando lograr tener tiempo en algún momento para indagar más en su vida y su historia.

Con el tiempo, Hernández empezó a investigar más sobre Piña. Cuando fue a los archivos universitarios de la ciudad portuaria de Tampico, donde vivió Piña, no había ni una mención de ella. "Luego di con el Censo mexicano de 1930, y en él aparecía Caritina Piña viviendo en Ciudad Madero, a las afueras de Tampico, registrada como dedicada a quehaceres domésticos", dijo Hernández por teléfono desde su casa en Texas. "Era una mujer bastante destacada, se dedicaba a difundir información sobre asuntos laborales. Y pensé, va, tenemos que revisar esto".

Hernández hace justo eso en su nuevo libro For a Just and Better World (Por un mundo justo y mejor), que explora la vida de Piña como organizadora y agitadora anarquista en Tamaulipas, y sitúa sus actividades políticas dentro de un vibrante entramado de activismo transnacional obrero y de mujeres.

La organización obrera radical floreció en el Golfo de México en el periodo posterior a la revolución, a medida que el descubrimiento de petróleo atraía a trabajadores de todo México y más allá. For a Just and Better World documenta los contornos de la organización obrera en la región y rastrea las conexiones entre activistas locales como Piña y grupos más conocidos como el Partido Liberal Mexicano y la Casa del Obrero Mundial.

Piña, nacida en Ocampo, Tamaulipas, a finales del siglo XIX, realizó su principal trabajo político con el Comité Internacional Pro-Presos Sociales, organización dedicada a liberar a los activistas sindicales encarcelados. Poco se sabe de su actividad política posterior a 1936 hasta su muerte en 1981.

Aunque For a Just and Better World aún no está disponible en español, ya se está haciendo una traducción y Hernández espera que pronto esté disponible para las y los lectores al sur de la frontera.

Hace unas semanas, me reuní por videollamada con Hernández, quien es profesora de Historia en la Universidad de Texas A&M. Hablamos sobre algunas de las aportaciones clave de For a Just and Better World a la historia de las mujeres y del trabajo en el Golfo de México. Nuestra entrevista ha sido traducida y editada por extensión y claridad.

Dawn Marie Paley: Para empezar, ¿puedes hablarnos un poco del contexto del tipo de trabajo asalariado que realizaban las mujeres en el norte de México a principios del siglo XX?

Sonia Hernández: Las mujeres estaban involucradas en una gama de industrias conocida como industria ligera. A éstas se les solía catalogar como industrias secundarias, situándolas por debajo de la siderurgia, el petróleo y la minería, lo cual despoja a esas industrias y a las personas que trabajan en ellas de su valor y de la primacía de esas industrias, que fueron cruciales para hacer frente al enorme crecimiento demográfico a medida que el norte se iba poblando.

Había mujeres trabajando como costureras en la industria de la confección, mujeres en la industria del pan y la pasta, en la alimentaria, tabaquera, textil y ese tipo de cosas. Las mujeres también trabajaban como lavanderas públicas y en la industria del nixtamal.

DMP: Tu libro describe un intenso movimiento anarquista que implicó una gran organización independiente de sindicatos y gremios, tanto de hombres como de mujeres, en Tampico en las décadas de 1920 y 1930. ¿Puedes contarnos más sobre lo que le sucedió a este movimiento?

SH: En los años 20, hubo una fuerte represión sobre todo contra los anarquistas y anarcosindicalistas, muchos de ellos involucrados en la Casa del Obrero Mundial que se fundó en 1912, y en Tampico. La sección de Tampico fue cofundada en 1915 por otra mujer.

Es muy interesante lo que ocurre en Tamaulipas. Emilio Portes Gil [político nacido en Ciudad Victoria], emerge como un político pro-obrero, y llega a la presidencia en 1928. 

Portes Gil empezó a crear una alianza entre clases, incluyendo a rancheros terratenientes y a trabajadores portuarios y petroleros, y empezó a hablar del estado socialista, pero era un activismo obrero autorizado por el estado que promovía cuestiones sociales, que no favorecía otras formas de activismo como el anarco-feminismo. Él integra a los trabajadores al estado revolucionario, y ése es el modelo que años más tarde es replicado por lo que hoy conocemos como el Partido Revolucionario Institucional. 

Él crea su partido político, el Partido Socialista Fronterizo, en Tamaulipas. Incorpora a muchas mujeres, quienes son promovidas como madres en el hogar, alentando una especie de maternidad revolucionaria. La maternidad no está politizada de la forma en que Piña y otras la conciben, como algo que debe de servir a los intereses de la madre y la comunidad, y no estar al servicio del estado o de un partido político.

Hubo redadas durante reuniones anarcosindicalistas, a menudo en sedes de la IWW [Trabajadores Industriales del Mundo], que se había estado organizando ahí desde antes de 1912. Los activistas obreros también fueron torturados durante su detención. A veces intervenía el ejército.

Como presidente, tanto Venustiano Carranza como Portes Gil hicieron esto, promovieron cierto tipo de activismo obrero, no un activismo radical, sino un activismo obrero más suave. Y a estos tipos los recordamos como héroes revolucionarios.

El anarquismo y el anarcosindicalismo decaen en México porque en muchos aspectos los anarco sindicalistas se vuelven irrelevantes. Se codifican los derechos laborales, con la Ley del Trabajo en los años 30. La Constitución de 1917 establece el derecho de los trabajadores a organizarse. Se establece un salario mínimo, que seguía siendo difícil de aplicar. Pero aun así, esas exigencias fueron atendidas. 

Y entonces, desde la perspectiva del movimiento obrero organizado, ¿por qué no? Si el estado ya ha hecho esto, ¿por qué no colaborar con él? Pero eso era antitético para los anarcosindicalistas.

DMP: ¿Cómo encajaba Caritina Piña en este panorama político?

SH: Caritina no venía de la clase obrera, creció con privilegios, su padre era general del ejército y estuvo al servicio del régimen de Porfirio Díaz, y del régimen de Carranza durante la Revolución. La familia de su padre tenía tierras, y de hecho ella heredó de él unas tierras que irónicamente, en los años 30, se convirtieron en parte de un ejido. No tenemos indicios de que protestara o se quejara por ello, lo cual no me sorprendería dado su continuo compromiso con las luchas de la clase obrera.

Estaba involucrada en lo que yo llamo "trabajo político". Su título oficial era Secretaria de Correspondencia, gestionaba la correspondencia entre las organizaciones en Tampico y las que estaban al otro lado de Texas, en otras partes de Estados Unidos y al otro lado del Atlántico. Su principal participación fue con el Comité que apoyaba a los presos políticos, y estos eran activistas laborales. También defendió a mujeres de distintas partes del mundo; a las mujeres involucradas en este tipo de activismo se les consideraba "de escasa moralidad" porque eran mujeres públicas, que participaban en asuntos más allá de la esfera femenina.

Piña también mantuvo correspondencia con mujeres que trabajaban como costureras. En Tampico no había muchas costureras, pero en la región más cercana a Monterrey sí.

Es importante recordar que las mujeres en México no eran consideradas ciudadanas de pleno derecho en esta época. No tenían derecho al voto; no es que Caritina Piña quisiera el derecho al voto, no hay nada que indique que ella apoyara el sufragio y muchos de los anarcosindicalistas y anarquistas así lo veían, porque consideraban que si votabas entonces te convertías en un peón político del estado, y ellos eran muy críticos del estado.

Cuando se convirtió en una activista madura, surgió el Estado Revolucionario, pero para ella no era una revolución real, sino una revolución burguesa, y era una revolución que cooptaba a los trabajadores. Hacia mediados de los años 30, el movimiento obrero organizado pasó a formar parte del estado mexicano. El trabajo de Piña es muy ideológico, casi como un trabajo intelectual, pero siempre interpelando al estado. 

La postura de Piña y de otros anarcosindicalistas era criticar siempre al estado, veían que el estado-nación producía divisiones y fronteras, y racismo y clasismo. Su labor política indica que estaba muy concentrada en el estado, pero de una forma muy crítica. 

DMP: Es interesantísimo ver cómo fueron utilizadas la cooptación y la represión, incluso en este contexto inmediatamente posterior a la revolución en México. Hay mucho más en tu libro que me encantaría comentar contigo, pero quizá podríamos terminar con los que para ti son algunos de los aprendizajes clave de For a Just and Better World.

SH: Creo que lo más importante es que no podemos perder la esperanza. Es muy fácil hacerlo. Aun si no crees en el estado, hay que ser crítico, no perder el estado de vista y hacer que, en todas sus manifestaciones, asuma sus responsabilidades. 

Luego están las estrategias que estos anarcosindicalistas empleaban, especialmente en torno al intercambio de información. Hoy es mucho más fácil hacerlo con las redes sociales. El movimiento #MeToo se hizo global, y eso fue gracias a que la gente pudo compartir sus historias. Es verdaderamente una estrategia de solidaridad obrera, y mujeres como Piña, quienes estuvieron compartiendo constantemente sus historias, tienen mucho que enseñarnos.