La defensa continua del Lago de Atitlán
Reportaje • María Guarchaj y Teresa Gonón • 22 de agosto, 2024 • Read in English
El azul del lago de Atitlán se pierde en el verde oscuro de la vegetación en las faldas de los volcanes Atitlán, Tolimán y San Pedro, en el departamento de Sololá, Guatemala. Alrededor del lago se encuentran pueblos kaqchiqueles, tzutujiles y k'iche's, son más de cien mil habitantes quienes consumen su agua.
Hace tiempo, ese azul intenso del agua está en peligro. En 2009 un brote de cianobacteria (tipo de bacteria que hace fotosíntesis, es decir, usa la luz del sol y el carbono para su alimento) cubrió el agua con manchas verdes. Aunque esto disminuyó, en poco tiempo se visibilizó que la contaminación iba en aumento. Entre las causas están el cambio climático, las aguas residuales, los desechos sólidos y los nutrientes de la tierra que son arrastrados por las lluvias. Esto se determinó gracias a estudios realizados por las Universidades de San Carlos de Guatemala y Universidad del Valle.
Unos años después del brote bacterial, grupos de mujeres mayas tzutujiles de San Pedro La Laguna advirtieron de un empuje para la construcción de un mega- recolector de agua a las orillas del lago. El proyecto del mega recolector proponía la instalación de una red de tuberías para trasladar las aguas negras de los ríos que desembocan en el lago.
El proyecto fue promovido por la asociación Amigos del Lago supuestamente para desviar y tratar las aguas residuales que contaminan el lago. “Pero en realidad lo que buscaban es vender las aguas para los monocultivos en la costa sur”, asegura Débora Quiacaín, abogada e integrante del Consejo de Desarrollo Comunitario (COCODE) de San Pedro La Laguna en 2024, quien también participa en el Colectivo Tzunun Ya’. Tzunun Ya’ en tz'utujil significa “colibrí del lago”, según Quiacaín, porque “antes, decían nuestros padres, habían muchos colibris”.
Un proyecto ambicioso pero incompleto
“Es un proyecto científicamente interesante y ambicioso”, apunta Marvin Alfonso Romero, doctor en gestión integral del agua, cuando le preguntamos acerca de la propuesta del mega-recolector. “Con plantas de tratamiento van a reproducir gas, esto sanitariamente permitirá la recuperación de los nutrientes para luego beneficiar a la agricultura”, dijo Romero. “A la vez que plantea un reto por la magnitud de la infraestructura, por la pretensión de instalación de tuberías con un alto nivel de ingeniería”.
Es normal que las comunidades hagan preguntas sobre este tipo de proyecto, asevera Romero. Explica que para que un proyecto sea viable, se necesita considerar tres elementos: la línea técnica científica, el contexto (la cultura, el bienestar) y el plan financiero. “De esta cuenta la disputa se da porque aunque sea una idea interesante, no contempló el contexto y la cultura” explicó Romero en entrevista en videollamada. “Así como la versión de la inversión ha cambiado, al inicio dijeron que costaría $19 millones de dólares, [cifra que luego subió] hasta $250 millones. Es un plan incompleto”.
En respuesta a la amenaza de la instalación de las tuberías, grupos de mujeres, miembros del COCODE de San Pedro y otros conformaron el Colectivo Tzunun Ya’. Les convocó la necesidad de proteger el Lago de Atitlán desde las orillas de su localidad. La comunidad de San Pedro, donde vive Quiacaín, es una de las zonas turísticas tzutujil alrededor del lago. Los visitantes acceden a este municipio tomando una lancha que cruza el Lago de Atitlán desde Panajachel o bien por vía terrestre.
Un trabajo arduo
El Colectivo Tzunun Ya’ ha realizado trabajos de incidencia desde distintas vertientes, resaltando el logro en detener la construcción del mega-recolector. En 2021 lograron un amparo de la Corte de Constitucionalidad, acción que tenía como punto la falta de consulta popular. El entonces vicepresidente, exfuncionario Jafeth Cabrera, evadió la consulta según Quiacaín.
En conjunto con los pobladores de San Pedro, los integrantes de Tzunun Ya’ realizan jornadas de limpieza cada mes. Hoy son 13 grupos que se turnan en la limpieza, incluyendo el Consejo Comunitario de Desarrollo Urbano y Rural, grupos de lancheros, y asociaciones de pesqueros, de mujeres, jóvenes y el consejo de ancianos.
“Nos organizamos para hacer conciencia, se unieron los lancheros, deportistas, grupos de mujeres; también los pastores y sacerdotes hablaban sobre el peligro que corría el Lago”, comenta Quiacaín al recordar cómo en 2014 iniciaron diálogos y acciones para defender el lago.
Otra entidad que trabaja por la protección del Lago es la Autoridad para el Manejo Sustentable de la Cuenca del Lago de Atitlán y su entorno (AMSCLAE), que dirige Mervín Pérez. La AMSCLAE desarrolla diversas actividades que van desde las campañas sobre el tratado de aguas residuales y desechos sólidos, a jornadas de limpieza y capacitación a diversos grupos. Según asevera Romero, es en esta entidad en conjunto con las municipalidades en quienes legalmente recae la responsabilidad del cuidado y resguardo del Lago de Atitlán.
“La situación de contaminación del lago tiene varias fuentes, pero se puede resaltar los desechos sólidos y las aguas residuales”, dijo Pérez del AMSCLAE. “Esta es una realidad continua, sin embargo, el trabajo que las comunidades realizan con las jornadas de limpieza y de campaña, suman a los esfuerzos de proteger al lago”.
El trabajo de vigilancia y limpieza es constante y arduo. “No solo hemos frenado las acciones del Estado hacia el ataque al lago”, dijo Quiacaín al referirse a la resolución que les dió la Corte de Constitucionalidad en 2021. “También hacemos nuestras propuestas de protección del lago”.
Destaca el trato de los desechos sólidos como una práctica constante al evitar plásticos, duroport (unicel) y todo lo que contamina no solo a nivel familiar sino a nivel de negocios de la localidad. Proponen la construcción de biodigestores con filtro natural y fosas sépticas para tener una filtración adecuada, así como la realización de jornadas de sensibilización sobre la importancia del cuidado del lago, y gestión de trabajo coordinado con otros municipios, autoridades locales y gubernamentales.
Cuidamos el lago
Para el tratamiento del lago se necesitan tres líneas de acción preventivas, según recomienda Romero, desde lo individual-familiar a la responsabilidad municipal y estatal. Pérez está de acuerdo que la responsabilidad en la protección del lago no es solo de una entidad sino del trabajo colectivo. Reconoce que hasta el momento el AMSCLAE solo ha coordinado acciones de atención a los desechos sólidos y que necesita seguir trabajando en conjunto con la comunidad, con las municipalidades y organizaciones.
Por su parte, Quiacaín asevera que han intentado trabajar muy de la mano con las municipalidades, logrando cierto nivel de coordinación. Esto se torna difícil porque para las administraciones gubernamentales la inversión en protección del Lago de Atitlán no refleja una prioridad.
Romero considera que la detención del proyecto está en pausa. En su análisis los actores interesados en la implementación esperan un momento político adecuado para volver a encaminar el proyecto. Mientras tanto “están haciendo un trabajo de hormiga, están construyendo base social, enfocado su atención en jóvenes hablando de aguas seguras, del peligro que refleja la contaminación con el tema de seguridad alimentaria”.
“Es por ello que nuestro trabajo es constante” expresa Quiacaín. La tarea es seguir trasladando la importancia de la defensa del lago a otras organizaciones de los demás municipios de la cuenca al mismo tiempo que vamos cambiando prácticas que ayuden a la prevención. “Desde Tzunun Ya’ vamos avanzando, y no estamos solas”, dijo Quiacaín. “Ya estamos conscientes de lo importante que es para nosotras el lago es nuestra vida e historia”.