Buscando en resistencia y comunidad
Reportaje • Eliana Gilet con fotos de Ernesto Álvarez • 6 de octubre, 2023 • Read in English
Miguel Ángel Trujillo Herrera está sentado sobre una barda de piedra, dándole la espalda a la fosa que un rato antes encontró cuando el fémur asomó en la superficie. Tras un par de paladas de tierra, confirmó el “positivo”: así se refieren los familiares en búsqueda, al hallazgo de restos humanos inhumados clandestinamente.
La fosa fue hallada gracias a un aviso anónimo que le llegó a Trujillo por un mensaje de Facebook. Todo lo demás lo gestionaron las familias: localizaron el punto, movieron a la autoridad, organizaron la brigada de búsqueda, recorrieron el campo, observaron, cavaron, hallaron el positivo.
“Soy de Pajacuarán, Michoacán y busco a cuatro de mis hermanos, y ahorita los busco a todos”, dijo Trujillo a manera de presentación. La entrevista sucede menos de media hora después del primer hallazgo de la Brigada Regional de Búsqueda, Michoacán - Guanajuato, en agosto.
El 28 de agosto se cumplieron 15 años de la desaparición de Jesús Salvador y Raúl, los primeros dos hermanos desaparecidos de Truijllo. Fueron desaparecidos junto a cinco compañeros, con quienes viajaron al municipio de Atoyac de Álvarez, en Guerrero, a trabajar.
Luis Armando y Gustavo fueron desaparecidos dos años después, el 22 de septiembre de 2010, junto a otras dos personas, camino a Veracruz.
Un movimiento, mucha tragedia
Ante la violencia y la victimización, su familia respondió apelando a la denuncia y la organización colectiva. Su familia fundó un colectivo de familiares de personas desaparecidas pionero en México, que lleva el nombre de su madre: Familiares en búsqueda María Herrera, luego de que ella fuera la vocera de las familias ante el entonces presidente Felipe Calderón, en los Diálogos de Chapultepec.
Los diálogos fueron la primera interlocución entre el Gobierno y víctimas de crímenes graves en México tras las movilizaciones del Movimiento por la paz con justicia y dignidad, encabezado por el poeta Javier Sicilia en 2011.
“A raíz de eso, se abrieron todas las puertas y yo pensé: los vamos a encontrar”, recordó Trujillo, aunque esa esperanza se diluyó pronto.
El segundo impulso que convirtió a la familia Trujillo Herrera en el referente nacional que es para el movimiento de familiares en búsqueda ocurrió en 2014, tras la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa.
La acción de las madres y padres de los 43 —que salieron por su cuenta a hacer búsquedas en campo sin la autoridad— sembró rápidamente esa idea como una semilla que floreció rápidamente en decenas de familias en búsqueda en el país. Aún sin conocerse, las familias vieron en su acción la apertura que necesitaban para hacer públicamente, algo que antes hacían en solitario y en silencio. Así, parieron un movimiento.
Mayra Vergara, hermana de Tomás Vergara, desaparecido desde el 5 de julio de 2012 en Huitzuco, Guerrero, se comunicó con Carlos Trujillo para invitar a la familia a participar de unas pláticas en Iguala. Ahí, la familia Vergara fue una de las fundadoras de otro colectivo clave para el movimiento: Los otros desaparecidos.
Trujillo viajó a Iguala a apoyar este proceso y ahí conoció a Mario Vergara, hermano de Mayra y el desaparecido Tomás, y en noviembre del 2014, salieron a campo a hacer búsquedas ellos mismos. Fue un primer momento de desborde a los límites de la autoridad y de lo que parecía posible en México, cuando el país tenía un cuarto de las personas desaparecidas que tiene hoy. A fines de 2014, había 23,689 personas en el Registro Nacional de Personas Extraviadas o Desaparecidas (RNPED).
Trujillo, Vergara (recientemente fallecido) y Simón Carranza, un hombre solidario de Cocula, cosecharon un vínculo que les permitió estabilizar y difundir un método de búsqueda con el resto de las familias. Cabe mencionar lo excepcional de su participación, ya que en las mujeres—y en particular las madres de personas desaparecidas—son mayoría en este movimiento y símbolo de la lucha.
Esa metodología se sostiene de un proceso para recibir información de la comunidad y confirmarla, permitiendo a las familias hallar enterramientos clandestinos, gracias a las pistas que se reciben de forma anónima por medio de redes sociales. Trujillo es reconocido por la forma que tiene de convocar a quienes tienen información, a usar las redes sociales para compartirla con las familias en búsqueda.
“En las redes sociales ya todo se difunde muy rápido haciendo videos, e invitamos a la población a que se anime a denunciar”, explicó Trujillo. “Si saben algo o vieron algo, que nos digan y nosotros hacemos lo que sigue”.
En abril de 2016, la familia Trujillo lanzó una iniciativa que pretendió unir esos múltiples esfuerzos dispersos que desató Ayotzinapa: la Brigada Nacional de Búsqueda, donde también se tejió una coordinación llamada Red de Enlaces Nacionales.
La Red funcionó como un espacio de articulación del movimiento de búsquedas autónomas en campo, y fue apoyado por organizaciones de defensa de los derechos humanos, como el Centro de derechos humanos Agustín Pro Juárez (Prodh) y la asociación civil Servicio asesoría para la Paz (Serapaz) Durante ocho años han realizado siete brigadas nacionales. Hoy, la Red de enlaces integra a 160 colectivos de todo el país.
Desde el inicio, las Brigadas Nacionales fueron un espacio dónde las familias compartieron sus métodos. “Es una cadena de enseñanza: que lo que yo sé, mañana lo conozca otra compañera y pueda ella responder las preguntas que hoy me hacen a mí”, dijo Trujillo al respecto.
De lo local, lo nacional y de vuelta a lo local
Evangelina Contreras Ceja se unió a esta cadena de enseñanza en la tercera Brigada Nacional, tras ser desplazada de su natal Caleta de Campos, en la costa michoacana. Su hija, Tania Contreras Ceja, fue desaparecida ahí el 11 de julio de 2012. Tras su experiencia en la tercera Brigada Nacional de Búsqueda, en Sinaloa, Contreras regresó a la costa michoacana, dónde intentó replicar lo que había visto, pero las amenazas de las autoridades locales la detuvieron.
Más adelante, Contreras se sumó a Laura Orozco del colectivo Familiares caminando por justicia y juntas, en abril de 2019, hicieron su primera búsqueda en el municipio de Aquila, Michoacán, una convulsa zona de la costa con múltiples grupos armados e intereses de todo tipo, donde hallaron una fosa en Tizupan.
Una de las buscadoras que coordinó este trabajo, Zenaida Pulido, fue asesinada dos meses más tarde. Sus compañeras denunciaron que esa violencia fue una represalia por el atrevimiento de salir a buscar, y se manifestaron ante los poderes públicos en Morelia, capital del estado, pidiendo un alto a la violencia y bordando como forma de protesta.
Contreras constituyó después la Asociación Civil Desaparecidos de la costa y feminicidios de Michoacán (Decofem). Cuando convocó a Trujillo en 2020 para ayudar con las brigadas en su estado natal, él ya estaba listo.
En la Brigada organizada por Contreras y Trujillo en el 2020, hallaron un enterramiento clandestino en Coahuayana, un pequeño pueblo de la costa michoacana.
La autoridad fue un paso atrás en este proceso, algo evidente en Michoacán, dónde hasta la propia Comisión de búsqueda local fue creada tiempo después que las familias hubieran salido solas a campo, aunque la Ley General de Desaparición mandató su creación desde fines de 2017.
La Ley creó un sistema inédito en el mundo que separó la búsqueda de la investigación criminal, la cual se mantiene bajo responsabilidad de las Fiscalías. La nueva tarea de búsqueda quedó a cargo de la Comisión Nacional de Búsqueda (CNB) a nivel federal y de 32 Comisiones estatales de búsqueda, una por cada estado de la Federación mexicana.
Según los datos presentados por la Secretaría de Gobernación, para septiembre de 2020, la cifra de personas desaparecidas en México había subido a 77,171 personas.
“El Comisionado de búsqueda me decía, ‘ahorita no es tiempo de hacer búsqueda porque están en campaña’”, dijo Contreras, en referencia al proceso electoral previo a las elecciones estatales de 2021. “Y yo le decía, ‘ahorita es tiempo, porque están preocupados por ganar ellos y es cuando podemos trabajar’”.
“Después de estas brigadas, muchas personas empezaron a hacer más búsquedas y contactar a la CNB”, dijo Contreras en entrevista, refiriendo la manera cómo las familias michoacanas buscaron el apoyo del Gobierno federal para agilizar el proceso local, algo que todavía hacen. “Más personas andan buscando, porque sí les da valor el vernos”.
Multiplicar, sumar o restar
A inicios de 2023, Contreras le propuso a Judith Abarca que asumiera la gestión de la asociación Decofem en la región Zamora, una zona colindante con Jalisco y Guanajuato.
“Decidimos hacer Decofem regional en Zamora y Jacona”, explicó Abarca. Su esposo, José Antonio Andrade Godínez, fue desaparecido en carretera el 8 de octubre de 2021.
La Regional, en agosto de 2023, fue la primera brigada que Abarca organizó. Se encargó de hacer los contactos con la organización civil Cáritas, que brindó el alojamiento gratuitamente. Las comunidades eclesiales de base de Zamora y sus fieles solidarios aportaron con el desayuno y la cena para las personas que trabajaron.
Tanto la Comisión Nacional como la de Michoacán participaron en la Brigada Regional. La comisión local aportó sólo una camioneta para el transporte de las familias, limitando la participación a 12 buscadoras, cuando usualmente participan unas 60. “Fue un intento por controlar el trabajo de las familias”, dijo Trujillo.
Durante toda la semana trabajaron Ceci, Vero y Lupita, mujeres buscadoras michoacanas que pidieron que no se publicaran más datos sobre sí mismas por temor a represalias. Llegaron Sonia y su hijo Sebastián desde Morelia, quienes se plegaron a una búsqueda por primera vez, entre otras más.
Gracias a su esfuerzo, la Brigada Regional halló una fosa el cuarto día de trabajo, el jueves 17 de agosto de 2023, en un campo del municipio de Jiquilpan, Michoacán.
La fuente que brindó la información fue dejando marcas en el terreno para indicar a las familias el camino al punto. Por esa fuente, las familias supieron que, desde hace mucho, la comunidad había dejado de acudir al lugar a disfrutar del fresco y la sombra del frondoso árbol que señalaba la fosa, porque sabían lo que escondía.
Cuando las buscadoras comunicaron del hallazgo a la Fiscalía local, les respondieron que irían a levantar la osamenta hasta el día siguiente, porque en ese momento no tenían personal disponible. La fosa pasó la noche a la intemperie, sin resguardo ni seguridad.
Todas, incluso Trujillo, dijeron que encontrar les dio tristeza por la forma como estaba el cuerpo. Pero también les dio alegría porque alguien va a regresar a casa. Tras ser exhumado por los peritos estatales de Michoacán el día siguiente, el cadáver fue llevado al Servicio Médico Forense de Jiquilpan.
La identificación de la persona hallada es otro proceso del que las familias quedan pendientes. Su experiencia tras el hallazgo de la osamenta en Coahuayana fue que la autoridad perdió las muestras genéticas que les había tomado a las familias para hacer las confrontas genéticas, porque fueron olvidadas en una bodega, sin procesar. Esto es un reflejo de la crisis forense en el país, reconocida por el propio Gobierno federal en diciembre de 2021, la cual mantiene a más de 52,000 cadáveres sin identificar en poder del Estado.
Trujillo nació en esta zona de Michoacán, pegado a la frontera con Jalisco y -como Contreras- también fue desplazado cuando levantó la voz para denunciar la epidemia silenciosa sobre las desapariciones en México. La Brigada lo arropó para volver, dijo. No entró solo al sitio, sino con la Brigada completa.
“Desde que vengo entrando a este campo traigo la mano entumida, como que me hormiguea, porque desde aquí puedo ver mi cerro, de ahí soy yo”, dijo Trujillo, señalando a lo lejos el lugar dónde creció.
En 15 años de búsqueda, Trujillo ha visto la cifra de personas desaparecidas en México crecer hasta superar las cien mil y cómo los colectivos de familiares se han multiplicado en todos los rincones del país.
“Me dio alegría de decirle a todos que yo soy de ahí, de Pajacuarán y aunque mucha gente me agradece por poner en alto al pueblo, lo que yo quisiera en realidad, sería poner un alto a las desapariciones”, dijo Trujillo. “Pero no puedo”.