Ante la violencia en Ecuador, autodefensa personal

Ibeth Orellana Naranjo practica cómo desequilibrar a su oponente y derriba a su instructor de Muay Thai, Johanna Montesdeoca. Quito, Ecuador, 9 de enero de 2024. Foto © Kimberley Brown.

Reportaje · Kimberley Brown · 7 de febrero, 2024 · Read in English

En un dojo en el centro de Quito, Ecuador, Ibeth Orellana Naranjo aprende a tirar puñetazos, dar patadas y desequilibrar a su oponente. Toma clases particulares de Muay Thai desde noviembre y ya se siente más fuerte. 

“Me siento más segura en mi cuerpo, más segura de hacer movimientos y de que no me voy a romper si me caigo, o sea, antes tenía una sensación de fragilidad”, Orellana dijo a Ojalá tras su clase matutina de los martes. “Ahorita puedo pegar y no se me rompe la mano, me empujan y no pasa nada”, añadió, mientras se secaba el sudor de la frente.

La creciente seguridad de Orellana en sí misma es un sentimiento común entre las mujeres que practican defensa personal, de acuerdo con su instructora Johanna Montesdeoca, quien desde hace dos años entrena a mujeres en la escuela Kamikaze Hanuman’s Style de Quito.

Montesdeoca ha visto cómo cada vez más mujeres se involucran en este tipo de actividades, en busca de formas de empoderarse. Entrena a un promedio de 12 mujeres por semana, lo que habría sido impensable cuando se inscribió en esa misma escuela hace cinco años y era la única mujer de la clase.

Las mujeres entran a cursos de defensa personal por diferentes motivos, dice Montesdeoca, ya sea para hacer ejercicio, por el miedo relacionado con la creciente violencia en el país o como respuesta a las agresiones físicas de sus parejas.

“Me ha gustado ver muchos casos de éxito en los que [la práctica] les ha fortalecido, no sólo físicamente, sino mentalmente”, dijo Montesdeoca en una entrevista previa a su clase, mientras esperábamos a Orellana. “Es lo primordial que buscamos aquí: el fortalecimiento intelectual y el alza de la autoestima de las mujeres”.

Cuatro instructoras de defensa personal y artes marciales de Quito dijeron a Ojalá que el número de mujeres que participan en sus cursos ha aumentado consistentemente a lo largo de los años, a medida que las mujeres buscan nuevas formas de defenderse en una sociedad en la que la violencia es cada vez más habitual.

Los robos, agresiones y delitos violentos se han disparado en Ecuador en los últimos años. La pequeña nación andina es ahora considerada una de las más peligrosas de la región. El año pasado fue también uno de los más letales para las mujeres en Ecuador. Más de 277 mujeres fueron víctimas de feminicidios, según la Asociación Latinoamericana para el Desarrollo Alternativo (ALDEA) con sede en Quito. Una encuesta de 2022 de la consultora Gallup reveló que el 72 por ciento de las mujeres de Ecuador dicen sentirse inseguras al caminar solas por la calle.

El gobierno culpa del aumento de los índices de delincuencia a los grupos armados que están tomando el control del territorio y del tráfico de cocaína. El presidente centroderechista Daniel Noboa, que tomó posesión en noviembre, declaró en enero un “conflicto armado interno”. El decreto clasifica como organizaciones terroristas a 22 grupos armados que operan en el país, lo que permite al ejército aumentar el uso de la fuerza contra ellos.

La psicóloga e instructora de defensa personal Laura Mauriela Ruiz enseña a las mujeres en su curso de autodefensa cómo escapar cuando alguien te está estrangulando. 6 de enero de 2024. Foto © Kimberley Brown.

La violencia y el estado

Montesdeoca afirma que los dojos de toda la ciudad registraron un auge en la participación de mujeres en sus clases en 2022, tras el sonado asesinato de la abogada penalista María Belén Bernal. Germán Cáceres, su marido policía, la estranguló hasta matarla en su dormitorio en la Escuela Superior de Policía en Quito, para luego enterrar su cuerpo en la ladera de una montaña cercana y darse a la fuga. El asesinato de Bernal conmocionó al país, ya que muchos se preguntaban cómo era posible que nadie oyera gritos, llamadas de auxilio ni lo viera sacar el cadáver en un lugar lleno de policías.

“Está claro que el estado ha demostrado que no puede proteger la vida de las mujeres”, dijo Nicoletta Marinelli, directora de comunicaciones de ALDEA. “Entonces, frente a esa situación, ¿qué te queda? Creo que queda la autodefensa personal”.

ALDEA documenta los feminicidios en Ecuador desde 2017 con la ayuda de organizaciones de todo el país. Empezaron a llevar su propio registro cuando se hizo evidente que el gobierno no estaba haciendo un seguimiento de las cifras. En su primer año, informaron que cada 72 horas una mujer era víctima de feminicidio y, según Marinelli, esa cifra aumentó a una cada 26 horas en 2023. 

Parte de la explicación de este aumento, dice, fue el repunte de los feminicidios durante la pandemia, que no ha cedido. Pero Marinelli considera que también ha influido el aumento de la violencia criminal en el país.

“Cuando hay un conflicto [armado], el cuerpo de las mujeres es utilizado como botín de guerra. Es violado, es amenazado, es utilizado como arma”, dijo Marinelli en una videollamada desde su hogar en Quito. “Y eso es lo que está pasando aquí en Ecuador”.

Jacqueline Acosta lanza puñetazos en su primer curso de autodefensa para mujeres, impartido por la psicóloga Laura Mauriela Ruiz. 6 de enero de 2024.

Mente y cuerpo

Diversos estudios demuestran que el entrenamiento en autodefensa para mujeres es una forma eficaz de reducir la violencia contra las mujeres. También evita los patrones recurrentes de revictimización arraigados en el sistema de justicia penal. Un estudio de 2020 demostró que un entrenamiento simple en tácticas de autodefensa verbal y física, asertividad y en cómo leer el entorno e identificar a posibles agresores puede aumentar en las mujeres el reconocimiento del riesgo y la confianza en sí mismas, reduciendo así los ataques.

En un estudio de yoga al otro lado de la ciudad, hacia el norte, en las colinas que se elevan sobre el distrito comercial de Quito, la psicóloga Laura Mariela Ruiz Márquez abrió un grupo de autodefensa para mujeres tras darse cuenta de que sus pacientes hablaban constantemente del creciente número de robos y agresiones.

“Me cuestioné una cosa, escuchando en consulta”, dijo Ruiz en una entrevista previa a su clase en el estudio de yoga La Ceiba. “¿Cómo vivir cuando sabes que habitas un territorio violento? ¿Cómo afrontas eso?”

Algunas cosas no pueden solucionarse en terapia, concluyó, sino que deben abordarse en el cuerpo y mediante la experiencia colectiva. Trece mujeres llegaron a su primera clase hace un año, lo que bastó para convencerla de seguir con las sesiones mensuales, que se basan en su formación previa en jiu jitsu. Pero Ruiz tiene claro que sus clases no se tratan sólo de aprender a lanzar un golpe. Las mujeres comparten sus emociones y experiencias y un abrazo al final de la clase, lo que les ayuda a crear un sentido de conexión y a no sentirse tan solas.

Natalie Maya, de 32 años, ha asistido a siete de las clases mensuales de Ruiz, las cuales dice que la hacen sentirse más fuerte física y psicológicamente. Cuenta que de niña le enseñaron a ser callada y sumisa y a no explorar las posibilidades ni la fuerza de su propio cuerpo. Hoy trae consigo a su hija de cuatro años a las clases de Ruiz, deseando enseñarle lo contrario.

Jacqueline Acosta, quien tiene 59 años de edad, tomó la clase de Ruiz por primera vez en enero.

“El ejercicio por defensa ahora es lo más importante para defendernos en estos tiempos”, Acosta me dijo tras su primera sesión. “Aprendes a dejar tu timidez en otra parte y aprendes que un grupo de mujeres puede empoderarse más, aprender más de todas”.

Kimberley Brown

Kim es periodista freelance que escribe desde y sobre América Latina. Radica en Ecuador desde 2014. // Kim is a freelance journalist living in Ecuador, reporting about, and from, Latin American since 2014.

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