Una masiva Marcha del Orgullo en Buenos Aires en medio de recortes y odio
Reportaje • Valen Iricibar • 8 de noviembre, 2024 • Read in English
“Por favor no se acerquen tanto a la formación para subirse”, llega el aviso exasperado en un tren subterráneo en la Ciudad de Buenos Aires. “No metan los pies en la puerta. Eviten accidentes”.
“Le faltó decir ‘Cálmense, manga de trolos’”, lanza un pasajero con corte de pelo mullet.
Su audiencia se ríe: un vagón de la línea B que desborda con personas yendo a la 33a edición de la Marcha del Orgullo. Abanicos y aplausos, banderas y baile convergen hacia la céntrica Plaza de Mayo para la mezcla de fiesta y lucha que se hace el primer sábado de cada noviembre. Este año cae el 2 de noviembre y a lo largo del día acudirán dos millones de personas (según les organizadores) a la primera marcha del orgullo bajo el gobierno de Javier Milei.
“Tengo muchos amigos y amigas y amigues que tenían miedo de venir, porque [los seguidores de Milei] sobre todo se caracterizan por ser muy violentos y antiderechos. Pero eso a mí como que me dio todavía más ganas de estar acá”, dice Carolina Unrein, actriz y escritora trans. Lleva una boina negra clásica como corona de un look monocromático. “Desde muy chica siempre busqué superar esos miedos, sobre todo cuando estoy segura de lo que siento. Y estoy muy segura de que había que venir a poner el cuerpo hoy acá”.
Orgullo y repudio
El desmantelamiento del estado que encabeza la administración se tradujo en la pérdida de institucionalidad de las políticas de género en Argentina por primera vez en 40 años. Se cerró el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad junto al desguace de programas de acompañamiento clave contra la violencia de género.
Otros espacios claves de protección de los derechos LGBTQIA+ fueron víctimas del achicamiento estatal, como el Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI). El año pasado hubo 133 crímenes de odio en Argentina según el Observatorio Nacional de Crímenes de Odio LGBT+ y se advierte de que van en aumento.
“Estamos en un contexto con un gobierno que celebra ser antiderechos y que lo dice sin ponerse colorado y en una Marcha el Orgullo en la cual por primera vez en la historia no contamos con la presencia y el apoyo del Gobierno Nacional de forma deliberada”, cuenta Fer Albornoz, Secretario Nacional Salud Mental y Consumos para la Federación Argentina LGBT+ y coordinadore de salud de la marcha.
La falta de financiamiento se cubrió con aportes de los gobiernos de la provincia de Buenos Aires, la Ciudad de Buenos Aires además empresas del sector privado y embajadas, 30 de las cuales emitieron un comunicado conjunto llamando a proteger al colectivo LGBTQIA+. “No estamos ante un gobierno que piensa distinto, estamos ante un gobierno que está arrasando con nuestros derechos”.
Pese al pronóstico de tormenta, hay mucho movimiento en la Plaza de Mayo desde temprano: según Albornoz, más personas llegaron desde más temprano que lo habitual interesadas en habitar el orgullo como algo político más allá de la fiesta. Al mediodía hay sol, con nubes intermitentes y humedad, el aire vibra con la música que emana desde el escenario en frente de la Casa Rosada.
Varios de los ejes de la marcha se centraron en rechazar al presidente, su partido La Libertad Avanza (LLA) y sus seguidores. Las consignas principales condenaron el ajuste económico y repudiar sus discursos de odio, que aumentaron desde la campaña electoral el año pasado. Se referenció el cruento triple lesbicidio que azotó a la comunidad hace seis meses. Al igual que las marchas pidiendo justicia desde ese fatídico 6 de mayo, desde la Comisión Organizadora de la Marcha del Orgullo (COMO) reclamaban: “No es libertad, es odio”.
“La libertad para mí sin lugar a dudas es colectiva, nunca es individual. Lo que hay en el gobierno es pura individualidad, es el ‘sálvese quien pueda’”, reflexiona José María Di Bello, une integrante del Consejo Histórico de la COMO y activista VIH orgullose. “La libertad se construye sobre la base de la igualdad, sin igualdad es imposible”.
Di Bello se acaba de bajar del escenario luego de estar bailando con un DJ en su tutú rosa con corset negro y botas plataforma con mariposas. En la mano lleva un cartel que dice “Con VIH vivo, con Milei muero” y advierte sobre un problema que alarmó a activistas LGBTQIA+ la semana anterior a la marcha. Un recorte del 76 por ciento en la asignación de recursos para el programa de VIH, ITS, Hepatitis y Tuberculosis dentro del presupuesto presentado por el gobierno. “Efectivamente terminaría con los programas de prevención y profilácticos llevados a cabo por la Nación”, según un correo de Act Up Argentina.
“Los medicamentos se compran a valor dólar porque los compramos a farmacéuticas multinacionales”, lamenta Di Bello. “Lo que estamos estimando es que los tratamientos que se van a poder comprar apenas alcanzarán para un 20-30 por ciento de la población que necesita todos estos tratamientos”.
Desfile desafiante
Hay decenas de puestos bordeando la plaza con ropa, dildos, banderas, comida vegana, accesorios. Una agrupación desde su carpa reparte flyers y juega con un gran dado de cartón casero con referentes argentines LGBTQIA+. Bajo el laminado brillan las caras de Carlos Jáuregui, impulsador clave de la visibilidad y antidiscriminación homosexual en los años 80, y Lohana Berkins, activista travesti y pionera de la Ley de Identidad de Género del 2012.
Mientras tanto, sobre el escenario, activistas leen los nombres de referentes que fallecieron este año como Magalí Muñíz, una activista travesti que sobrevivió la última dictadura y los edictos policiales. El día anterior, sus compañeras del Archivo de la Memoria Trans presentaron un amparo colectivo exigiendo que el estado reconozca dicha violencia institucional y provea reparaciones a integrantes del colectivo travesti trans mayores de 50 años.
“Si uno no construye desde la memoria de la historia es muy difícil entender lo que ahora tenemos y encarnar esa lucha hacia adelante”, dice Di Bello.
Más de 50 camiones con música potente ruedan lentamente hacia el edificio del Congreso. Es la primera marcha bajo el gobierno de Milei, pero no en la cual fue protagonista.
En 2023 sonaba la canción de Lali Espósito ¿Quiénes son?, con Moria Casán, la suegra del entonces candidato presidencial Sergio Massa. Este año suena Fanático, un retruco pop de la estrella al bombardeo discursivo del presidente y sus seguidores. El año pasado los carteles de manifestantes exhortaban “Milei no”, unas semanas antes de su elección.
Este año entre los lemas más populares se encuentra una apropiación pícara de una publicación homofóbica del presidente: “Para Milei, mucho sexo gay”.
La puesta del sol sobre la Avenida 9 de Julio tiñe el cielo de naranja brillante mientras continúa el desfile desafiante. Entre el río de carteles se asoma uno de cartón que dice “Drag Migrante” de la mano de Ricx Schüpbach. Su look es un sinfín trozos de tela, armado como crítica al fast fashion. Pestañas postizas que parecen antenas se asoman por encima de unos lentes de sol deportivos.
“Vinimos porque la situación acá era mejor en cuanto a los derechos LGBT y la situación sociocultural y que todavía sigue por suerte en pie, con mucha resistencia” dice la drag queen y periodista suiza, que vive en Buenos Aires hace cuatro años. “Argentina es atractiva como país para emigrar: ahora está más complejo, pero bueno, hay que seguir, resistir, resistir. Acá estamos para eso”.
Las luces de la cúpula del Congreso brillan como estrellas al anochecer, alevosamente blancas. A diferencia de años anteriores, no han cambiado los colores para acompañar a la marcha con una constelación arcoíris. Pero los alrededores del edificio faro pertenecen al carnaval de la comunidad, un torbellino cuir de festejo y resistencia.
La actriz Unrein recuerda una frase célebre de Jáuregui: “En una sociedad que nos educa para la vergüenza, el orgullo es una respuesta política”. Despliega su abanico negro y le cuenta a Ojalá que ese ejercicio del orgullo es la clave.
“La marcha es una instancia que nos regalamos para poder hacerlo sin límites, pero para mí es una invitación a llevarlo a nuestra vida diaria, a sentir ese orgullo todos los días”, reflexiona Unrein. “En un mundo tan heterosexual, donde son más países que criminalizan la homosexualidad que los que tienen matrimonio igualitario, es la única manera que vamos a poder tener la justicia que nos merecemos”.