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Grietas en la captura constituyente en Chile

Ilustración de Paz Ahumada Berríos por Ojalá.

Opinión • Fany Lobos • 18 de mayo 2023 • Read in English

Esta nota es una mirada sintiente y fronteriza a todo el proceso constituyente en Chile. Es un tímido intento de comprensión de los resultados que arrojaron las urnas de votación el domingo 7 de mayo de 2023. 

Ese día fue la segunda ocasión en que se elegía representación para la convención constitucional, después de que en septiembre de 2022 se rechazara con más del 60 por ciento de los votos la primera propuesta de constitución. El rechazo se produjo tras una continua manipulación por parte de los medios hegemónicos de comunicación que tachaban la propuesta de izquierdista, marxista, bolivariana u obstruccionista.

Sería farsante por nuestra parte, no reconocer que había cierta ilusión, con aquel primer intento de convención constituyente que, supuestamente, devolvería la tan esperada “democracia”, tensionaría aquello de “la justicia social” o trastocaría el feminismo hegemónico.  

Muchas personas nos creímos la quimera de cambios y transformación territorial a través de una nueva Constitución, sin ser conscientes que nunca estuvimos dentro de un proceso que se pactó entre billetes y sillones cómodos de la clase política-empresarial y obedecía a intereses mucho más globales que locales.

Por la noche del 7 de mayo llegaron los resultados que dejaban al Partido Republicano, la extrema derecha, como gran vencedor de la jornada con un 35,5 por ciento de las votaciones, dándole derecho a veto y poder sobre todas las decisiones de la constitución.  

Como es sabido, las redes sociales y los noticieros del país hacían cómputos de porcentajes y la palabra “NULO” en los resultados se hacía eco en las portadas de los periódicos. Sin embargo, los votos nulos, blancos y abstenciones sumaban un 40 por ciento del total de votantes a nivel nacional. 

Ahora nos preguntamos ¿qué hay detrás del tedio constitucional?, ¿cómo leemos estos resultados?, ¿los votos nulos entregan en bandeja la redacción de la carta magna a la coalición de corte fascista?

Estas interrogantes afloran porque son las líneas de recriminaciones que pudimos percibir en este complejo mapa de lealtades al gobierno de Gabriel Boric. 

Los afectos de quienes habían salido a la calle aquel octubre de 2019 se resquebrajaban y las organizaciones sociales se echaban en cara, unas a otras, que los votos nulos facilitaban el mantenimiento de la constitución de Pinochet y el ascenso de la extrema derecha.  

Sin embargo, queremos rescatar este acto -nulos, blancos y abstenciones- como una chispa disidente que no está dispuesta a ser cómplice de la repartija del pastel. Tal vez se trate de una manera simbólica, quizás de las pocas que tenemos, para mostrar que son posibles otros imaginarios constituyentes.

Trampantojos políticos

Este ciclo político empieza el 18 de octubre de 2019 que supuso un hito que resonó desde Chile. Aquel descontento popular contenido desemboca en una revuelta social. “Chile despertó” así se escuchaba en cada rincón de este largo país. 

Sentíamos los ojos abiertos y, por más que el ex-Presidente Sebastián Piñera declarara la guerra y se encargara de mutilar y encarcelar esos ojos despiertos, la lucha siguió en la calle. Esta lucha acuerpada pedía Asamblea Constituyente, más no, convención constituyente. 

 Quizás podríamos decir que así explota un proceso que ya se venía gestando desde abajo, en las poblaciones y en las revueltas estudiantiles del 2001, 2006, 2011 y 2018. Un proceso que anhela rasgar y quemar la constitución tiránica de 1980 y enfrentar las consecuencias del despiadado modelo neoliberal chileno. 

Por supuesto, para dar respuesta a las demandas de la revuelta, el Estado pone en marcha su maquinaria oligárquica y propone un proceso constituyente a espaldas de los pueblos. 

Nos hace recordar la historia de fracasos de constituciones soberanas en Chile. En los últimos 200 años ha habido, según un estudio de Gabriel Salazar, 11 procesos constitucionales intervenidos, todos ellos por los intereses empresariales del Estado.

Tras el despertar de la gente y las organizaciones, la ilusión inicial rápidamente se topó con este trampantojo democrático. Un trampantojo es una técnica en la arquitectura que engaña al ojo. Los trampantojos en política revuelven y confunden. El proceso más reciente es otro trampantojo político, bien calculado y con un largo recorrido histórico de engaño y estafa, que vuelve a secuestrar el querer popular en un salón de expertos que a puerta cerrada escribe la “nueva” Constitución. 

Contra la captura constituyente, autonomía

Podrían ser variopintas las hebras que podemos rescatar del proceso constituyente en Chile. Entre ellas podemos entrever que la redacción de la nueva constitución es una pieza más en el engranaje de una nueva configuración económica para un único modelo de mundo.  

Sabemos que nos necesitan de uniformes planchados, mentes agotadas, bocas cerradas y sentires desesperanzados, como si fuese un territorio agónico que sirve de carnada a una democracia globalizada, que no entiende “lo local” ni mucho menos de luchas por “lo común”.  

Pero, situada en territorio campesino, me atrevo a decir que la revuelta social y todas las que le antecedieron no se quedaron en las calles, se fueron a sus casas. La pregunta es si ¿desaparecieron o adoptaron otras formas? 

Efectivamente, muchas luchas se silenciaron o se acomodaron a los códigos dominantes. Otras más se dedicaron a colectivizar otras formas de entender la vida. 

Aquello que habíamos aprendido en las calles fue la fuerza colectiva y consciente de la necesidad por poner el mundo patas arriba, redibujando incluso las maneras tradicionales de lo que entendemos por lucha.  

Estas palabras están escritas en un país que gobierna para el capital y la Capital, y que suma millones de personas deudoras y esclavas del mercado para la acumulación de riqueza, con territorios rurales y urbanos anestesiados a los mandatos económicos.  

Pero a su vez, esta nota también está escrita desde un rincón de una casa de barro, hecha con mingas comunales sin Estado y sin patrón, rodeada de mujeres tejedoras, hilanderas, artesanas, tintoreras y campesinas; de niñeces alborotadas y revoltosas; de hombres (que no tan hombres) que saben ceder sus privilegios; de viejos y viejas rurales que aún nos relatan cuentos de antaño alrededor de un mate; de plantas y bosques que acompañaron los malestares y las alegrías y de huertas que llenaron de comida las mesas.  

Todo esto para decir que somos conscientes que existe una desidia política y de lucha, pero también existen bordes que están resolviendo la vida alejada de los límites de las agendas económicas mundiales.

Resistencias y la creación de otras vidas

Nuestra intención no es caer en la romantización del mundo campesino. Pero sí vamos creando y recreando otras maneras de entender la lucha, intentando romper las barreras de lo público y lo privado, resignificando lo íntimo en colectividad; y centrando la vida a través de huertas comunitarias, cuidados de crianzas, escuelas campesinas, grupos de abastecimiento, encuentros de oficios, trueque y casas comunitarias.

Solo así es posible entender un proceso constituyente con y en los territorios diversos de Chile, tejidos de multiplicidad de saberes y geografías. Quizás desde ahí seamos capaces de redactar una hoja de ruta que sea escrita de forma soberana y comunal, pudiendo dar rienda suelta a las decisiones de cada localidad, por muy pequeña que sea. Quizás hemos decidido recorrer los caminos de la soberanía y autonomía de los pueblos con otras formas de lucha, asumiendo que la resistencia no es aguantar, sino crear y recrear otra vida posible.  

Chavela Vargas dijo por ahí que “para crear hay que romperse el alma”. Tal vez estemos allí, en rincones olvidados del mundo moderno como un puñado de almas rotas, esperando atentas encontrarnos a alguien igual de rota que quiera crear realidades de sueños insurgentes y rebeldes en este país llamado Chile.