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El libro Aquí seguimos juntas nos invita a renovar la rebeldía

Detalle de la pintura Mujeres que fluyen, de Demetrio Barrita, que luce en la portada del libro Aquí seguimos juntas del Colectivo Mujer Nueva.

Reseña • Libertad García Sanabria • 19 de septiembre, 2023

La rebeldía de las mujeres oaxaqueñas que irrumpió en 2006 se celebró y renovó en agosto con la presentación del libro Aquí seguimos juntas, escrito en una armonía de voces y plumas de las integrantes del Colectivo Mujer Nueva.

La presentación del libro de las compañeras convocó a un abanico local que incluyó a integrantes de organizaciones civiles, medios de comunicación independientes, feministas, estudiantes y activistas. Se sentía la añoranza del encuentro y la espera por conocer la verdad situada de sus narraciones. Historias de mujeres tomando estaciones de radio y canales de televisión haciendo parte de una revuelta social no se cuentan todos los días. 

La palabra de Raquel Diego Díaz, antropóloga mixe que acompañó la escritura del libro, dio espacio a otras lenguas, trajo el permiso de las ancestralidades y colocó al centro la importancia de los cuidados colectivos. Un hermoso altar vistió la fuente central del recinto de la Universidad Autónoma Benito Juárez. Tamales, pan, mezcal y música abrazaron el encuentro.

Aquí seguimos juntas es un libro editado y publicado por el Colectivo Mujer Nueva, e incluye breves reseñas autobiográficas, así como su narración de la lucha magisterial y popular que sacudió a la ciudad de Oaxaca ese 2006. Es la historia de una apuesta colectiva de mujeres que abrazaron su rebeldía y que sostienen su mutua compañía. “Es un libro que recupera la historia desde sí mismas, etnografías tan vivas que retoman las fibras de las que nos cuesta hablar [...] es un legado de política y de lucha social”,  en palabras de Diego Díaz.

Tejer trayectorias de vida en clave de lucha

Las compañeras del Colectivo Mujer Nueva son mujeres mayoras con historias de vida diversas, pero que las llevaron a coincidir en el territorio de los valles centrales de Oaxaca.

Cada una narra parte de su vida resaltando las dificultades familiares, personales y políticas; letras que convidan del proceso que cada una ha atravesado para narrar el dolor sin sufrimiento y en clave de lucha. Historias rebeldes, curiosas y audaces que las hicieron coincidir en la marcha de las cacerolas aquel 1 de agosto de 2006 donde, semanas después del violento desalojo del plantón magisterial que se encontraba en la plaza central en la ciudad por órdenes del entonces gobernador Ulises Ruiz Ortiz, se convocaron para manifestarse en apoyo a la lucha popular. Esta marcha desembocó en un hecho que dio voz y presencia de las mujeres en el movimiento social: la toma de la radio y del Canal 9 de la TV local.

Narran que siguieron detenciones, asesinatos, desapariciones y represión por parte del gobierno estatal. Luego vino la creación de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO) y la posterior liberación de algunos presos y presas políticas en diciembre de 2006.

Un año después, en julio 2007, se crea el Colectivo Mujer Nueva. Entonces organizaron el Foro voz, conciencia y lucha en julio de ese año para conmemorar el aniversario de la toma del Canal 9. Después vino el Encuentro de mujeres oaxaqueñas compartiendo voces de esperanza que organizaron en conjunto con otras organizaciones, aquel 7 y 8 de diciembre.

Aprendieron la técnica del teatro del oprimido y presentaron la obra escrita colectivamente Este cuerpo es mío, tuyo, de ellos..., en Quetzaltenango, Guatemala. Replicaron el taller Conozco mis derechos y disfruto libertades en colonias populares de Oaxaca, realizaron un sinnúmero de ediciones del Tianguis popular itinerante: artístico, político y cultural. Editaron varios números de a Revista Rebeldías Entrelazadas y activaron el espacio cultural feminista Pa’su mecha por algunos años.

Develar el machismo de sus compañeros de lucha 

La presencia y autoridad de estas mujeres en el movimiento social oaxaqueño implicó críticas y transformaciones en diferentes ámbitos, tanto personales como políticos y familiares. “Fue gracias a lo que vivimos como sociedad oaxaqueña que me di cuenta que yo también vivía con un represor y que tenía mi propio gobernador en casa”, comentó la compañera Goyita. 

En su narración nos recuerdan que ese 2006, gritaron juntas la consigna “Mujeres luchando y el marido apoyando”. Esa frase devela el gran paso que significó en las historias personales salir juntas a manifestarse y el enojo sentido hacia sus compañeros de lucha en tantas ocasiones por reproducir la discriminación, por posponer a las mujeres y sus asuntos en la lucha.

“Las mujeres no somos un tema, somos todo lo que sucede en el mundo, somos la mitad del mundo, no por la cantidad sino porque somos parte de todo en esta vida” escribe la compañera Ita en Aquí seguimos juntas.

La transformación social pasa por lo simple y lo cotidiano, por lo lúdico y lo festivo, así como por la crítica y lo combativo. Así estas mujeres, junto con muchas otras, se dieron a sí mismas lugar en la lucha, con el ruido de las cacerolas como símbolo de la voz, la toma de la radio, la comunicación, la lengua reapropiada. Pienso y siento que la potencia de las transformaciones que logran reside en su feminismo comunitario y popular, sin pretensiones de verdad académica, aprendido y practicado al calor de la desobediencia social pero también del fogón y la olla de comida colectiva.

La presentación de Aquí seguimos juntas en Oaxaca el 1 de agosto, 2023. Foto: Consorcio Oaxaca.

Decir mi verdad sin lastimar

“Yo no viví la violencia en mi familia, la viví en el movimiento social... pero el Estado sí lo hizo cuando me mantuvo desaparecida y presa... y le digo a los compañeros que están aquí, necesitamos mover nuestras conciencias y les queremos a ustedes firmes y despatriarcalizando su pensamiento todos los días”, compartió la compañera Mire al tomar la palabra. 

Entre ellas siempre hubo cruce de posturas, prácticas y dichos contradictorios, por lo que hubo que experimentar procesos de cambio y vivir desplazamientos internos dentro y más allá de la lucha social. Desvelan la existencia de acuerdos y desacuerdos pero, dicen, siempre hubo comprensión, y nunca faltó el amor.

Nos narraron que desde el 2007, hay compañeras que se han ido de Mujer Nueva y otras se han integrado. Con cada una que se fue quedó un dolor y las preguntas: ¿qué hicimos mal?, ¿qué pudimos haber hecho para que la compañera no se fuera? Son las preguntas que revelan la intención de una constante búsqueda de colectividad. 

Se han mantenido en tiempos catastróficos acuerpándose, sosteniendo lo cotidiano, reuniéndose en la propia morada, compartiendo comida y medicina. “Decirnos con cariño las cosas que son verdad, lo que es fuerte de mirar”, es parte de su metodología, como son enseñanzas que vienen de los y las abuelas. “Lo práctico lo resuelven, lo que cuesta se coopera, lo que falta no se discute”, dicen.

En momentos de desencuentros de dos posturas que sacan “chispitas”, las integrantes del Colectivo Mujer Nueva han buscado la figura de la mediadora, la compañera que pone escucha atenta, cuidados y apacigua las aguas. Ese ejercicio implica reconocerle y circularle autoridad a la otra, así como reconocer la disparidad entre mujeres sin minimizar lo que la otra aporta al vínculo, su más.

Nos recuerdan las mayoras cómo permanecer juntas, y celebrar el logro de sostener el vínculo entre mujeres que luchan. 

Salir al encuentro del legado feminista 

Aquí seguimos juntas rescata, enriquece y complejiza la historia de la revuelta oaxaqueña. Su lenguaje fluye sin pretensión de imposición de verdad única. Lengua escrita y oral que es amorosa y clara como manantial, como nos habla la madre y la maestra. No porque la feminidad impuesta no sugiera hacerlo, sino porque después de vencer los miedos, de reafirmarse cada una su propia verdad, el lenguaje dice lo que es, es decir, el sentir originario de cada mujer que aprende a narrarse a sí misma.

Este relato colectivo nos aporta semillas que habrá que recuperar, sembrar y cultivar, tomando lugar en el relato sin esperar a que nos pasen el relevo. Aquí seguimos juntas nos regala narraciones situadas que hacen tangible la “objetividad feminista” que Donna Haraway nos sugirió décadas atrás. Situadas en un feminismo comunitario, enraizadas en los pueblos oaxaqueños, en las aulas y en la lucha magisterial y popular.

Aquí seguimos juntas nos invita a la práctica de pasarnos la voz, de mayoras a menoras, de adultas a infancias y a juventudes. A circular la autoridad, esa que nos da auge, potencia pues. A vivir, morir, enfermar, sanar, escribir y celebrar acompañadas. Una versión femenina libre de la subversión donde “todo por desaprender para dar lugar a la construcción de lo propio”, dice Diego Díaz.

Las compañeras de Mujer Nueva nos traen al presente a todas esas mujeres que acuerparon la protesta en 2006, mujeres que se incomodaron, se convocaron, salieron, se encontraron y decidieron rebelarse, y mírense: 16 años después, juntas aún.

Colectivo Mujer Nueva. Aquí seguimos juntas. Edición independiente del propio colectivo, agosto 2023.