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Feminismos y diversidades enfrentan criminalización en Cuba

Feministas y activistas LGBTQI+ rodeados por las sombras de dos oficiales. Dibujo a lápiz por Citlali Potamu para Ojalá.

Reportaje • Lisbeth Moya González • 13 de septiembre, 2024 • Read in English

Un hombre gay o una mujer lesbiana que haya nacido en la Cuba de los años sesenta nunca se hubiera imaginado desfilar por la avenida principal de La Habana gritando consignas como parte de la comunidad LGBTIQ+. Desde 2008, con la celebración anual de la marcha de las diversidades —que también se conoce como La Conga contra la Homofobia, la Bifobia y la Transfobia— esto fue posible. 

La Cuba de inicios de la revolución no concebía la homosexualidad. En varias ocasiones Fidel Castro dio declaraciones a la prensa donde se refería a ella como una conducta patológica. Sin embargo, tras el trabajo arduo de activistas en la Isla, en 1989 se creó el Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex). Bajo la tutela de Mariela Castro, la sobrina de Fidel, tal Centro se dedica a la educación e investigación en materia de género. 

Pero la existencia del Cenesex no abrió la posibilidad de que activistas independientes pudieran desarrollar iniciativas que no fueran rectoreadas por dicha institución. Existió siempre una tirantez por el monopolio del discurso de género entre el Estado y la sociedad civil. Un equilibrio delicado que fluctuaba entre el acatamiento de las directrices del Cenesex y la criminalización

Dicha tensión llegó a su punto más alto en 2019 cuando la ya mencionada marcha contra la Homofobia, la Bifobia y la Transfobia fue arbitrariamente suspendida. El argumento del Cenesex para su prohibición era que la marcha no resultaba pertinente por la situación económica en que se encontraba el país. 

Ante la prohibición del gobierno, parte de la comunidad LGBTIQ+ realizó la marcha de manera independiente. Como consecuencia, varios activistas fueron golpeados y detenidos por la policía. El 11 de mayo quedó en la historia como el primer acto de represión masiva a los activistas por la diversidad en el espacio público en Cuba.

“La cancelación en 2019 de la Conga que cada año realizaba el Cenesex, como parte de las actividades de la Jornada cubana contra la homofobia y la transfobia, fue una acción del gobierno para aplacar a los grupos antiderechos”, escribió la activista Ángela Lakshmi en un artículo publicado en el medio Q de Cuir. En los años siguientes de la represión, la Conga se realizó con normalidad. 

La cancelación y la represión de la marcha en 2019 se hizo mientras el gobierno cubano se encontraba en proceso de actualización del Código de las Familias. Tres años después el nuevo Código de las Familias se aprobó, reconociendo los derechos de las diversidades, incluyendo el matrimonio igualitario y la adopción. 

El Código fue una propuesta estatal llevada a referendo. Dicha decisión fue ampliamente criticada por miembros de la sociedad civil, ya que otras leyes como el Código Penal no fueron consultadas a la población. La campaña de los colectivos feministas y LGBTIQ+ por la aprobación de dicha ley transcurría con una fuerte oposición de las iglesias fundamentalistas en la Isla y la opinión generalizada de los activistas es que el referendo fue una medida para evitar la protesta de esos grupos fundamentalistas. 

A pesar del reconocimiento de algunos derechos, la criminalización en Cuba a activismos relacionados con género y diversidades sigue de pie. A pesar de eso, la organización feminista en Cuba sigue.

Radiografía de los feminismos en Cuba

El ecosistema de espacios feministas independientes en Cuba está conformado en gran parte por espacios mediáticos. Entre ellas, Subalternas, Alas Tensas, Afrocubanas, La Potajera, y Muy Marika, entre otros, a los que le antecedieron medios que hoy ya no existen como Q de cuir y Tremenda Nota

También operan organizaciones como Yo Sí Te Creo En Cuba, Alianza Afrocubana,  la Red Femenina de Cuba, Casa Palanca, Grupo Translúcidos, entre otras. Desde la denuncia de los feminicidios, la lucha afrofeminista, la defensa del derecho de las mujeres a disentir o contra la criminalización a las que hacen periodismo independiente y la concientización de la diversidad trans, dichas organizaciones articulan en su accionar las demandas feministas y de género. 

A nivel estatal opera Cenesex y la red Transcuba, que son organizaciones oficiales. También está la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), que desde agosto de 1960 opera como una organización de masas con el fin de representar a todas las mujeres del país. 

En 1993, un grupo de comunicadoras cubanas fundó Magín, el primer colectivo feminista independiente nacido después de 1959 en Cuba. Tres años después y tras intentar sin éxito inscribir a Magín como una asociación, sus integrantes fueron llamadas al Comité Central del Partido Comunista de Cuba. La cooptación fue inmediata. 

“Se les dijo que debían desactivarse inmediatamente, pues la organización feminista podía ser utilizada para intentar penetrar a la revolución”, explicó Alina Bárbara López en un texto de la revista La Joven Cuba. 

Dibujo a lápiz de las miembras de Magín por Citlali Potamu para Ojalá.

Ser feminista y organizarse en Cuba es un reto. Más allá de la afiliación ideológica, el nivel de organización o el tipo de feminismo que se practique es una constante que las, los y les activistas u organizaciones feministas cubanas —dentro y fuera de la Isla— han tenido una relación conflictiva con el Estado. Dicha relación tiene que ver con la inexistencia de una legislación de asociaciones que permita la existencia de organizaciones independientes y de la criminalización sistemática a los activismos de toda índole. 

Este año, las activistas y organizaciones independientes no pudieron hacer una marcha el 8 de marzo como sí ocurre en el resto del continente. Buena parte de las mujeres que integran dichas organizaciones, así como defensoras de derechos humanos y periodistas independientes han tenido que migrar por la persecución política a la que eran sometidas. 

Fue un 8M en que Cuba necesitaba más que nunca hablar sobre la tasa de feminicidios en aumento y la violencia política hacia las mujeres, pero tuvo que ser una jornada de denuncia desde la diáspora que se hizo a través de una marcha virtual, igual que el año anterior.

Un Estado que persigue a los feminismos 

El caso de Laura Vargas ilustra el miedo que el Estado cubano le tiene al feminismo. Vargas es una activista feminista que desde 2021 es perseguida por los órganos de la seguridad del Estado por colaborar con diversas organizaciones feministas cubanas como la Red Femenina de Cuba, Casa Palanca y los medios independientes Alas Tensas y Subalternas

Vargas cuenta a Ojalá que en octubre de 2021 fue interrogada por primera vez en una estación de policía. Su interrogación ocurrió después del estallido social del 11 de julio de 2021 en Cuba, cuando intensificó la persecución al periodismo independiente. En ese entonces Vargas era colaboradora habitual del medio El Toque. “La seguridad del Estado comenzó a citar a todas las mujeres periodistas”, afirmó en entrevista. 

“Se interesan mucho en mí por mi activismo feminista y porque junto a mis compañeras de la revista Subalternas estábamos preparando una cena para mujeres trans a finales de 2022”, dijo Vargas. Dicha cena fue organizada de manera independiente por activistas de la sociedad civil. Varias de sus organizadoras fueron interrogadas

También en 2019 surgió La Plataforma del Yo Sí Te Creo En Cuba. Seis feministas cubanas acordaron trabajar conjuntamente en el apoyo de la cantante Dianelys Alfonso, Diosa de Cuba, que enfrentó un caso de violencia machista contra el ya fallecido cantante José Luis Cortés.

“Lo que comenzó como un apoyo específico fue creciendo: primero abrió redes sociales con un trabajo en comunicación y sensibilización sobre violencia de género, luego llegó a la incidencia política con su apoyo a la Solicitud de Ley Integral contra la Violencia de Género en Cuba, en noviembre de 2019”, explican integrantes de Yo Sí Te Creo En Cuba a Ojalá a través de un correo electrónico. Las operadoras y colaboradoras de YSTCC no dan entrevistas a nombre individual ni en audio ni video. 

Dibujo a lápiz de la persecución policiaca de feministas por Citlali Potamu para Ojalá.

“En marzo de 2020, creó la Línea de Apoyo a Personas en Situación de Violencia de Género, como parte de la respuesta al aislamiento por la pandemia por Covid-19, y en noviembre de ese mismo año, lanzó el Observatorio de Feminicidios en Cuba”, cuentan. A finales de 2023, el Observatorio de Género de Alas Tensas (OGAT) y Yo Sí Te Creo En Cuba verificaron que se cometieron 73 feminicidios, “una cifra que duplica a los 36 del 2022, y es la más alta reportada desde que se llevan los registros”, según su página oficial

En Cuba no está tipificado el feminicidio como delito en el Código Penal y no existe una Ley Integral contra la violencia de género. A pesar de los esfuerzos de las organizaciones independientes por que se reconozca el feminicidio y exista una Ley de Género, el  Estado no dialoga con organizaciones o activistas feministas independientes, las reprime constantemente y las acusa de ser enemigas o contrarrevolucionarias. 

Mayde y Yeniset fueron víctimas de los feminicidios en Cuba. En homenaje a ellas, Yo Sí Te Creo En Cuba establece las alertas que se activan ante desapariciones de niñas o mujeres, con el fin de prevenir el feminicidio o que este no quede impune. “La plataforma apoyó de forma rudimentaria con las alertas por desapariciones de niñes desde 2020, algo que se estableció de forma colaborativa en 2023 con las alertas Mayde (para niñes y adolescentes) y Yeniset (para mujeres)”. 

La intolerancia del Estado cubano hacia los activismos parte de su concepción de que toda sociedad civil que no parta de las organizaciones de masa que responden al gobierno es enemiga del Estado. Hace un año, Yo Sí Te Creo En Cuba denunció una escalada represiva contra mujeres activistas de la cual no escapan las integrantes de dicha organización. 

“Varias de nuestras integrantes han sido perseguidas y vigiladas en la calle, han tenido vigilancia policial frente a sus hogares y sufrido cortes de internet e interrupciones del servicio telefónico”, señalan las integrantes de la plataforma. “La consecuencia más dura ha sido no poder brindar apoyo presencial, lo que sí se hizo en los inicios de la Línea de Apoyo”.