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Un siglo de promesas en Salina Cruz, Oaxaca

Hombre en el puerto de Salina Cruz, 1930. Foto: Archivo Casasola, Mediateca INAH.

Opinión • Itandehui Juárez Acevedo • 7 de diciembre 2023 • Read in English

En medio del incesante calor del Istmo de Tehuantepec, recorrí junto a Xunaxi las largas calles de cemento que reflejan los rayos del sol en Salina Cruz, Oaxaca. Xunaxi forma parte del movimiento por la defensa de la tierra y el territorio en la región y, junto a su familia, ha vivido en ese lugar desde que tiene memoria.

Salina Cruz es la última comunidad conformada en el territorio istmeño, y fue por eso que a sus pobladores se les llama “xhuncos”, vocablo zapoteco que significa el hijo más pequeño, el menor de la familia. Al principio fue poblada por personas chontales, huaves, zapotecas y zoques de comunidades vecinas, como Tehuantepec y San Blas Atempa, que se dedicaban a la pesca y a la extracción de sal.

En 1907 el gobierno federal de Porfirio Díaz inauguró el ferrocarril y el puerto de Salina Cruz. Hoy es una ciudad portuaria estratégica, ubicada en el Pacífico en la parte más estrecha de la República Mexicana. Esta particularidad ha atraído el interés de múltiples actores nacionales e internacionales que buscan crear una vía de comunicación terrestre para facilitar el tránsito comercial. 

Con el tiempo Salina Cruz se convirtió en el complejo industrial central de la región y en uno de los puertos más importantes de México, albergando obras y proyectos estatales, principalmente extractivos, como el puerto comercial, una refinería de petróleo, un astillero de la marina y un aeropuerto del ejército mexicano. Para las y los habitantes de la ciudad, así como para las comunidades vecinas, esto ha generado múltiples consecuencias en la vida cotidiana.

Los megaproyectos 

A partir de 2019, el gobierno federal encabezado por Andrés Manuel López Obrador ha impulsado el Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec (CIIT). En 2023 declaró a Salina Cruz como uno de los diez “Polos de Desarrollo para el Bienestar” para garantizar el incremento de la inversión nacional y extranjera. 

Como parte del CIIT están en construcción otra serie de megaproyectos, como una planta coquizadora, la rehabilitación y construcción de vías de un tren de carga y la implementación de un muro de rocas, conocido como Rompeolas Oeste, para proteger la orilla del puerto.

Tanto el CIIT como la Administración del Sistema Portuario Nacional (ASIPONA) de Salina Cruz están a cargo de la Secretaría de Marina (SEMAR).

El Programa Institucional de la ASIPONA-Salina Cruz 2022-2024, publicado en el Diario Oficial de la Federación a principios de este año, señala que las obras de construcción, rehabilitación de la infraestructura, ampliación y equipamiento del puerto, el rompeolas oeste, la refinería y la planta coquizadora son gestionadas por la SEMAR.

A partir de 2019, en Salina Cruz tomó fuerza la resistencia en contra de los megaproyectos, particularmente del Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec y las obras que éste implica. Enlazándose y nutriendo los procesos organizativos en defensa de la tierra y el territorio que ya existían, pobladores de Salina Cruz se unieron a la campaña “El Istmo es nuestro” y colocaron en el centro el cuidado de los bienes comunales.

Ante la opacidad con que se lleva a cabo contra el CIIT, los colectivos y las organizaciones locales han realizado diversos foros, talleres y encuentros en la zona para informar cuál es el objetivo, las implicaciones y las consecuencias.

“Son las comunidades contra el gobierno”, dice Xunaxi, cuyo nombre real no se hará explícito a petición de ella y por su seguridad. “Con las empresas extranjeras todavía hay chance [de resistir], porque son empresas ajenas a México. Pero cuando es el gobierno federal el problema es más grande”.

Han implementado bloqueos carreteros y han publicado comunicados rechazando la imposición del proyecto y denunciando la simulación en las consultas impulsadas por el gobierno federal para la instalación de las obras industriales. Los pobladores enfatizan que los beneficios económicos prometidos por el estado están dirigidos a las empresas transnacionales y no a la población que, en cambio, es reubicada y pierde su territorio.

La refinería de PEMEX en Salina Cruz en septiembre, 2023. Foto: Christian Ruíz.

Caminar por Salina Cruz

Hoy Salina Cruz es una ciudad de 85,000 personas. Fue creciendo con la llegada de personas provenientes de diversas latitudes que eran atraídas por la promesa de un empleo y mejores condiciones laborales; de hecho, migrantes nacionales y extranjeros llegaron a constituir dos terceras partes de la población.

Las áreas verdes en la ciudad cada vez son menos. A partir de septiembre, comenzaron a derribarse las palmeras que estaban en las avenidas principales para trasladar las estructuras de 30 metros de largo necesarias para la construcción de la planta coquizadora. Los ductos atraviesan las calles, trasladando los hidrocarburos que dieron vida a esa ciudad.

Caminábamos por una de las colonias periféricas de la ciudad, albergada en medio de uno de los pocos cerros que se encuentran en la zona. Xunaxi señaló a lo lejos algo parecido a una enorme fogata de color rojizo brillante que expulsa una gran brisa de humo negro, que contrasta fuertemente con el verde de los árboles, las palmeras y los mangles que son el hogar de numerosas aves cuyos cantos se escuchan por la noche, una vez silenciado el ruido.

La Refinería “Ing. Antonio Dovalí Jaime”, construida en la década de 1970 por Petróleos Mexicanos (PEMEX), puede observarse casi desde cualquier punto de la ciudad. Distribuye crudo, combustóleo, gas y diésel por gasoductos que llegan a la terminal marítima y abastecen a los barcos que transportan el material a diferentes países.

El Programa de gestión para mejorar la calidad de aire del estado de Oaxaca indica que una de las principales fuentes de contaminación atmosférica a nivel estatal, principalmente de bióxido de azufre, es la refinería de Salina Cruz. Pese a ello, la Zona Metropolitana de Tehuantepec (ZMT) de la que forma parte Salina Cruz no cuenta con infraestructura de monitoreo atmosférico.

“El desarrollo no ha llevado a nada, al contrario, todo se ha encarecido y nos ha empobrecido”, apuntó Xunaxi. “Ahora nos preocupamos más por conseguir trabajo para poder comer. Nos dejan sin tiempo y sin energía”.

Un estudio de los investigadores Lilia Padilla y Daniel Azevedo señala que Salina Cruz se encuentra en una situación de gran vulnerabilidad socioambiental, destacando el riesgo que implica que los tanques de almacenamiento se encuentren en cerros con peligro de deslave, así como los incidentes de derramamiento de aceite y la sobrepresión que se han suscitado en los últimos años poniendo en riesgo a la población.

Lesvia Villalobos, habitante de Salina Cruz y experta en el tema, señala que la fauna marítima, fuente de comida importante en la dieta local, ha disminuido. Las personas notan que el cuerpo de agua ahora posee un color grisáceo opaco y el gas negro que sale de las chimeneas se expande sobre la ciudad. 

En 2021, la periodista Patricia Ramírez publicó un reportaje que muestra que algunos pescadores también señalan el impacto que el derrame de hidrocarburos en el mar ha tenido en su propio cuerpo: presentan constantes erupciones en la piel al salir del agua y caída del cabello.

La pesca, bastión fundamental para la economía y la alimentación de los pobladores, es cada vez más escasa. “Como hay mucho derrame de combustible, de tóxicos o deshechos de la refinería, los peces han disminuido y los pescadores se han visto muy afectados”, dijo Xunaxi. “Ya no es como en los años 80 cuando las personas iban a esa zona y se llenaba [de pescado y camarón]; ahora si metes la mano en el agua te sale con olor y color a petróleo”.

A lo lejos vemos algunas boyas e infraestructura en medio del agua. Cuando hay derrame de hidrocarburo, Xunaxi explica que el mar se queda como si fuera un espejo de aceite.

Una investigación realizada por César Ramírez, Lilia Cruz y Vicente Marcial sostiene que los megaproyectos han impactado la soberanía alimentaria en la región. Pese a ello, la refinería actualmente es rehabilitada por el gobierno federal, luego de varios accidentes como fugas, incendios y explosiones con consecuencias alarmantes.

“Ya hubo como tres o cuatro explosiones de las válvulas, se oye como si se desinflara un globo gigante, se ve un monstruo de gas y hace un calor encabronado. Y como a las dos o tres horas empiezan a caer todos los residuos”, detalló Xunaxi. “Todo se llena de diésel, de aceite, todo se echa a perder”.

Estrellas de rompeolas esperando ser colocadas en Salina Cruz. Octubre, 2022. Foto: Christian Ruíz.

El Rompeolas Oeste

El CIIT busca modernizar y ampliar la infraestructura portuaria para generar las condiciones materiales que atraigan la inversión privada y garanticen el ingreso de embarcaciones con mayor capacidad. Como parte del proyecto, el Rompeolas Oeste, de 1600 metros de largo, tiene un lugar central en esa estrategia.

El Rompeolas ha constituido una de las obras más codiciadas por empresas privadas y sindicatos –principalmente de transporte, como la Confederación Autónoma de Trabajadores y Empleados de México (CATEM), la Confederación de Trabajadores de México (CTM) y Libertad– que han establecido acuerdos con la Administración del Sistema Portuario Nacional de Salina Cruz y el gobierno federal para garantizar su participación. El material pétreo necesario para su construcción es acarreado desde Mazahua, un ejido perteneciente al municipio de Asunción Ixtaltepec.

En conjunto, la presencia de la Refinería, la Terminal Marítima –con el nuevo Rompeolas–, el Astillero de Marina y la Estación Aeronaval consolidan a Salina Cruz no sólo como uno de los principales puertos comerciales del país, sino también militares.

Los militares se encargan de resguardar constantemente el CIIT, y su presencia se ha vuelto permanente en la ciudad. De hecho, cada día se pueden observar numerosos convoyes de la Guardia Nacional o de la Marina que, con sus armas desenfundadas o apuntando, realizan rondines y vigilan a la población.

Según el último informe de incidencia delictiva del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, actualmente, Salina Cruz es uno de los municipios más violentos en Oaxaca. “Desde hace algunos años se desató la ola de asesinatos, pero este año en particular ha sido peor. Hay asesinatos y balaceras a diario, ‘levantan’ gente y hay cobro de plaza”, señaló Xunaxi. 

Ella sabe de primera mano cómo el disciplinamiento a través del terror asegura el control y el dominio de las comunidades. La presencia militar no garantiza la seguridad en Salina Cruz. Al contrario, junto con actores paraestatales, las fuerzas castrenses aseguran y refuerzan las lógicas extractivistas, afianzando la acumulación del capital y la gestión estatal al imponer formas de vivir.