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La Barra Feminista está cambiando el futbol mexicano

Ilustración inspirada en la Barra Feminista MX por Fernanda Justo para Ojalá.

Opinión • Fernanda Justo • 1 de junio 2023 • Read in English

“¿A quién le van?”

Es común que en cada partido de la Liga MX Femenil se nos unan caras nuevas, amigas de las amigas o aficionadas que en alguna otra ocasión nos escucharon y se sumaron a nuestros cantos. Y siempre, siempre alguien nos pregunta a qué equipo vamos.

“A todas”, afirmamos con complicidad.

Como mujeres diversas que somos en la Barra Feminista, también son diversos los equipos a los que cada una de las integrantes alentamos. Sobre la camiseta rojiblanca, auriazul, crema o enfranjada de los equipos locales, portamos la playera morada y el pañuelo verde, incorporando los colores del movimiento feminista para resignificar símbolos y conceptos.

Más allá de irle a un equipo en particular, nos reivindicamos como Barra Feminista. Tradicionalmente las barras son entendidas como grupos violentos de aficionados con prácticas estrechamente ligadas a la agresión y humillación—muchas veces sexual—del otro, convirtiendo al juego en una guerra donde necesariamente existe un vencedor y un vencido.

Nosotras buscamos ganarle la cancha a esas prácticas que, hasta ahora, se mantienen principalmente en la categoría varonil, y demostrar que hay otra forma de vivir el fútbol: desde el gozo, la escucha y el abrazo.

Eso requiere el reconocimiento de las historias de lucha individual y colectiva que hay detrás de cada una de las mujeres que hoy nos tienen reunidas en este estadio: futbolistas, árbitras, directoras técnicas, preparadoras físicas, profesionistas de la salud, periodistas, comentaristas, trabajadoras, aficionadas, y más.

En México existe una supuesta prohibición hacia las barras de fútbol, aunque en los hechos sigan existiendo y protagonizando violentos episodios en los enfrentamientos de la categoría varonil.

Como consecuencia, en más de una ocasión, el personal de seguridad interpreta como amenaza la presencia de mujeres con playeras y lienzos morados, a pesar de que la mayoría de ellos incluyen mensajes contra la violencia en los estadios.

A cada partido vamos entre 10 y 15 integrantes de la Barra, aunque varía–en clásicos o en liguilla hay más asistencia. La mayoría vivimos en la Ciudad de México, por lo que solemos ir a los estadios de ella o de las ciudades cercanas, como Puebla, Pachuca, Querétaro y Toluca.

Mujeres aficionadas en ciudades como Guadalajara, Monterrey o Tijuana se han ido sumando para hacer presencia en sus estadios locales como parte de la Barra. En el chat de Telegram nos monitoreamos para saber en qué sección nos buscamos, si a alguna le sobra o falta boleto o si surge algún problema con nuestras playeras de la Barra Feminista en las entradas.

Las primeras en llegar apartan el mayor número de lugares posibles para que todas estemos juntas. Poco a poco, ante las miradas curiosas de la afición, va creciendo la manada. Nos saludamos y nos ponemos al día, pendientes de las que faltan por llegar.

La Barra Feminista MX al final del partido América-Juárez del 22 de mayo de 2023 en el Estadio Azteca, en la Ciudad de México. Foto: Cortesía Barra Feminista MX.

Algunas piden cervezas al vendedor que ya nos conoce porque “siempre estamos”, quien nos pregunta si creemos que para las semifinales pongan los partidos en mejores horarios, “para que haya más gente”, dice. Es cierto, a pesar de lo atractivo del partido, la asistencia esta vez parece no ser tan grande, pero los directivos siguen poniendo en segundo plano al fútbol femenil, sin tomar en cuenta el creciente espectáculo que ofrece: más goles, menos tiempo perdido, mayor intensidad, menos faltas.

Hacia el campeonato femenil

El 22 de mayo se disputaron los cuartos de final de la Liga MX Femenil, que se dividen en dos partidos de eliminación directa. Este partido de vuelta se juega en el estadio más grande de México, el Estadio Azteca, en la capital del país. Las Bravas de Ciudad Juárez, el equipo revelación del torneo, se enfrentaron de visita a las capitalinas Águilas del América, una de las plantillas mejor armadas de la liga.

Las 22 futbolistas sobre el terreno de juego aguardan con las ilusiones intactas, mientras el estadio permanece unos breves instantes en silencio esperando el silbatazo inicial. Arranca el partido y, con él, la fiesta que significa para cada una de nosotras ver caer los muros que por tanto tiempo nos separaron del sueño de dedicarnos al deporte que más nos gusta.

El fútbol femenino estuvo prohibido durante casi medio siglo en el mundo. En México tiene un rezago de 74 años, pues mientras el fútbol varonil a nivel profesional comenzó en 1943, el femenil arrancó recién a mediados de 2017. Nuestra Barra Feminista se originó dos años después, en 2019, intercambiando estampitas del Mundial de Fútbol Femenil que se jugó en Francia.

“¡Una consigna, una consigna!”, y comenzamos con los murmullos para decidir cuál lanzamos primero. Nos decidimos por la más representativa de la Barra Feminista. A una voz, a la par de las porras a uno u otro equipo, resuena: “¡que las vengan a ver, que las vengan a ver, esas son las mujeres que hacen el fútbol que yo soñé!”

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La letra original de este cántico es un manifiesto patriarcal cargado de violencia hacia las mujeres y, particularmente, hacia las trabajadoras sexuales; la hemos transformado para reconocer a quienes hoy saltan a la cancha y se convierten en heroínas para todas las que quisieron jugar y no pudieron, para las que jugaron pese a tener todo en contra y especialmente para las más pequeñas que quieren ser como ellas.

Por eso nos conmueve tanto escuchar a las niñas sumar sus voces y llevar estas letras a casa como defensa, por si en algún momento alguien pretende convencerlas de que el fútbol no es para ellas.

Cae el primer gol del equipo visitante, pero momentos después es anulado por una posición antirreglamentaria.

Nos damos cuenta de la presencia de familiares de las jugadoras del equipo visitante, así que nos sumamos a su grito de aliento hacia las Bravas. El tiempo sigue su curso y las locales logran marcar dos goles.

Como en cada partido al que vamos, la gente a nuestro alrededor no termina de entender cómo es que pasamos de celebrar las anotaciones de un equipo al aliento hacia las jugadoras del otro. Nosotras lo resumimos con otra consigna: ¡Si gana una, ganamos todas!”

Lo entendemos así porque estamos convencidas de que el ímpetu y la entrega de cada una de ellas forma parte de un triunfo colectivo. Que ellas estén ahora disputando el balón en uno de los estadios más emblemáticos de la historia del balompié, o que nosotras estemos desde las gradas alentando y cantando por la equidad en el deporte, es gracias a que otras lucharon antes y nos han pasado la estafeta.

Luchando contra todas las violencias

Para la mitad del segundo tiempo el resultado era de 3-1, en favor de las Águilas, pero durante la última parte del partido las diferencias entre los equipos empezaron a hacerse notar, lo que puede ser reflejo de otras desigualdades que ocurren fuera de la cancha.

La Liga MX Femenil cuenta con 18 equipos, sin que exista más que la Primera División, y una liga Sub-17 creada en mayo de 2021. Si bien la liga tiene poco tiempo de haber iniciado el camino de la profesionalización, muy pronto se ha colocado entre las 10 mejores del mundo. Sin embargo, aún existe una gran brecha entre los clubes que destinan recursos suficientes a su escuadra femenil y los que únicamente cumplen con la obligación de tener un equipo en la categoría.

Aún existen indignantes diferencias salariales entre los hombres y las mujeres que se dedican al fútbol. En 2021, el salario promedio de los hombres de la Liga MX fue de $666,946 pesos ($37,697.42 USD), mientras que el de las futbolistas fue de $7,463 pesos mensuales ($421.83 USD). También hay pendientes urgentes como la implementación de protocolos que garanticen a las jugadoras un ambiente libre de violencia para ejercer su profesión.

En la memoria reciente tenemos el caso de Scarlett Camberos, exjugadora de las Águilas que decidió salir del país a mitad de este torneo debido al grave y constante acoso sexual del que fue víctima, sin que ni su club, ni la liga, ni las instituciones responsables de la impartición de justicia pudieran (o quisieran) hacer algo para protegerla.

Como mujeres aficionadas al fútbol, denunciamos y nos organizamos contra esas y otras violencias.

Por eso ponemos al centro la práctica del cuidado colectivo, buscando construirnos como un espacio seguro de mujeres para mujeres alrededor de lo que nos apasiona, ocupando con nuestras voces y nuestros cuerpos el territorio-tribuna.

Nuestra presencia en las gradas nace del deseo y del disfrute, pero también de la disputa política por el espacio público del que los sectores más retrógrados de la sociedad aún pretenden expulsarnos. No les vamos a ceder ni un cachito de cancha.

Acaba el partido, pero viene lo mejor del torneo.

El marcador es lo de menos, las jugadoras nos regalaron una vez más un partido lleno de emociones; no tenemos más que agradecerles. Para ellas y para nosotras queda mucho recorrido por delante.

Para las Bravas, refrendar el proyecto que este semestre las metió en los primeros 8 lugares, demostrando a otros clubes que la inversión económica (salarios, contratación de futbolistas y cuerpo técnico, infraestructura) da frutos.

Para las Águilas, que una semana después lograron salir victoriosas de la semifinal contra las Amazonas de Tigres, toca buscar su segundo título de la Liga MX Femenil en los enfrentamientos del 2 y 5 de junio contra las Tuzas de Pachuca. Para la Barra Feminista, monitorear el regreso a casa, seguir comentando el resto de la jornada, coordinar la asistencia a los siguientes partidos y, sobre todo, el enorme desafío de seguir apostando por otro fútbol posible, seguras de que un deporte de conjunto como es el fútbol sólo puede disfrutarse en colectivo.

La Barra Feminista MX, momentos antes de la final de las retas de fútbol que organizaron en el Zócalo de la Ciudad de México el pasado 9 de marzo de 2023. Foto: Cortesía Barra Feminista MX.